
Títeres, música, poesía y la risa en general
Adelaida Mangani
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Vive en San Telmo, pasó por tres matrimonios, tiene dos hijos artistas (Vicentico, músico, y Ariadna, actriz y titiritera), dos nietos que también rumbean para ese lado y una gata anciana, Margarita, que la sigue adonde vaya. Adelaida Mangani, directora del Grupo de Titiriteros del Teatro General San Martín, es una celebridad en este rubro. Culta, coqueta, habla pausado y explica que fueron los títeres los que la eligieron para hacer este trabajo.
"La historia empieza en mi infancia, durante mis cumpleaños. Todavía no se estilaban los shows a domicilio, animadoras, magos ni peloteros. Pero en mi casa, gracias al talento de un tío, sí había show. De títeres, claro. Juan Francisco Giacobbe, mi tío, me contagió el amor por lo artístico: él era poeta, maestro de comedia musical, y entre sus amigos había mucha gente creativa. Me crié en ese ambiente, y no fue raro que decidiera tener este tipo de vida", reflexiona Mangani, que también estudió Filosofía, egresó del Conservatorio de Música Manuel de Falla y es docente en el Instituto Vocacional de Arte Manuel J. de Labardén.
Mangani corre todo el día de un lugar a otro. También está a cargo de la Dirección de Enseñanza Artística de la Secretaría de Cultura de la Ciudad y dirige la obra de títeres Teodoro y la Luna, en el San Martín. Pero, sea como sea, se hace tiempo para mimar a sus nietos, Florián y Jano, de 9 y 5 años, con los que dice tener una relación maravillosa. "Florián es puro ritmo y tiene una voz lindísima. Es más, acaba de grabar algo cortito para el nuevo disco de su padre, cosa que me emociona. Y el menor tiene una inteligencia muy lúcida para todo lo que es matemática. Dice que va a ser científico, pero yo creo que la inteligencia matemática también está muy ligada con lo artístico, así que veremos. Mientras tanto los disfruto, hablamos mucho, leemos cuentos, escribimos, pintamos."
Para ella, los títeres son liberadores: "Es una terapia. Siempre digo que lo que me apasionó de esto es la libertad expresiva que tiene el intérprete con un títere. Porque, lejos de limitarse u ocultarse, uno puede experimentar la expresión a través de otro. ¡Y resulta liberador! El títere, de alguna manera, actúa como una máscara. Uno puede hacer cosas que de otra forma no haría nunca".
Mangani agradece haber tenido una vida muy intensa y feliz, y explica que, por eso mismo, la soledad no le pesa. "Me casé, tuve hijos, me separé, me volví a casar, enviudé, volví a formar pareja. Viví momentos muy duros, especialmente cuando murió Ariel Bufano (fundador del Grupo de Titiriteros del San Martín), un gran amor, una persona maravillosa que me enseñó mucho, en todo sentido. Y acá estoy, con mis títeres, la música, la poesía, las risotadas de los chicos. Es lo que elegí, y me hace muy bien."
Mangani exprés
Televisión: "Los domingos a la noche hago zapping viendo a Luis Majul y Mariano Grondona. También me gustan las tiras de ficción. El año último me enganché con Resistiré; ahora estoy mirando Padre Coraje. El deseo no me atrapa, demasiado complicado, un poco pretencioso".
Discos: "Escucho mucha música y, claro, también lo escucho a mi hijo Gabriel (así se llama, en realidad, Vicentico). El musicalizó varias de mis obras y ahora, para Teodoro y La luna, hizo dos canciones".
Libros: "Me interesan bastante los ensayos filosóficos, la semiología y todo lo de Umberto Eco".
Viajes: "Siempre quiero volver a París, a Granada y, en especial, al pueblito donde nació Federico García Lorca, Fuentevaqueros. También me encantan Italia y todos los rincones donde se respire arte e historia".
Compras: "Odio ir al supermercado. Voy sólo una vez por mes y trato de no olvidarme nada".
El camino de los sueños
Mangani se preocupa cuando ve a la mayoría de los chicos "muy intoxicados de violencia y de máquinas", y cree firmemente en el camino alternativo que ofrecen los títeres como una forma de acercarse y acercar a los demás a los propios sueños. "Tenemos un público que nos conoce, que sabe de nuestra trayectoria; nadie llega a vernos por casualidad. Pero en este mundo consumista existe mucha gente que no se da cuenta de que con 5 pesos puede regalarle una hora mágica a su hijo. Se trata de respirar algo distinto, bastante más puro."






