
Crónica de un viernes a la noche
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Podría hacerme el banana y decir que mis viernes a la noche son un reguero de locura y descontrol, lleno de rocanrol, amigas de la vida con los elásticos flojos, sustancias ilegales que vienen hacia mí cual sambuches de miga y demás, pero la verdad es que jamás entendí cómo corno hace la gente para tener ganas de mover en esas noches, porque desde que tengo uso de razón lo único que me sale es fulminar en ropa interior frente a una comedia de Ben Stiller o a lo sumo, si estoy muy arengado y en plan de joda, ir hasta el chino a comprar para una picada y saborear abundante paté con galletitas al son del disco de jazz más morcilla que pueda encontrar en mi discoteca. Será que nunca fui cool, será que ni siquiera hubo un tiempo en que fui hermoso como Charly García, será que atender cinco kioscos hace mella en el aguante de cualquiera ser humano, o lo que sea: la cuestión es que movilizar los viernes me cuesta horrores. Pero éste hice una excepción: clavé un café doble, me lavé la cara, tiré un "This is... SPARTA!" frente al espejo y salí a ver a mi amigo Iván Noble al ND Ateneo.
Y una vez allí, además de disfrutar del show sin que Roberto me rompa los quimbos a la entrada y de envidiarlo un toque (porque si no saben las razones que lo convierten en el Campeón del Mundo de Todo... googleenlo nomás) me dediqué a irme mentalmente al carajo, como lo hago siete de cada ocho días de la semana. Por eso, he aquí el Método Iván Noble para Hacer Cosas Cotidianas, una sencilla programación neurolingüística (no sé ni qué quiere decir eso) para que esas tareas de todos los días que te embolan más que ver Defensa y Justicia vs. Ferro en cámara lenta se conviertan en un prodigio de poesía urbana, noctámbula y atorranta. Hoy, por ejemplo, les enseñamos a hacer un huevo duro en cinco sencillos pasos, Iván Noble style. A saber.
1) Tus ojos me arrastran al chino a pagar la fianza de un huevo cautivo que entre diarios viejos se queda en orsai (o líricas alternativas: "Avanti morocha, llevá cinco pesos, vamos a comprarle a este chino amarrete un cartón de huevos").
2) La canilla derrama sus lágrimas en un jarro mientras un fósforo traidor le tira un caño a la hornalla.
3) El huevo se hunde en su llanto como un viejo blues baña el corazón con su dulce tristeza, y se ahoga como el pasado vuelve a cada rato para ahogar el recuerdo de besos perdidos.
4) Entre amores ciegos y noches sin sueños me duermo una siesta de cinco minutos en la cama del olvido, hasta que el huevo y el agua salgan a bañar sus tristezas en vapor y Cabernet.
5) Como una botella que estalla en la noche contra el asfalto de mis caprichos, la cáscara se desnuda y vos masticás ese huevo como el viejo canalla mastica sus sueños cansados.
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