Varones del tango
Después de los grandes binomios y solistas, Buenos Aires ve nacer una generación de intérpretes difícil de encasillar.
Se nota en algunos pibes nuevos que por ahí sus padres le hicieron escuchar a los verdaderos cultores, que son los que más se acercan al tango que es tango", la frase esperanzada que desliza Luis Cardei involucra a una nueva camada de cantores que, desprovistos de escuelas y modelos actuales, con referencias en las raíces del género, y buscando un estilo propio, se están animado a salir a la palestra tanguera.
Ariel Ardit, Alfredo Piro, Javier "Cardenal" Domínguez y Brian Chambouleyron, forman este conjunto de nuevas voces con estilos diferentes, que hoy interpretan los tangos ante un público de "veteranos" y una audiencia joven, que se acerca a la música del dos por cuatro en otro contexto histórico del género.
"Creo que el tango es agua subterránea que está en la memoria o en los genes. En este momento estamos rearmando tejidos, recordando cómo eran ciertas cosas", dice Chambouleyron sentado en un bar de la plaza Dorrego.
El mozo trae café para los cuatro cantores y la charla comienza a animarse. "El tango está en el ADN y en algún punto de tu vida te reencontrás con esta célula", apunta Piro. Domínguez también es de los que piensan que a ellos les tocó redescubrir las obras del tango y encontrar otra manera de mostrarlas.
"La versión que Soledad (Villamil) y Brian hacen de "Yo no sé qué me han hecho tus ojos" (en el espectáculo "Glorias porteñas") me emocionó. La idea, en ese caso fue pensar cómo te ubicás en aquella época y cantás esa canción de amor. Pero también hay obras más personales, como "Desencuentro", dramáticas y atemporales."
Tango en tiempo presente
Cuando la conversación ofrece la oportunidad de escapar por un rato de la realidad, los muchachos confiesan que les hubiera gustado haber nacido antes para protagonizar la vida tanguera de las primeras décadas, o para cantar en las orquestas de los años 40 y 50, aquellas de las grandes voces que conformaron junto a los directores los binomios estrella: Tanturi-Castillo, Troilo-Fiorentino, D´Agostino-Vargas, Di Sarli-Podestá, Pugliese-Morán, entre otros. Pero, finalmente, no quieren resignar la época que les tocó vivir. "Sería lindo meterse en un túnel del tiempo -bromea Chambouleyron-, pero tampoco me gustaría perderme este momento."
Quizá lo que ninguno quiere perderse es el desafío de enfrentar el saludable recambio generacional que aparece en el tango. "A los grandes los podés seducir desde la nostalgia -explica Ardit-, pero no podés venderle nada más -explica Ardit-. Mi apuesta es continuar con una línea de tango para toda esa gente joven que se vuelca a esto. Como dice Piro, para los que lo llevan en el ADN. ¿Quién de los que viven en Buenos Aires no vivió alguna letra de un tango? Seguramente la viviste o la vas a vivir", completa el cantor.
Buscando el estilo propio
Ninguno de estos intérpretes reconoce una línea o corriente del canto con características propias de este tiempo. En todo caso, sí existe un cruce de estilos de todas las épocas. Con buena capacidad de síntesis Domínguez resume el perfil de sus colegas y el propio: "El cantor de El Arranque (Ardit) tiene onda de los 40, Piro es un cantante recio, Brian tiene una voz más chica pero bien ubicada para el estilo que hace, y yo empecé con un repertorio gardeliano y luego fui hacia otros lados. En la búsqueda de repertorio uno se va descubriendo como canta".
Chambouleyron agrega que encontró el color que buscaba en intérpretes como Corsini y Magaldi: "Después te vas formando. Ahora sigo trabajando en la línea de la sutileza. Porque cada voz es única".
-¿Hay influencias de otros estilos?
Chambouleyron: -Somos cantantes de tango porque estamos dentro del estilo, pero podríamos hacer otras cosas, y por supuesto que tenemos influencias. Yo escuché McCartney, Yes, Deep Purple. Hay cosas que estuvieron en un momento de la vida donde uno quizá necesitaba más voltaje. Estamos influidos por mil estilos. Vivimos en un gran Discovery Channel.
Piro: -Todo lo que suma es válido. En mi casa no escuchaba tango, mirá qué cómico (es hijo de la cantante Susana Rinaldi y del bandoneonista Osvaldo Piro). El punto es: qué le estás aportando vos al tango y cuál es tu huella. Personalmente siento la necesidad de tener referentes vivos. El tango siempre tuvo una historia necrofílica con sus intérpretes. Es como luchar contra los muertos. Y no podés competir porque la muerte siempre te gana. Tal vez eso también tiene que ver con el hecho de tomar referencias de otros palos que no son precisamente tangueros.
En la época de Gardel el acompañamiento eran las guitarras, luego se pusieron de moda las orquestas y más tarde los conjuntos. Ahora los cantores tienen la posibilidad de elegir alguna o varias de este tipo de formaciones.
- ¿Con cuál se sienten más cómodos?
Ardit: -Son distintos lenguajes. En la orquesta descubrí que era un instrumento más. Y en cuanto a la tesitura, tuve que hacer cambios de fraseo o de manejo rítmico. Claro, venía de escuchar más a Gardel o a Rivero, y empecé a descubrir cosas de Enrique Campos o de Raúl Berón.
Chambouleyron: -En "Glorias porteñas" comenzamos con dos guitarras y un fueye , una formación poco habitual. Y en "Patio de tango" estoy con Lidia Borda y el cuarteto de Esteban Morgado, que le da un sonido muy tanguero y atemporal. Desde hace ocho meses estoy haciendo arreglos para tocar y cantar solo.
-Sólo uno de ustedes canta en una orquesta ¿Les gustaría integrar una típica?
Domínguez: -Cada uno de nosotros más o menos está en lo que quiere (Javier lleva cuatro años junto a De Puro Grupo). Y creo que las formaciones de grupos es algo de nuestra generación. Pero recuerdo el día que canté con la Orquesta de Buenos Aires y si me vuelven a llamar voy corriendo. Es otra magnitud.
Piro: -Yo tuve la oportunidad de estar con la Orquesta Juan de Dios Filiberto en la Sorbona de París. Es increíble. Y te digo la verdad: a él (señala a Ardit), ¿sabés cómo lo envidio?