
Alberto Olmedo, según la mirada de su hijo
"Fue el último bohemio de la TV", se lo describe allí
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"Más allá de cualquier juicio de valor que pueda hacerse, creo que ésta es la biografía definitiva sobre mi viejo." El genuino e intransferible orgullo del hijo se mezcla con la convicción del guionista en la palabra de Marcelo Olmedo, uno de los cinco hijos de Alberto Olmedo, y autor de un relato biográfico dedicado al inolvidable cómico rosarino que hoy, a las 18.30, será formalmente presentado en el Hotel Alvear.
"Lo hice de una, apelando a la memoria y casi sin reescrituras. Es un libro muy directo y visceral. No busqué atajos literarios, porque no soy un historiador. Simplemente quería contar las cosas como ocurrieron", explica a LA NACION antes de revelar la curiosa estructura de El Negro Olmedo, mi viejo , publicado por Estática Editorial, y en el que confluyen el testimonio personal y el relato objetivo.
El comienzo del libro es un ejemplo perfecto de este raro ejercicio: el primer capítulo se presenta como epílogo, y es el relato en primera persona de Marcelo Olmedo desde el momento en que recibe la noticia de aquella trágica caída del balcón en Mar del Plata el 5 de marzo de 1988, que le costó la vida a su padre. La infancia del actor llega en el segundo capítulo.
"Y sí, ubicar el libro va a ser un problema para los libreros porque hice una doble biografía, con la primera y la tercera persona conviviendo. Me salió de esa manera...", bromea Olmedo, que sólo recurrió a su madre, Judith Jaroslavsky, a modo de complemento de un texto escrito de memoria. "Recurrí a ella sólo para que me recordara cosas que pasaron cuando yo no existía: repasar datos y cosas que había escuchado, cotejar fechas, saber más sobre la separación de mis padres. Pero lo que no quería era que amigos de mi viejo me contaran anécdotas. He escuchado a mucha gente narrándome cosas de él como testigos cuando en realidad nunca estuvieron en esas situaciones. Por eso digo que éstas son mis vivencias. Lo que me salió."
En el tercero de los prólogos -los otros pertenecen al editor Carlos Abdo y a Rolando Hanglin-, Marcelo Olmedo recuerda el momento en que recibió una suerte de mandato informal de su padre tras compartir con él y varios amigos hasta la madrugada charlas y anécdotas durante una de las infinitas cenas presididas por el actor en el restaurant Il Vero Fechoria: "Vos tenés que anotar todo esto, ¡y algún día lo tenés que escribir!"
Marcelo Olmedo reconoce que esa frase lo marcó. "Tenía todo el tiempo la presión que significaba agradarle, dejarlo conforme. Quería que uno de sus hijos fuera el doctor. El elegido era yo. Y casi inconscientemente me puse a cumplir con eso, porque estudié Derecho, pero no terminé. Yo soy guionista, especializado en humor. Trabajé con Hugo Sofovich y con los hermanos Borensztein para Tiempo final . Y en un momento llegué a tener escrito un guión de cine sobre la vida de mi viejo. Por esas vueltas no lo pude concretar, pero una charla con Abdo me llevó del cine al libro. Y aquí estoy", relata.
Para Marcelo Olmedo, su padre fue el último bohemio de la televisión. "Sin ánimo de crítica para los que llegaron después, él dejó un vacío en el mundo del humor que nadie pudo seguir, salvo Tato Bores. ¿Qué habría pasado si hubiera seguido vivo? A lo mejor no hubiese existido Tinelli. O quizá sí, y mi viejo se habría transformado en conductor-animador. Fijate lo que pasó después: se privatizaron los canales, la TV se superprofesionalizó, llegaron grupos directivos bajando línea y productores definiendo cómo hay que hacer reír."
Finalmente, define a la elaboración de este texto de 350 páginas, que cuenta con muchísimas fotografías de enorme valor testimonial, como "una estupenda catarsis" que recomienda a cualquiera de sus potenciales lectores. "El mío habrá sido famoso -concluye- y se convirtió en un mito, pero el camino es válido para cualquiera que haya perdido a un padre antes de tiempo y trágicamente."




