En la película El amor menos pensado, Mercedes Morán y Ricardo Darín interpretan a Ana y Marcos, una pareja que lleva 27 años y, ante la partida de su hijo al exterior, se enfrentan a preguntas claves: ¿Están enamorados? ¿Quieren seguir juntos? La identificación con esta encrucijada se vuelve creíble por un guión convincente y también por la estudiada realización de los espacios en los que se mueven tanto los protagonistas como los atractivos personajes secundarios. Detrás de esta minuciosa construcción están Mercedes Alfonsín, directora de arte, y Natalia Mendiburu, ambientadora del film que es un éxito desde su estreno y ya fue seleccionado para inaugurar el Festival de San Sebastián.
¿De qué manera definieron cómo sería el hogar de los protagonistas?
M.A.: Queríamos que el hogar de ellos tuviera una gran conexión con el exterior, con la ciudad, porque ellos son muy porteños. Habíamos visto algunos departamentos de estilo racionalista, con ventanales bien amplios por Caballito, Congreso y Barrio Norte y decidimos tomar elementos de cada uno para construir el decorado. Desde el principio pensé que la mejor opción era realizarlo en estudio porque hay muchas escenas que son nocturnas y eso es muy difícil de manejar en una locación real porque la luz condiciona el tiempo de actuación. Ir a estudio implica una apuesta mucho más grande pero lo defendimos a capa y espada.
Mercedes trabaja en equipo junto con Natalia y con el escenógrafo Matías Martínez. Una vez que tienen el guión, intercambian ideas en base referencias, películas, lecturas y el infinito listado de proveedores que, en agendas o en la cabeza, atesora la ambientadora. Para elegir cada uno de los objetos que forman parte de la película se buscaron elementos nuevos, reciclados, de tiendas contemporáneas, del mercado de pulgas o comprados online.
¿Qué sabían de los personajes que interpretan Morán y Darín?
M.A: Él es un es un intelectual con un perfil "nacional y popular", no tiene pose snob. Es profesor de Letras en la Facultad, amante de los autores latinoamericanos. Ella, procede de una familia un poco más acomodada, estudió Abogacía y Sociología y tiene un gusto más refinado que su marido. Son dos profesionales con carreras estables que tienen este departamento que compraron con ahorros de los dos cuando se fueron a vivir juntos a principios de los 90 y que siguen manteniendo muy bien.
Si el film resulta creíble, divertido y conmovedor es en gran parte porque los espacios por los que transitan están en perfecta armonía con sus historias y son verosímiles para los espectadores.
Con esa información ¿cómo trabajaron para lograr una ambientación que los representara?
M.A.: Marcos y Ana están inspirados en intelectuales que conozco. Son muy porteños y eso se nota en el humor, en el nivel de lecturas que manejan. En general, trabajamos con referencias atractivas pero que no fueran muy elevadas para que resultaran verosímiles a esta pareja de clase media- explica Mercedes que también estuvo al frente de la dirección de Los que aman, odian y de la miniserie Vientos de agua, entre otras producciones nacionales.
N.M.: Había aspectos muy específicos en el guión como por ejemplo que ellos eran un matrimonio de muchos años y la casa tenía que reflejar toda esa vida compartida. Una vez que nos involucramos con la historia, tratamos de sentir como los personajes para buscar todos los objetos que los rodean. Por ejemplo, pensamos mucho cuándo habían reformado la cocina. No nos queríamos ir de rosca con algo contemporáneo y usamos materiales accesibles, de la década del 90. Con respecto a los muebles, todos tienen un estilo similar, de la década del 50, pero no cuajan perfectamente; suponíamos que habían heredado algunos, que otros podrían ser del mercado de pulgas.
Detrás de cada elección hay referencias de revistas, de películas y horas de debates y discusiones de equipo.
Tengo en mi disco rígido todos los muebles de la cuidad y cuando surge la idea de un espacio ya tengo una idea de dónde buscarlo
La biblioteca es uno de los espacios que refleja sus gustos.
M.A.: Sí, era fundamental. Queríamos que fuera contundente, que no quisieran separarse por el solo hecho de no tener que desarmarla.
N.M.: Al ser un decorado, la paleta oscura ayudó a que parezca real y, además, me permitió poner algunos objetos en la gama del amarillo y el naranja. Aquí también se ven elementos que que muestran el recorrido de esta pareja. Ellos hablan mucho de la literatura y el arte de Latinoamérica, por eso están las máscaras que trajeron de sus viajes, los aguayos enmarcados, fotos ampliadas en blanco y negro, entre otros elementos que hablan de su generación.
Diarios de rodaje
Punto ciego (Galerna) es el nombre del libro en el que Mercedes Alfonsín relata anécdotas de rodaje, detalla los conceptos visuales rectores de las producciones en las que participó como directora de arte y sus vivencias como mujer en un medio que demanda viajes, momentos gloriosos, tragos agridulces y jornadas interminables mientras la vida sigue transcurriendo entre la pareja, la maternidad y la pasión por el trabajo. "Quise poner una luz sobre todos los que estamos de escena porque hacemos un trabajo que muchas veces parece invisible, pero sin embargo requiere de mucho esfuerzo, amor y respeto".
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