Heridas sin sanar: qué dicen sobre nosotros las reacciones negativas
Si deseamos ser verdaderamente libres y plenos, lo ideal es atrevernos a mirar hacia adentro
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Muchas veces, la dificultad que creemos tener no es la verdadera cuestión de fondo. Imaginemos, por ejemplo, que en nuestro edificio aparece una rajadura en el primer piso en el que vivimos. Entonces, tratamos de repararla colocando enduido y pintando la pared. Pero lo que ignoramos es que el problema está en el sótano y de allí proviene. De modo que, por más que nos dediquemos a arreglar arriba, no se logrará reparar totalmente la base.
¿Por qué sucede esto? Porque la raíz está en el sótano. Nosotros, muchas veces, nos dedicamos a arreglar lo que vemos en la superficie, pero hasta que no vayamos a la raíz, muy probablemente sigamos pintando el primer piso. Lo mismo sucede en nuestra vida. Veamos algunos ejemplos de ello:
Una persona agresiva, por lo general, reacciona gritando, insultando e incluso golpeando. Pero el verdadero problema no es la agresión. ¿Cuál es la raíz en este caso? La angustia que no ha podido expresar y gastar.
Una persona que vive criticando a los demás suele tener una lengua filosa y es irónica. ¿Cuál es su verdadero problema? La frustración que ha acumulado en su interior y no ha sido capaz de verbalizar.
Una persona que ha desarrollado el hábito de descalificar a otros, esconde dentro de sí mucho dolor y bronca que la lleva a envidiar y, como resultado, maltratar a quienes son el objeto de su envidia.
Una persona que siempre se angustia y llora, no solo ante sus propias dificultades, sino también con lo que les sucede a sus seres queridos, parecería que es altamente empática; en el fondo reacciona de esta manera porque se activa en ella una herida profunda que no ha cicatrizado del todo.
La raíz de la mayoría de nuestras reacciones negativas frente a la realidad se halla en temas de heridas personales que no hemos podido reconocer, tratar y sanar adecuadamente. Muchas veces, cambiamos el exterior para no cambiar el interior.
Retomando el ejemplo del comienzo, hablamos, “pintamos” e incluso procuramos ayuda para arreglar el primer piso y que la rajadura no se vea. Pero, si deseamos ser verdaderamente libres y plenos, lo ideal es atrevernos a mirar hacia adentro. Porque, cuando uno está dispuesto a bajar al sótano y sanar la raíz, el primer piso quedará totalmente reparado y la “rajadura” subsanada pasará a ser solo un recuerdo.
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