Entrar a su casa es casi como pasear por un museo: hay obras, especialmente de artistas latinoamericanos, por aquí y por allá. "No me atrevería a llamarme coleccionista", le dice a ¡Hola!, casi con pudor, Adriana Batán de Rocca, mientras nos guía en una recorrida exquisita por el departamento que comparte con su marido, Lodovico Rocca –presidente de Techint Engineering & Construction y bisnieto del fundador de Organización Techint–, y sus dos hijos, Agostino (12), llamado así por su abuelo y su tatarabuelo, y Santiago (8). "Tratamos de privilegiar artistas jóvenes, pujantes, que nos gustan y tienen capacidad de expansión. Nos encanta cuando recibimos gente que los vean, muchas veces terminan visitando los talleres y comprándoles alguna obra. Es lindo contribuir a que la cultura argentina se conozca internacionalmente", dice con convicción.
–¿Quién decide qué obras comprar?
–Siempre es en conjunto, como todo lo que hay en la casa. Lo que ves nos representa a los dos, o a los cuatro porque, en su medida, los chicos ya participan.
–¿Cómo es tu trabajo en Amigos de Bellas Artes?
–Me incorporé hace cuatro o cinco años, cuando nos instalamos en Argentina (antes vivieron en Brasil y en Italia). Me gusta trabajar en equipo y el liderazgo de Julio Crivelli, que no impone, deja hacer, estimula. El grupo, además, es muy lindo, muy fácil para trabajar, porque cualquier idea se pude canalizar. Ayudamos al museo, por ejemplo, para que se puedan hacer grandes exhibiciones temporarias o se adquieran obras para las exposiciones permanentes, ayudamos para que se pueda expandir el museo pero no descuidamos el mantenimiento del edificio actual. Me importa destacar lo que hace la Asociación como centro cultural: tiene un cine, cursos y talleres interesantísimos y de altísimo nivel. El arte tiene un efecto terapéutico, ayuda y saca lo mejor de las personas, por eso, desde la Asociación estamos pensando cómo ayudar a la comunidad a través de un programa que relacionará el arte con la tercera edad, la salud y la educación. Y tenemos nuestra fiesta anual para recaudar fondos porque la voluntad sobra, pero a veces lo que faltan son recursos.
Me importa destacar lo que hace la Asociación de Amigos de Bellas Artes como centro cultural: tiene un cine, cursos y talleres interesantísimos y de altísimo nivel
–Tu trabajo en favor del arte trasciende las fronteras…
–En Venecia integro el board del Peggy Guggenheim Museum. Hoy el museo no se limita a lo expositivo, hay programas de educación orientados a acercar a los niños al arte y son ellos los que luego llevan a sus familias al museo (Bambini e Famiglie), los chicos hacen performances, exponen… Son ellos los que les piden a los grandes ir al museo. Eso lo queremos replicar acá, por eso desde la Asociación trabajamos intensamente en la parte educativa. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires también está trabajando muchísimo en este aspecto.
–Vos también tenés tu propio proyecto social…
–Sí, tiene que ver con la belleza, pero no entendida como lujo, sino con vivir en lugares lindos, cálidos, amigables, que sacan lo mejor de las personas. La idea se está armando, pero queremos ayudar a los chicos que no tienen todas las oportunidades que tuvimos nosotros para que aprendan actividades u oficios que aporten belleza a la comunidad y, sobre todo, les permita vivir en un contexto mejor: el herrero que hace la puerta fantástica, el yesero con las molduras, el ebanista que talla madera… El proyecto consiste en que trabajen con grandes maestros que puedan enseñarles y luego puedan continuar su experiencia con una salida laboral y aportando también con trabajo para "embellecer" la comunidad a la que pertenecen. Al mismo tiempo, no se perderían esos oficios que tienden a desaparecer.
No le dedico mucho tiempo a la ropa, pero me gusta la belleza. Cuando llego a Milán (donde también tienen su casa) voy en bicicleta y sin probarme elijo lo que sé que va conmigo
-¿Cómo te acercaste al arte?
–Mi formación es como abogada, pero me interesa desde chica. Siempre fue algo muy mío, de disfrute, hasta que entendí que puede tener un gran impacto social. Hay una obligación en pensar en el prójimo y en esto el arte ayuda muchísimo.
–¿Cómo se lo fomentás a tus hijos?
–Arrancamos desde muy chicos y todo es muy lúdico. Me acuerdo que en Piazza della Signoria, en Florencia, mirando la escultura del Rapto de las Sabinas (Ratto delle Sabine di Giambologna), hablábamos de la fundación de Roma, de Rómulo y Remo y de ahí llegamos hasta la actitud de los hombres con las mujeres (comparando los romanos con los sabinos); en los museos hacíamos la búsqueda del tesoro con alguna obra que habíamos visto antes, en el Louvre buscábamos en vez de a la Gioconda al duque de Montefeltro o les imprimía fotos de cuadros, las cortaba en pedazos y hacían rompecabezas. En el Mundial anterior, por ejemplo, estábamos en España y jugamos a armar equipos de fútbol con pintores de todos los países que participaban. A la final llegaron los italianos, seguramente por el padre, y España, porque estábamos ahí y les encanta la obra de Velázquez. Usando lo que sabían de historia del arte, decidieron que Caravaggio mataba a Picasso, que estaba al arco, y hacía el gol definitivo. Cuanto más sabés, más disfrutás. Y eso es lo que quiere hacer la Asociación: acercar a los chicos desde el gusto.
–En tu agenda maratónica, Harvard también ocupa un lugar especial. ¿Qué hacés concretamente?
–Hay un club de Harvard en Argentina formado por los alumnos de la universidad que han tenido un programa de grado o master o posgrado. El club se fundó en 1972. Soy su presidenta actual. Intentamos repetir en Argentina la experiencia de excelencia que tuvimos en Cambridge. Nos preocupamos de actividades con impacto social, como la entrega de un premio al proyecto educativo de mayor relevancia, también, por ejemplo, ayudamos en un Techo para mi País. Una vez al mes tenemos almuerzos con figuras destacadas de distintos ámbitos que nos aportan su visión sobre los temas de su expertise. Organizamos ciclos de cultura, de gobierno, de entrepreneurship. Otorgamos préstamos de honor a estudiantes argentinos que hayan sido admitidos en la Universidad, tenemos un programa de mentorship y tratamos de poner Harvard al alcance de todas los estudiantes que tienen el potencial para estudiar allí. Este año, además, empezamos con "Harvard Pregunta", un programa por el cual seguimos el proceso electoral haciendo una pregunta breve a los referentes políticos argentinos y lo subimos a las redes sociales (Facebook, Youtube, Instagram).
CON PERFUME DE MUJER
Cada vez que Adriana aparece en una fiesta, exposición, o almuerzo, todas las miradas se posan sobre ella: su elegancia es innegable. "No le dedico mucho a la ropa, pero me gusta la belleza. Cuando llego a Milán (donde también tienen su casa) voy en bicicleta y sin probarme elijo lo que sé que va conmigo. Así subsisto por temporadas. Y me encanta reciclar. Lo mismo en casa, donde conviven desde una obra que compramos con las camas que eran de mi marido de chico o el escritorio y las muñecas de porcelana que eran mías. Nunca salgo a comprar para un evento. Siempre encuentro algo en mi vestidor.
–¿Cuáles son tus diseñadores preferidos?
–Soy muy intuitiva, no tengo ni Instagram, no me interesa la vida de los demás, sólo construir la nuestra. Mis favoritos son Valentino, que se fue pero sus sucesores tienen algunas cosas lindas; Gucci es divertido, aunque hay que saber utilizarlo; Pucci, que los conozco y siempre me separan algo diferente a lo típico… También Antonia, que es una casa fabulosa de Milán. Mi clave es sentirme identificada con lo que llevo puesto. El color, según el humor, ayuda. Y siempre menos es más.
La familia de mi marido es encantadora. Y muy fácil en cuanto a su simpleza, con los mismos valores que me educaron a mí. Con su abuela, Andreína, me siento como hablando con mis padres
AMOR ALLA ITALIANA
–¿Cómo se conocieron con Lodovico?
–Nos conocimos hace dieciséis años en Buenos Aires, pero después nos encontrábamos en los aeropuertos, principalmente en Perú, porque los dos estábamos trabajando allá.
–¿Hablabas italiano?
–Sí, porque me gusta la literatura italiana muchísimo y trato de leer en el idioma original. Después nos casamos en Italia, en el lago Maggiore.
–¿Cómo es su familia?
–Encantadora. Y muy fácil en cuanto a su simpleza, con los mismos valores que me educaron a mí. Con su abuela, Andreína, me siento como hablando con mis padres.
–Los italianos tienen una cultura culinaria muy arraigada. ¿Algún plato que incorporaste?
–[Se ríe]. No cocino, pero nos encanta comer en casa o afuera, especialmente trofie al pesto, de Génova principalmente. Le melanzane (berenjena) es algo que sumé por mi marido.
–¿Qué heredaron tus chicos de esa cultura italiana?
–La pasión por el fútbol, que también es muy argentina, pero, sobre todo, el valor de la familia, que es algo que compartimos.
Maquillaje y peinado: Alejandra para Bendito Makeup
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