Desayuno servido con sensatez

"Desayuno", ciclo periodístico conducido por Víctor Hugo Morales. Con la participación de Chiche Almozny, José Ignacio López, Gabriela Andrietti, Pablo Basz, Claudio Rico, Paola Prenat, Zulma Richardt, Guillermo Caporaletti y José Luis Telecher. Producción general: Eduardo Metzger. Lunes a viernes, de 7 a 10, por Canal 7.
Nuestra opinión: bueno.

Cierto sabor a injusticia queda después de haber decidido la calificación de esta crítica. Pero la obligación es hacer una evaluación de "Desayuno" en tiempo presente y en sus actuales condiciones, y no según el recuerdo del "Desayuno" que se despidió a fines de 2001.

En junio de 2000, este programa periodístico matutino liderado por Víctor Hugo Morales debutó en Canal 7 con algunas imperfecciones, que superó a lo largo de dos temporadas hasta lograr un producto homogéneo y de muy buena calidad.

No obstante, el regreso de "Desayuno", esta semana, a la grilla estatal, estuvo marcado por un retroceso en la calidad del producto. Esta marcha atrás puede atribuirse tanto a la demora del canal en definir su grilla como en su posterior apuro por tener los ciclos en el aire.

Mucho más se nota esto en un magazine en el que el conductor es apuntalado por columnistas. Si se producen bajas en el equipo, el desequilibrio es seguro. En la nueva temporada, dos ausencias son lamentables: la del periodista Pablo Wende (especializado en economía) y la de Andrea Campbell, una coconductora que supo hacer buena dupla con Morales.

En contrapartida, la incorporación de Chiche Almozny, la permanencia de Guillermo Caporaletti y la del propio conductor dan como resultado el excesivo número de tres comentaristas deportivos. En tanto, es saludable la presencia de Zulma Richardt, especializada en política, para complementar la participación de José Ignacio López en el mismo rubro. A ellos se suman los eficientes trabajos de Gabriela Andrietti, en meteorología, y Pablo Basz, en noticias internacionales.

Pepe, el conejo genial

Si el lector es padre o madre y le cuesta levantar a los chicos para ir al colegio, es recomendable que encienda el televisor y sintonice Canal 7. Entre las 7 y las 8 de la mañana, contará con la colaboración de Pepe Pompín, el conejo de peluche que todos los días despabila a los presentes con alguna sorpresa.

En estos días, asomó detrás del escritorio de "Desayuno" con un pañuelo en la cara y un penoso "dolor de muelas". La consigna del día fue que los chicos llamasen para aconsejarle qué debía hacer. Un nene le recomendó mimos, una nena le sugirió que se pusiera un sapo frío en la mejilla y finalmente otro nene lo conminó a que se cepillase los dientes tres veces por día y fuese al dentista. No es casual la calidad del personaje: el espíritu de Pepe Pompín es animado por el talentoso José Luis Telecher, creador de Carozo y Narizota.

Morales, todo un oasis

Los franceses describen lo que sería la "locura de a dos" como folie á deux . Pero, ciertamente, esa especie de convención disfuncional puede ser compartida por dos o por más individuos. En la Argentina, a veces se tiene la sensación de que se construyera una folie á mille porque son miles quienes creen sensatos conceptos que, a segunda vista, no aparecen como verdades absolutas.

Para ser más claros: se dice de un político que debe "llamarse a silencio", pero sería más lógico que deba "dar cuentas" si ha pecado de corrupto o ha sido fatal en su impericia. Se ha puesto de moda repetir la frase "Los países no se suicidan" sin tener en cuenta la disolución de Yugoslavia. Se afirma una y otra vez: "La plata no está", como si fuese argumento suficiente para que los ahorristas respondan: "Ah, si es así, el banco está en todo su derecho..."

Esta epidemia de lugares comunes tienen en "Desayuno" un paredón: el sentido común de Víctor Hugo Morales. No existe mejor argumento que el razonamiento liso y llano para perforar verdades que se desmoronan frente a un ¿por qué? inteligente. De este recurso, siempre aprovechado con moderación y buenos modales, hace uso el conductor para beneficio del televidente. Y aunque "Desayuno" es buena oferta como programa integral, la sola sensatez de Víctor Hugo Morales alcanza para sentirse convocado como espectador.

Por Miriam Molero

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