Los principales siete motivos por los que se mueren las plantas
Un cuidado inadecuado puede afectar el crecimiento y la salud de las plantas; cuáles son los errores más frecuentes y cómo solucionarlos para que crezcan sanas y fuertes
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Muchas personas intentan llenar su casa de verde con plantas de interior o embellecer su jardín con especies de exterior. Sin embargo, a menudo terminan con hojas marchitas, tallos débiles y plantas que parecen rendirse sin razón aparente. Los expertos en jardinería identificaron los errores más comunes que llevan a la muerte de las plantas y explican cómo evitarlos para mantenerlas sanas y en crecimiento.
Como todos los seres vivos, las plantas tienen un ciclo de vida que comienza con la germinación, pasa por su fase de crecimiento, madurez y eventualmente muerte. Algunas especies, como las plantas anuales, completan su ciclo en una sola temporada antes de secarse de forma natural. Otras, como los árboles o las perennes, pueden vivir muchos años antes de envejecer y morir. Sin embargo, más allá del tiempo de vida natural de cada especie, existen factores que pueden acelerar su deterioro y hacer que fallezcan prematuramente.
Los expertos en jardinería coinciden en que ciertos descuidos se repiten con frecuencia y comprometen la supervivencia de las plantas. El sitio especializado Epic Gardening presenta los motivos principales que explican la muerte de las plantas.

1. Exceso o falta de riego
El riego inadecuado es una de las principales causas que originan problemas en la vegetación. Tanto el exceso como la falta de agua pueden ser fatales y afectar su desarrollo.
Cuando una planta recibe demasiada agua, es común notar hojas amarillas y blandas, raíces podridas, mal olor en el sustrato y la presencia de hongos. En cambio, si el riego es insuficiente, las hojas pueden secarse y quebrarse, el follaje caer prematuramente y el sustrato volverse extremadamente seco y compacto.
Para evitar estos problemas, es fundamental conocer las necesidades hídricas de cada especie y regar solo cuando el sustrato lo requiera, para asegurar que el agua drene correctamente sin provocar encharcamiento.
2. Mal drenaje
En esa línea, el drenaje del sustrato es clave para evitar que el exceso de agua se acumule y cause pudrición en las raíces. Cuando el agua no puede fluir adecuadamente, la planta puede presentar síntomas como agua estancada en la superficie, mal olor en la tierra y crecimiento lento con hojas decaídas.
Para prevenir estos inconvenientes, es recomendable elegir macetas con orificios de drenaje y utilizar sustratos adecuados que permitan el flujo de agua sin retener humedad en exceso.
3. Falta o exceso de luz
La luz es esencial para el crecimiento de las plantas, pero no todas requieren la misma cantidad. Ubicarlas en un sitio inadecuado puede afectar su desarrollo.
Si una planta recibe poca luz, sus hojas pueden volverse pálidas y débiles, su crecimiento volverse desordenado y alargado y, en el caso de las especies con flores, puede haber falta de floración. Por otro lado, la exposición excesiva al sol puede provocar manchas marrones en las hojas, secado rápido del sustrato y marchitamiento acelerado.
Para evitar estos problemas, es importante investigar las necesidades lumínicas de cada planta y ubicarla en un espacio adecuado según su especie.

4. Uso de macetas inadecuadas
El tamaño y el tipo de maceta pueden influir en la salud de las plantas. Una maceta demasiado pequeña puede restringir el crecimiento de las raíces, mientras que una demasiado grande puede retener humedad en exceso y favorecer la pudrición.
Las señales de que una maceta no es la adecuada incluyen raíces que sobresalen por los orificios de drenaje, crecimiento detenido y un sustrato que no retiene suficiente agua o que permanece constantemente empapado.
Para garantizar el bienestar de la planta, se recomienda elegir macetas del tamaño adecuado y realizar trasplantes cuando sea necesario.
5. Sustrato incorrecto
El tipo de sustrato que se utiliza puede marcar la diferencia en el desarrollo de una planta. Uno inadecuado puede impedir la absorción de nutrientes y afectar la retención de agua.
Si el sustrato no es el correcto, las hojas pueden volverse amarillas y débiles, el crecimiento puede ralentizarse y el agua puede tardar demasiado en absorberse o, por el contrario, drenar demasiado rápido.
Para evitar estos problemas, es recomendable utilizar sustratos específicos para cada tipo de planta, como aquellos diseñados para cactus, orquídeas o plantas de interior.

6. Falta de nutrientes
Las plantas necesitan una serie de nutrientes esenciales para crecer fuertes y saludables. La falta de fertilización puede debilitarlas y hacer que pierdan vigor.
Los síntomas de una deficiencia nutricional incluyen hojas amarillentas con venas verdes, crecimiento lento y una floración escasa o inexistente.
Para evitarlo, es importante aplicar fertilizantes adecuados según la etapa de crecimiento de la planta, lo que asegura que reciba los nutrientes necesarios.
7. Cambios bruscos de temperatura
Las variaciones extremas de temperatura pueden afectar el metabolismo de las plantas y debilitar su estructura. Exponerlas a corrientes de aire frío o calor excesivo puede generar un impacto negativo en su salud.
Los signos de estrés térmico incluyen hojas caídas o quemadas, crecimiento detenido y una pérdida repentina de flores o frutos.
Para minimizar estos efectos, se recomienda evitar cambios drásticos en la ubicación de la planta y protegerla en épocas de transición estacional.
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