La plaza como club. El espacio público que ahora se usa para (casi) todo
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Cada viernes la Plaza de Barrancas de Belgrano, cerca de la glorieta, se transforma en un gimnasio a cielo abierto, en el que las clases de zumba conviven con las de box o funcional, separadas por unos muros imaginarios. Pero también es un salón de fiestas infantiles donde se celebran cumpleaños y fiestas de egresaditos con animación, y una escuela de danza y otra de fútbol para los más pequeños. La pluralidad de situaciones y eventos que se suceden al mismo tiempo todos los días de la semana le otorga una entidad diferente al mero punto de encuentro o esparcimiento que siempre han tenido los parques: hoy su función es más la de un club que la de una plaza.
Sin duda, la pandemia contribuyó a que esta transformación suceda: después de meses de cuarentena, la gente se volcó a los espacios públicos al aire libre para mitigar los efectos del encierro. Y también para escapar de las restricciones: con los gimnasios cerrados por meses, las grandes cadenas o los pequeños lugares para ejercitarse renacieron con sus clases en las plazas; lo mismo ocurrió con las celebraciones: sin posibilidad de hacer festejos en salones, la plaza se convirtió en una alternativa atractiva cuando el clima empezó a tornarse más amigable. Tal es así que Pablo González, creador de Firulai Eventos, una compañía de animación infantil creada en 2004, asegura que nunca tuvo tantos festejos en espacios públicos como ahora: "Desde hace dos meses venimos trabajando mucho en parques y plazas. Se volvió una propuesta copada en este contexto. Es una modalidad que vino para quedarse".
El arquitecto Guillermo Tella, doctor en urbanismo y director del Consejo de Planeamiento Estratégico de la Ciudad de Buenos Aires, sostiene que tras la cuarentena el cambio en el uso de las plazas fue notorio: "Hoy están llenas de gente, recuperaron su lugar de sociabilidad y son protagonistas en esta nueva normalidad. Después de la cuarentena se recuperó su función esencial: el encuentro de los no iguales, de los diversos. Históricamente la plaza siempre fue el lugar de fortalecimiento de la sociedad, de la sociabilidad –plantea–. Después ese lugar se fue perdiendo y la plaza pasó a ser un lugar de circulación, de tránsito y desplazamiento. Yo creo que es una consecuencia favorable de la pandemia, ojalá se sostenga pero para eso se necesita garantizar plazas de proximidad. Hay sobreoferta en algunos barrios y vacancia en otros, especialmente en la zona oeste de la ciudad".

En la misma línea, el arquitecto Darío López, socio del estudio Arquitectonika, destaca el hecho de que las plazas hayan vuelto a su origen, para lo que fueron creadas: "Eran lugares de encuentro de todos. Históricamente era así, se fue desdibujando porque además los que podían reemplazaban la plaza por el club. Pero hoy vuelve a ser un lugar de relevancia, muy valorado y de usos múltiples: se transformó en un gimnasio a cielo abierto, en un lugar de festejos, en un sitio para ir a comer... Sin dudas con la pandemia hubo una revalorización de la plaza y de los centros barriales, de cercanía. La gente empezó a redescubrir su barrio, a caminarlo, a ir a la plaza que le queda cerca. Esto necesariamente nos hace repensar el diseño: el verde debe ser para pisar, debe haber lugares más grandes y sectorizados para hacer deportes, para comer, para reunirse".
Como concepto, apunta López, la plaza no evolucionó tanto o, en todo caso, no al ritmo de los cambios sociales. "Si bien mejoraron los materiales, se sigue sin pensar en los nuevos usos y la pandemia eso lo puso muy de manifiesto –señala–. Y está el tema de la convivencia, que es un desafío: cuando la usan pocos, no hay peleas. Cuando lo usan varios, aparecen los problemas. Es igual a lo que pasa con los amenities de los edificios. La clave es pensar en el otro; si estoy leyendo y tengo al lado una clase de gimnasia con música, tal vez podría buscar un lugar más alejado. No debería ser un problema que todos hagan uso de ese espacio".
Por su parte, Tella reconoce que la hostilidad que puede aparecer en el uso de este espacio público puede estar relacionada con el confinamiento: "Hubo gente muy muy contenida durante meses y cuando se habilitaron los espacios públicos después de meses de esfuerzo familiar por cumplir con un proyecto sanitario, la gente salió descontroladamente –señala–. Y por otro lado estamos mas intolerantes, hay reacciones abruptas, desmedidas. La descompresión trajo estas consecuencias. Llegará un momento de equilibrio donde bajará la efervescencia y en el que aprendamos a convivir en armonía. También hubo un relajamiento de los controles, Tendemos a ser laxos o transgresores de las normas, incluidas las de convivencia. Por eso creo que marcar los límites, cuando se trata de un espacio de uso común, es necesario".
El psicólogo y psicoterapeuta experto en vínculos Miguel Espeche, coordinador general del Programa de Salud Mental Barrial del Hospital Pirovano, da cuenta de que hay un lógico desorden en relación al uso: "Es comprensible esta explosión post cuarentena estricta. Se sobrecarga un espacio verde que antes tenía su propio ecosistema, en el que había una cierta regulación emocional de las plazas, con las voces de los chicos marcando su musicalidad característica –comenta–. Tal vez falta un poco de regulación, no porque alguien esté haciendo algo mal, sino porque como en todo proceso es necesario cierto orden, como puede ser sectorizar las áreas de deporte o de reunión. Sin duda, ante esta novedad surgen situaciones que ponen a prueba la capacidad de todos de tener en cuenta a los otros, algo que es difícil porque en todo grupo humano aparecen los desubicados. Es para ellos que está bueno que haya una normativa", plantea el especialista.
Cumpleañitos y más
La agenda de Firulai Eventos de la semana pasada estaba llena, algo que viene sucediendo desde que las restricciones por la pandemia empezaron a aflojar. Cumpleaños, fiestas de egresaditos y reuniones de fin de curso, como para que los chicos jueguen y vuelvan a verse las caras, forman parte del día a día de Pablo, su creador: "Estamos con eventos todos los días y desde hace dos meses venimos teniendo cuatro en promedio porque además de los cumpleaños se suman los egresaditos", cuenta González, que también es mago.
Entre las plazas donde más trabaja están la de Chile, la de Alemania y la de Naciones Unidas (al lado de la Facultad de Derecho, donde está la Floralis). También recurre a los parques Rivadavia y Saavedra que tienen amplitud: "Muchas tienen la particularidad de que están enrejadas y eso da un marco de seguridad para las madres y padres. Siempre nos ubicamos en un sector apartado, que delimitamos con unos conos más que nada para que los chicos del cumple no salgan de ahí porque al ser en una plaza los tenés que controlar mucho más."

Pablo asegura que más allá de la pandemia, que solo permite reuniones de más de 20 personas seguras al aire libre, la cuestión económica también influye a la hora de elegir festejar en un parque: "En una plaza pagás la animación y listo. Y te da la posibilidad de festejar con dos o tres cumpleañeros y dividir el gasto, que no es algo menor es este contexto económico que nos afecta a todos -dice-. Además no hay un limitación con el número de chicos por el espacio como puede haber en un salón . El límite en una plaza es más amplio".
Sin embargo, hay un punto clave a la hora de hacer una animación (con música y escenografía como propone Firulai) en un lugar público: la convivencia con los que están la plaza. "Somos muy cuidadosos a la hora de no molestar a los demás con la música. Hay un respeto mutuo: la gente entiende que es un evento privado y no se mete. Y nosotros entendemos que no debemos molestarlos con el sonido", plantea.
El miércoles pasado Gaspar tuvo su fiesta de 6 años en Plaza Chile. Mercedes Quintana, su mamá, cuenta que la plaza fue la solución para que su hijo tuviera su ansiado festejo de cumpleaños. "Otros años me resistía a hacer toda esta movida porque me resultaba compleja, pero este no me quedó alternativa –dice Mercedes–. Probablemente él hubiera querido hacer el cumple en un pelotero, pero la verdad es que fue la única manera de hacerlo. Yo le digo que es un privilegiado porque cumple en diciembre y un montón de chicos que cumplieron años meses antes no tuvieron la posibilidad de tener la fiesta con todos sus amigos".
De alguna manera, para Mercedes, hacer el cumpleaños ahí no deja de ser una manera de cerrar un año en el que ir a la plaza fue la salida familiar por excelencia: "Vivimos en Almagro y desde que se habilitaron las plazas venimos todos los fines de semana. Durante muchos meses fue nuestra salida. Antes de la pandemia lo hacíamos pero no tanto. Elegimos esa plaza porque empezamos a ir cuando empezó a aflojar la cuarentena, la conocemos y nos gusta", dice Mercedes, que llevó una heladerita con juguitos individuales y armó pequeñas viandas con snacks para cada niño. "La desventaja que le veo es que en relación a la seguridad, es una obligación que cada niño vaya con sus padres para controlar que no se escapen; la otra contra tiene que ver con las niñas y el baño, que obviamente no hay. Pero son eventos más cortos, de no más de dos horas".
Por su parte, Cinthia Rosenfeld, profesora de danzas de la escuela La Sede Arte y Danza (@lasedeartedanza), en Las Cañitas, asegura que dar clases en distintas plazas de la ciudad la salvó "económica y psicológicamente": "Yo me autonombré ‘la reina de las plazas’. Cuando llegó la autorización de la actividad física grupal en lugares abiertos, empezamos con las clases al aire libre y fue increíble la respuesta: en dos o tres días ya teníamos armados 15 o 16 grupos de 10 nenas cada uno. Fue la solución más fácil y segura para todos. Siempre hago el chiste de que tengo como una especie de pyme en las plazas. Por suerte pude darle trabajo a un montón de profesoras y para las nenas y nenes es un espacio de juego, de conexión muy necesario". Con un nutrido staff de profesoras, la escuela de Cinthia da clases en 5 o 6 plazas de Belgrano, Villa Urquiza y también en Parque Centenario.
"Tenemos la flexibilidad de ir adonde nos requieran. Dentro del año difícil que tuvimos los que trabajamos en lo artístico, terminamos bien. Formamos grupitos de un máximo de 10 nenas, cada una tiene que tener un adulto a cargo; la idea es que sea una hora para conectarse con la música, que aprendan, que la pasen lindo. Metemos mucho juego, un poco de danza clásica y baile para divertirse. Muchas viene lookeadas y pintadas."

Respecto de la convivencia con los demás usuarios del espacio público, Rosenfeld asegura que suele ser armónica: "Hay de todo, en general la gente tiene buena onda. Por supuesto nunca falta el desubicado que te encara de forma medio rara y te dice ‘esta es la vía pública’. Otros piensan que es una actividad gratuita y les explicamos que somos una escuela de danza privada. Para mi la plaza es como un club, el nuevo lugar de encuentro. Yo me crié en uno, y lo que siento es que esa identidad o lugar de pertenencia que uno tenía con ese club es trasladable al que se tiene con una plaza. No da lo mismo ir a una que a otra. Se elige una plaza y es para siempre", reflexiona la docente de danza, que puede volver a abrir su estudio pero solo al 25% de su capacidad. "No se si me conviene reabrir así, por ahora seguimos en las plazas".
Ayelén Larumbe tuvo su baby shower (el primero de unos cuantos que vendrán) en una plaza cercana a su casa, en Bernal. "Voy por la semana 24, este es mi segundo hijo y fue un embarazo raro, la mayoría no me vio con panza. Por eso quisimos hacer algo al aire libre para que mis amigas me vean y al mismo tiempo que sea de forma segura. En ese sentido, la plaza surgió naturalmente porque fue y es el punto de reunión en pandemia. Yo digo que es la extensión de mi casa. Incluso acá hago yoga para embarazadas, fue la fiesta de egresados de primaria de mi sobrina donde hubo carnaval carioca. También me junté a comer con unos amigos en unas mesitas que hay y mi hijo alucinaba porque no podía creer que se pudiera hacer eso en un parque. La verdad este año hice de todo en las plazas", resume Ayelén, que es especialista en Recursos Humanos y tiene una consultora de búsqueda, selección y capacitación llamada Compañía de Talento Organizacional (@cia.talentoorg). Como medida de seguridad, Ayelén evita ir los fines de semana en el que suele haber más gente: "Me parece mejor ir en la semana que está más tranquilo y podés hacer un mejor uso del espacio público. Igual si no me siento cómoda, me voy a otro lugar, no soy de confrontar mucho", afirma.
En un año donde la vida transcurrió puertas adentro, la plaza emergió como un lugar de (re) encuentros, de festejos, de bienestar físico y mental. Un club de cercanía, con acceso libre y gratuito en el que el único requisito de ingreso y permanencia es cuidarlo y convivir en armonía. Y en el que la autorregulación es más necesaria que nunca.
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