De Detroit al Mundo: la enérgica vida de Donyale Luna, la primera supermodelo negra que murió a los 33 años
Un día de 1963, el fotógrafo David McCabe estaba vagando por las calles de Detroit, cuando se cruzó con una esbelta joven negra de un metro ochenta que caminaba agraciadamente a su ensayo teatral, envuelta en un uniforme escocés de secundaria católica.
El hombre sintió la obligación de decirle que, si en algún momento tenía intenciones de ser modelo, que se fuera para Manhattan y lo contactara. Y así fue.
Pero antes de embarcarse, Peggy Ann Freeman se inventó un nombre y una historia. Su madre sería una indígena mexicana de ascendencia egipcia, su padre sería un descendiente de irlandeses de apellido Luna, y ella se llamaría Donyale Luna. En realidad, su madre había matado de un disparo a su padre luego de años de violencia doméstica, y ambos eran afroamericanos. Pero eso sería difícil de chequear en Nueva York.
Nace una estrella
En 1964, una excéntrica actriz de 19 años pisaba por primera vez la Gran Manzana, con un número de teléfono anotado a las apuradas en un papel como única certeza.
Ese mismo año, la Ley de Derechos Civiles había derogado la segregación racial por primera vez en la historia de los Estados Unidos. Pero la discriminación, arraigada culturalmente, persistiría por muchos años más.
McCabe cumplió y, apenas se reencontró con Donyale, la llevó a conocer gente. Una carta que la joven envió a una amiga por esos días da cuenta de que su primera impresión en la ciudad había sido buena.
"Llegaré a la cima del mundo por más de que eso consuma cada respiro que me queda y cada músculo de mi cuerpo. Lo siento. Lo sé. Seré una especie de estrella muy pronto. Muy pronto", escribió.
En pocos meses, bajo el ala del fotógrafo Richard Avedon, posó para sesiones con personajes como Bob Dylan y la inglesa Jean Shrimpton. De noche, salía con la modelo alemana Veruschka o cenaba en lo del jazzero Miles Davis. Era inquieta, y descansar era lo que menos le interesaba.
Guerra cultural
Llegó a Nueva York en otoño, y para la primavera ya era habitué de The Factory, el famoso estudio de arte de Andy Warhol -contribuyó a varias de sus películas. Pero sin quererlo, y por el solo hecho de ser una modelo negra, quedó en la encrucijada de la guerra cultural de la época.
Por un lado, la convirtieron en un símbolo de la resistencia afroamericana. Por el otro, recibió todo tipo de ataques reaccionarios, entre los que se contaban suscriptores enojados con las revistas que publicaban sus fotos, o anunciantes sureños que retiraban sus aportes.
Londres
Cansada, la joven se fugó a Europa. Llegó a Londres en diciembre de 1965 y allí la escena cultural la acogió como a una verdadera hermana. Su quiebre definitivo en el mundo de la moda sucedió en marzo de 1966, cuando acaparó la portada de la Vogue inglesa, bajo el ojo de David Bailey. Fue la primera mujer negra en hacerlo. Y el mundo tomó nota.
La revista Time bautizó al 1966 como el "Año Luna". Ese año, la revista Paris Match puso a 11 fotógrafos diferentes a capturar sus intrépidas poses.
Mientras tanto ella ampliaba su universo: trabajaba con directores como Federico Fellini, Michelangelo Antonioni y William Klein. En París, modeló para Yves Saint Laurent, Paco Rabanne y Valentino. Y en Londres se rumoreaba que salía con el "Stone" Brian Johnson, de quien era amiga. Salvador Dalí la invitó a vivir en su casa de Cadaqués y la declaró una de sus musas. "Yo quería ser una actriz hambrienta de Nueva York", desconcertó a un periodista por esos días.
De algún modo, podría decirse que seguía hambrienta. En esa vorágine, también experimentó con sustancias. Algunas más peligrosas que otras. Del flower power y las drogas lisérgicas pasó a la cocaína y la heroína. Esta última terminó consumiéndola a ella.
Roma
Donyale Luna se mudó a Roma, en donde tenía varias propuestas de trabajo. Allí se involucró emocionalmente con el actor alemán Klaus Kinski, quien en última instancia la echó de su casa, temiendo por los problemas que ambos tenían con las drogas.
En 1977, se comprometió con el fotógrafo Luigi Cazzaniga. Con él viajó por el mundo, volviendo recurrentemente a Estados Unidos para producciones fotográficas o simplemente para inventar personajes que inmortalizaba la lente del italiano. Juntos tuvieron a su única hija, Dream. Pero 18 meses después, la heroína se llevó a Donyale para siempre.
"La muerte de mi madre en 1979 fue un trágico accidente. A pesar de las historias en la prensa sobre los últimos años de su vida, mi padre me dijo que ella fue dinámica y creativa hasta el final. Puedo verlo en sus fotografías de ella, estirada teatralmente sobre una pila de cuadernos y diarios en una playa de Long Island. Seguía vibrante, presente y totalmente conectada con la vida", escribió Dream Cazzaniga para la Vogue.
Su madre, considerada la primera supermodelo negra, murió en una clínica de Roma a los 33 años.
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