De Cristian Castro a Nino Bravo y Sandro de América, Vicentico nunca ocultó su debilidad por los cantantes melódicos de proyección popular, y en su cuarto disco como solista (el primero luego del reencuentro de Los Fabulosos Cadillacs) parece rendir homenaje a esas estrellas que la intelligentzia rockera muchas veces desprecia con el mote de "grasunes". Vicentico se vuelve a calzar el traje de crooner, pero si el sonido caribeño y los ritmos bailables dominaban su trilogía solista, Solo un momento se destaca por la ausencia de vientos y percusiones, y cierto carácter sombrío en notables interpretaciones vocales. Domina la pulsión mid-tempo de impacto popular, con destino de cortina de éxito televisivo y un sonido apoyado en guitarras poderosas, sintetizadores y teclados vintage, gentileza del productor Cachorro López. Se puede establecer una conexión entre estas canciones de adherencia instantánea y las de Infame (2003), el disco en que los Babasónicos exploraron el universo simbólico y sonoro de los festivales OTI de la canción, con toques tex-mex, una versión del bolero "Sabor a nada" (Palito Ortega/Dino Ramos), un extraño homenaje a Prodan ("Luca") y el espíritu de una canción oscura que suena como desde la radio AM de un camionero noctámbulo en una ruta solitaria.
Por Humphrey Inzillo
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