Atrapa a un ladrón, un final con gusto a poco
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Se conocía a Alfred Hitchcock como "el mago del suspenso" porque su destreza no era solamente técnica y narrativa, el director inglés sabía cómo manipular al espectador a lo largo del relato para mantenerlo en vilo a cada momento. Y aunque Para atrapar al ladrón (1955) no sea dentro de su filmografía el ejemplo más acabado, la película con Cary Grant y Grace Kelly tenía momentos sublimes de intriga.
A favor de la remake creada por los españoles Javier Olivares y Jordi Calafí, y producida para Viacom International Studios para Telefe y Cablevisión Flow. hay que decir que desde el primer capítulo de Atrapa a un ladrón quedó claro que el film de Hitchcock serviría apenas de inspiración para el punto de partida. Ni los personajes ni la trama iban a seguir el camino del original, sino que trazarían un nuevo rumbo más cercano a la lealtad, al compañerismo y a las relaciones familiares. Lo demás sería un condimento.
De esta manera, a lo largo de los diez capítulos que duró la serie (y que estuvieron disponibles en Flow apenas comenzó), la acción fue virando del suspenso a la aventura, con el ladrón nunca reformado Juan Robles (Pablo Echarri) trabajando en tándem con su esposa policía Lola Garay (Alexandra Jiménez), quien no tardó en pasar de sorprendida antagonista a compañera de fechorías. Este fue el primero (o el segundo) de una galería de tópicos disfrutables para el espectador televisivo sin demasiadas pretensiones que un rato de entetenimiento, pero remanidos y sin sorpresas para el amante del género.
De entre la sucesión de situaciones amables -que salieron airosas gracias a un Echarri preciso, a una Alexandra Jiménez creíble, y a un grupo de secundarios armonioso-, tal vez lo menos atractivo haya sido lo que sucedió en el último capítulo, con una serie de momentos intrascendentes como excusa del enfrentamiento final entre Robles, el fiscal Prieto (Luis Machín) y el villano Adolfo Urrutia (Jorge Marrale). La solvencia en las actuaciones no pudo contra un relato que se venía desinflando desde capítulos anteriores, desembocando en el más previsible de los finales: los Robles en aparente calma, Prieto baleado pero vivo, y Urrutia escapando a Brasil para sembrar el atisbo de una posible continuación.
El rating no acompañó a Atrapa a un ladrón, que en su debut promedió 12 puntos y con el correr de las semanas se cayó prácticamente a la mitad. Aunque a primera vista puede entenderse como una falta de interés de los televidentes, también es probable -siendo optimista- que parte de esos espectadores le haya dado un voto positivo pero optado por verla en streaming para evitar la espera.
De todos modos, está claro que a nivel global (la serie también se lanzó durante 2019 en España e Italia), la apuesta le dejó a Viacom un saldo positivo. Lo que permite augurar la continuidad de un modelo de realización y distribución que se potenciará a partir de 2020.
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