Volvemos a visitar una obra a cargo restaurador de algunos edificios más emblemáticos de esa ciudad, que nos cuenta los secretos de su historia.
Cuando visitamos Cartagena para elaborar un dossier especial sobre su arquitectura y estilo de vida, uno de los puntos más altos de nuestro recorrido fue pasar una tarde con el arquitecto Alberto Samudio, profundo conocedor de su historia y responsable de la puesta en valor de algunos de sus edificios más emblemáticos. Nos recibió en una obra contemporánea dentro de un espacio patrimonial: una casona de 1630, muchas veces intervenida y ya subdividida. Es un punto de encuentro afortunado, porque lo muestra en sus dos facetas: la de eximio restaurador y el autor de obras contemporáneas.
El predio donde se está la casa perteneció al Marqués de Villalta, y lo atestigua el escudo con calderos, símbolo de riqueza: significa que él, como el rey, no solo estaba en condiciones de tener un ejército sino también de alimentarlo. Hoy se la conoce como la Casa del Virrey Eslava, quien se instaló aquí en 1740 y organizó el contraataque a la flota de Sir Edward Vernon en una histórica –y por todos recordada en la ciudad– victoria de Cartagena sobre Inglaterra.
De arriba abajo
Empezamos el recorrido de esta vivienda de tres plantas en el mirador, porque uno de los grandes objetivos de la obra fue lograr frescura en lo moderno, además de espacio para una colección de arte signada por los motivos y los colores del agua y la inclusión de elementos que remiten al mundo náutico, métier de los dueños de casa.
En el balcón del dormitorio, bien camuflada por las plantas, pérgola con reposera doble mecedora ‘Balancelle’ (Ego Paris). Por su parte, aunque el patio de la planta baja es pequeño, no por eso se siente menos exuberante.
“La renovación terminó hace un año. Antes teníamos otro departamento en el mismo predio, pero nos mudamos a algo más grande para poder recibir a la familia”, nos cuenta Eugenia, dueña de casa.
Planta intermedia
Planta baja integrada
“Quisimos renovar totalmente la casa, liberar los espacios. Nosotros sabemos cómo nos gusta vivir: integramos la cocina, antes cerrada, para invitar a amigos, para estar ‘en comunidad’, cocinar tomando un vinito y escuchando música [hay un sistema de audio espectacular en este ámbito en el que todo está automatizado]”.
"Quedaba de la refacción anterior una escalera caracol cerrada que obstaculizaba la vista. Sin bloquear, esta de acero y peldaños de madera dura es la gran protagonista, y tiene una enorme cuota artesanal en su diseño contemporáneo."
Arq. Alberto Samudio, a cargo de la reforma
“Me gusta lo moderno, lo ligero: en este lugar tan caliente, me transmite algo fresco”, dice la dueña de casa.
“Salimos con mi marido a caminar bien temprano o por la tarde, cuando baja el calor, para disfrutar del casco antiguo. Le da a uno un cariño especial por Cartagena, de la que nos sentimos muy dueños, aunque no seamos del lugar”.
Cartagena, una ciudad restaurada
“En los años 60 empiezan a restaurar edificios públicos de Cartagena; en los 70, casas particulares que funcionan como vivienda de vacaciones de muchos colombianos del interior. Y se acelera a partir del 84, cuando la declaran Patrimonio Universal de la Humanidad”, cuenta Samudio. “No cambian los patrones de restauro, pero se fortifica y solidifica su postura como joya arquitectónica. Hoy las casas del casco amurallado tienen un valor histórico y simbólico, se consideran obras de arte, y a una obra de arte le pones el precio que quieres. Acá no se pregunta por el metro cuadrado”.
“No hay vez que hagamos una obra de restauro que no encontremos una bala de cañón”.
“Aquí nunca se perdió el arte de construir usando técnicas antiguas, que se transmiten de padres a hijos. Siempre ha habido muy buenos albañiles y carpinteros. Y los que iban quedando, después sirvieron de maestros, ya que desde hace 20 años hay una escuela de oficios que los está rescatando y es fundamental: con los lógicos avances, lo artesanal es lo que mejor funciona”.