Ramiro Arzuaga, de ambientar los cumpleaños de Mirtha a las ceremonias del té: “La gente vio mi casa en las redes y quería conocerla”
Su vivienda se convirtió en un hito glamoroso, a metros de la avenida Alvear, donde el decorador en el que confían las celebridades cuenta sus secretos
10 minutos de lectura'

“Como fui mostrando mi casa en las redes sociales, la gente se interesó por conocerla, así que hace más de un año comencé con los encuentros”. Se trata de Casa Arzuaga, la mansión que, durante el mes de diciembre, ofrece a los transeúntes de la calle Montevideo un clima navideño de ensueño, ya un clásico de las semanas previas a la Nochebuena.
“A la gente le encanta pasarse la tarde en la mesa del comedor charlando conmigo. Pude fusionar la experiencia de tomar el té, que los asistentes se sientan agasajados por mí y, además, poder enseñarles cómo se hacen los arreglos florales”.

<b>“No importa dónde se viva, con pequeños detalles a uno le cambia el humor”</b>,
La historia del palacete porteño
“Vivía a siete cuadras y, cada vez que pasaba, admiraba esta propiedad. Tenía un cartel gigante de venta y eso me llevó a poder conocerla por dentro. Cuando la vi, me enamoré”, explica Arzuaga sobre la mansión que remite a una Buenos Aires de otros tiempos. A una Belle Époque donde esa zona de la ciudad cobijaba a las familias más selectas de apellidos de linaje.
La propiedad, en venta, se encontraba en muy buena forma de conservación y sin refacciones que podrían haber alterado su identidad original, ni siquiera se había cometido el sacrilegio de bajarle los techos. “Luego de verla, debido a su valor, entendí que no la podía comprar, pero me fui contento por haberla conocido, percibí que tenía una energía divina”.
Tal era su obsesión por la vivienda que, como ya la había visto publicada en un portal de compra-venta de propiedades, conocía de memoria cada detalle de la misma. “Había tenido acceso a los planos, así que la conocía mejor que la persona de la inmobiliaria que me había acompañado a visitarla”.
La cifra millonaria en la que estaba valuada la propiedad no lo amilanó. “Como ya tenía el ´no´, se me ocurrió algo descabellado, a través de la inmobiliaria contactarme con los propietarios y proponerles mudarme sin costo, pero haciéndome cargo de todos los arreglos que hubiera que hacerle a la casa, mantenerla divina y pagar todos los servicios”.
Se reunió con los dueños en la vivienda, les contó su idea y, a los quince días, llegó el esperado llamado con la aceptación de la propuesta. Arzuaga modificó la cocina y algunos otros ambientes y puso manos a la obra en todo lo concerniente a la ambientación.

Construida en 1926 por el estudio de arquitectura Villalonga y Milberg, fue habitada un año después. “Estos petit hotel eran muy habituales en esa época, porque las familias más adineradas vivían en el campo y en Europa la mayor parte del año, y utilizaban este tipo de casas para pernoctar durante dos o tres meses”.
El estilo francés se respira en cada rincón. “En el comedor, hay un timbre en el piso para llamar al personal de servicio y está ubicado a la altura de la mitad de la mesa, ya que, en la tradición francesa, no se usaban las cabeceras”.
Camino al andar
Nació en Pergamino, pero su familia es de Arrecifes. Hijo de una profesora de geografía y un bioquímico, en esa ciudad residió hasta los 18 años.
Luego de muchos años de vivir en la ciudad de Arrecifes, sus padres se mudaron a un campo cercano. “Era un lugar muy social, recibíamos visitas permanentemente. Ahí comencé a interesarme por la ambientación navideña”.

Pasada la adolescencia, se mudó a Buenos Aires para cursar arquitectura en la Universidad de Belgrano. En ese tiempo, vivió en un departamento que sus padres tenían en Rodríguez Peña y Santa Fe, a siete cuadras de su actual vivienda.
“Estudié cuatro años y dejé porque comencé a trabajar dibujando en estudios arquitectura y en casas de muebles”. También fue camarero por horas en hoteles cinco estrellas (Madero - Faena) hasta ascender a host de los mismos. En esos espacios despertó su pasión definitiva por la decoración y el diseño de arreglos con flores.
También trabajó en producción de shows musicales, donde, obviamente, su rol era atender los pedidos de los artistas y decorar los camarines de acuerdo a esos caprichos de divos.
En 1998 se casó con su novia, después de siete años de relación. Vivieron juntos tres años en Buenos Aires y luego dos más en Los Ángeles, Estados Unidos. “Luego de esa experiencia me separé y, en 2004, volví a Argentina con una nueva vida”. Hace cuatro años está en pareja con Nacho, fotógrafo y diseñador multimedial, con quien convive en la mansión de Recoleta.
En 2008, en el Open House realizado en el Plaza Hotel, pudo mostrar su arte ante un público más numeroso. “Mi espacio fue votado como el mejor, ese fue un puntapié inicial, ahí comencé a trabajar a full en mi rubro”.
Las fiestas de los famosos
El hombre de sonrisa instalada en su rostro, es uno de los ambientadores más solicitados de nuestro país, famoso por realizar la puesta en escena de las últimas fiestas de cumpleaños de Mirtha Legrand.

Dos años después del Open House, fue convocado para ambientar el casamiento de Mauricio Macri y Juliana Awada. “Fue mi primer evento importante para personalidades famosas”.
Luego llegarían las bodas de Wanda Nara y Mauro Icardi y de Paula Chaves y Pedro Alfonso. “También hice la boda de Florencia Peña en Salta y la de Nicole Neuman. Y, desde hace casi diez años, hago el cumpleaños de Mirtha Legrand, que es una locura lo que genera”.
Hace casi una década, vio por televisión cómo Mirtha y “Goldy” Legrand habían decidido celebrar un nuevo año. “Me dije ´qué divertido debe ser armar esa fiesta´”. A los pocos meses, fue invitado a Las rubias, el programa que conducía Marcela Tinayre y ahí mismo, sin pudor, le dijo a la anfitriona del ciclo que le gustaría mucho ambientar el cumpleaños de su madre. Logró su cometido y, al año siguiente, debutó en ese desafío.
“Fue un despegue para mí, mucha gente viene a mis cursos porque me conoce por verme en los cumpleaños de Mirtha”.

“No importa dónde se viva, con pequeños detalles a uno le cambia el humor”
Periódicamente, Arzuaga convoca a encuentros públicos -previa cita-, generalmente reuniendo a una audiencia femenina ávida de entender las claves del buen gusto, conocer los secretos del armado de la decoración con flores y, además, a partir de la exposición de una especialista, avanzar en la ancestral ceremonia del té y conocer algunas de las claves para lograr una infusión perfecta y fuera de lo común.

“Llegué especialmente desde Tucumán para asistir a este encuentro con Ramiro, a quien admiro mucho”, confiesa una señora que aterrizó horas antes en Aeroparque para participar del selecto ritual con atmósfera exclusiva.
El frío invernal invita a participar del encuentro regado por la infusión que se cree descubierta accidentalmente por el emperador Shen Nong. También es ancestral la tradición de jugar con las flores para la confección de arreglos, algo que ya ejecutaban los antiguos egipcios, quienes valoraban la simbología de los pétalos, un ritual que también los japoneses hicieron muy propio.
“Hace muchos años que dicto cursos para trasladar mi experiencia, contar cómo fue mi recorrido en este trabajo. No hay nada más lindo que poder transmitir lo que uno hizo para poder contagiar el amor por la decoración”, reconoce Arzuaga.
“No importa dónde se viva, con pequeños detalles a uno le cambia el humor”, dice el erudito casi ofreciendo una suerte de receta que trasciende lo estético para abordar cuestiones que hacen a la emocionalidad. De eso se trata. “No hay que tener mucho dinero, sino creatividad”.
“Vinimos con mi hija porque somos fanáticas de lo que hace Ramiro”, explica una señora cuyo perfume desafía cualquier olfato. También hay un grupo de amigas que decidió pasar la tarde de sábado de una manera diferente.

A medida que las “invitadas” van llegando a la mansión, una paquetísima sala de estar las recibe en el primer piso. El prólogo a la gran velada. Hablan en voz baja, como pidiendo permiso, pero, un rato después, todas conversarán a viva voz como conocidas de toda la vida. Puntualmente se abre la puerta corrediza de dos hojas. Detrás, irrumpe en escena Ramiro.

“Si no tengo flores en casa, siento que me falta algo”, afirma el anfitrión mientras pone manos a la obra con los inusuales tulipanes, la vedette: “Es un privilegio tener esta flor a esta altura del año”.

El mantel que cubre la gran mesa donde se disponen las asistentes lo utilizó en algún cumpleaños de Mirtha Legrand, lo cual le confiere al objeto casi un valor fetichista. Sabe que el dato no pasará inadvertido para la decena de señoras que, indudablemente, también son público cautivo de la estrella televisiva.
Para cada celebración de “La Chiqui”, Arzuaga piensa ideas novedosas, como sucedió hace un par de años cuando cada invitado se llevó un abanico que llevaba impresa alguna de las icónicas frases que la diva suele repetir. “Este programa trae suerte”, “Como te ven te tratan”, “Les he dado mi vida”.
El terror de todo ambientador
Nada es casual. Ramiro Arzuaga conoce de sacrificios. Detrás de las fiestas glamorosas se esconde un trabajo exhaustivo que incluye amanecer varios días por semana cuando aún es noche cerrada para ir a comprar al mercado de las flores que abre sus puertas de madrugada.
“Llueva o truene, haga frío o calor, me levanto a las tres de la mañana para ir a comprar las flores”, les explica a las asistentes del evento Té y flores. Todas lo miran asombradas. El glamour también tiene su costo.
Como en todo oficio, los riesgos existen. Y, si toda persona que organiza una fiesta, busca que todo salga bien, para el ambientador esa presión es doble, debe atender las necesidades de sus contratantes y lograr que todos los asistentes a cada evento lo disfruten de comienzo a fin.
“El terror de todo ambientador es que se corte la luz y no anden las arañas dispuestas en los eventos o que llueva a mares antes de una fiesta al aire libre, como me sucedió en el casamiento de Nicole Neumann”, recuerda.
Así como conoce en detalle el paso a paso de una fiesta, también es consultado para la decoración de viviendas particulares, otra de sus especialidades: “En la decoración de una casa no pueden faltar los objetos que hablen sobre quienes la habitan y que tengan una historia detrás, cuando entrás a Casa Arzuaga rápidamente te das cuenta que es mía”.

A la hora de pensar en las elecciones del público, reconoce que “el argentino es muy clásico, se anima poco a los colores. Por suerte, se está usando el maximalismo, algo que me encanta, porque soy fanático de mezclar colores y estilos”.
Buscando aportar sus conocimientos para hacerle “vistosa” la vida a la gente se asoció con una arquitecta para el reciclaje de viviendas y la posterior decoración. Este año estará en Casa FOA. “Será un espacio muy mío y disruptivo”.
1El viaje continúa. Bodega El Esteco abre un nuevo capítulo con la presentación de su enólogo: Claudio Maza
2El paraíso favorito de las cucarachas: este es el aparato que se usa todos los días y que más atrae a estos insectos
3Cinco mejores frutas para reducir el hígado graso de forma natural
4¿Es pinsa o pizza?: un grupo de amigos descubrió esta variedad romana y la de mortadella y pistachos es famosa en el barrio





