
Violencia de género
Entrá a la guía de servicio y encontrá los tips de los expertos sobre cómo prevenir, actuar y encontrar ayuda frente a este problema.

Quedarse en casa implica experiencias muy diversas para cada familia. Hay quienes tienen varios ambientes y espacio al aire libre, y hay quienes no cuentan con un balcón ni con rayos de sol a través de la ventana. Están los que se quedaron solos y están los que conviven de a muchos; los que disfrutan de su familia como nunca antes y también los que planean un divorcio para el primer día de libertad. Incluso hay quienes están viviendo en otro lado, porque el virus los encontró en medio de un viaje. El abanico es amplio como en la vida normal, pero la diferencia es abismal cuando la circunstancia implica una convivencia repentina y absoluta con un agresor.
Cientos de mujeres se encuentran presas en la situación aterrorizante de estar aisladas en sus casas con personas que las violentan. Desde el 20 de marzo hasta el 30 de abril, ocurrieron 36 femicidios en nuestro país y el 72% de las víctimas asesinadas desde el comienzo de la cuarentena murieron dentro de su hogar. Esta realidad se refleja también en un incremento exponencial de las llamadas a la línea 144, que ofrece orientación y asesoramiento profesional para quienes padecen violencia de género, que treparon a un promedio de 345 consultas por día. La pesadilla de la violencia de género se profundizó con la cuarentena: veinticuatro horas de convivencia y las posibilidades de buscar ayuda muy limitadas. Claro, ahora es casi imposible salir corriendo, confesarse con alguien o hacer una llamada de emergencia.
Muchas mujeres ya venían sujetas a un aislamiento exigido por su agresor: en muchos casos, es muy común que se vean obligadas a romper ciertas relaciones, a no hablar en profundidad con nadie y a abandonar ciertos circuitos, entre ellos las redes sociales. El agresor puede no ordenarlo directamente, pero sí hacerle sentir a la mujer que está en problemas cada vez que se la etiqueta en una publicación, cuando habla mucho tiempo por teléfono o cuando le revisa sus conversaciones de WhatsApp. Las víctimas de violencia de género, además de haber roto relaciones con su contexto, ahora se encuentran inmersas en el segundo aislamiento, que es el causado por la emergencia de la COVID-19.
Los lugares orgánicos por los que antes circulaban, como los negocios del barrio, la puerta de la escuela o las charlas con una amiga o vecina, operaban como una especie de contraseña de alarma, con la que hoy muchas de ellas ya no pueden contar. Es allí donde alguien las veía y podía saber que estaban vivas. Pero hay un tercer factor que contribuye al aislamiento, y es importante tenerlo en cuenta porque puede ser una herramienta para dar ayuda y hasta salvar una vida. El "no te metas", tan instalado en nuestra cultura con relación a que "cada pareja es un mundo" y la suposición de que una no puede opinar sobre lo que ocurre en una casa puertas adentro, hoy se ve potenciado y refuerza el aislamiento que esa mujer tenía.
Nos repitieron tantas veces "no te metas, no es asunto tuyo" que lo naturalizamos y, de manera automatizada, hemos callado frente a situaciones que nos hacían ruido. A lo mejor te pasó de quedarte pensando "¿debería haber dicho o hecho algo?" frente a un "chiste" que te pareció ofensivo, algún gesto o comentario que te pareció fuera de lugar o una situación incómoda por su agresividad. Los psicólogos llaman a esta naturalización algo que "se mamó con la leche tibia", es decir, algo que existió desde el momento del nacimiento, que consumimos en nuestra cultura desde chicas, algo tan tempranamente incorporado que es muy difícil de ser modificado, excepto con un trabajo terapéutico o de reflexión.
A veces, desde afuera, notamos signos de violencia incluso antes que la persona que los padece. En otras situaciones, ella sabe que aquello que le pasa no está bien, pero no tiene idea de qué hacer, siente miedo o vergüenza. Es ahí donde podés ayudar, desde tu lugar de amiga, vecina o familiar, simplemente no quedándote en silencio. El acto de visibilizar es como el RCP de la violencia: es la primera ayuda, que surge de empatizar con lo que está pasando. Pero ¿cómo hacerlo? Es importante actuar con cuidado, sabiendo que el nivel de conciencia de esa mujer puede ser muy variable; los expertos lo definen a través de estadios y tu modo de operar debe ser distinto. No es lo mismo actuar frente a una mujer que sabe lo que vive que frente a una que no.
La violencia física, por lo general, es abrupta, evidente y fácil de detectar cuando la estás padeciendo, y también desde el entorno. La violencia no física, en cambio, puede ser de una sutileza tan hiriente como imposible de definir o de poner en palabras. Por eso, es la más difícil de descubrir y de sacar a la luz. Se denigra sin llegar a insultar, se descalifica y se desautoriza constantemente. Es una versión "refinada" de la violencia física, tanto que muchas veces cuesta entender que eso es violencia y que no debería ocurrir. Se ejerce desde un lugar "intelectual", en forma de crítica, de humillación, en ocasiones de vigilancia excesiva, con la cual se menosprecia lo que la mujer hace, lo que dice, su conducta y cómo se viste.
En muchos casos, se carece de un registro claro de esa violencia porque forma parte de aquello a lo que una está acostumbrada, se lo tiene incorporado por la educación, por la cultura en que crecimos o por la familia. Si bien hubo grandes avances, muchas mujeres de esta generación crecieron en hogares patriarcales, donde estaban naturalizadas muchas cosas; los expertos lo llaman síntomas "sintónicos", son esos casos en donde tenés algo tan incorporado que no te das cuenta si te hace mal, te duele o te molesta.
No sabemos cuántos días más estaremos en casa por el aislamiento obligatorio, pero son días para estar más atentas y conscientes que nunca, de nuestra propia realidad y la de las mujeres que tenemos a nuestro alrededor. No estamos solas. •

Si tu conocida está en instancia "verde", vas a tener que ser muy cuidadosa con la forma en que te referís al tema porque ser muy tajante puede hacer que no la veas nunca más. "Che, ¿vos todo bien con esto que él te dijo?", puede ser un ejemplo de cómo abordarla. Habiéndote ubicado en esto, podés hacer "la primera escucha", es decir, ser quien facilite la ruptura del hielo, como un primer paso para que busque ayuda.
Durante el aislamiento será de manera remota:
Femicidios cometidos durante el período de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio por COVID-19 (del 20 de marzo al 14 de mayo)
49 femicidios vinculados de mujeres
4 de las víctimas de femicidio eran niñas
61 hijos se quedaron sin mamá y el 72% son menores de edad.
1 de cada 5 de ellas había realizado denuncias previas
67% de los femicidios fueron parejas o ex parejas.
Provincias con más femicidios: 24 en BA, 4 en Santa Fe, 4 en Tucumán, 3 en Misiones.
La información sobre el tema en canales masivos de comunicación es importante porque acompaña y pone a mano alternativas para pedir ayuda y soluciones que pueden salvar vidas.
Línea 137 es un documental dirigido por Lucía Vassallo, con guión de Marta Dillon, que muestra el trabajo cotidiano de los operadores de la línea gratuita 137. Esta línea de contacto pertenece a un programa llamado "Las Víctimas contra las Violencias", un servicio que interviene en conflictos de violencia machista, sexual e intrafamiliar en el ámbito de CABA, Chaco y Misiones. Se estrenó el 16 de abril y podés alquilarlo por CinearTV.
Expertas consultadas: Ana Inés Álvarez. Lic. en Trabajo Social de la UBA, responsable de la Promesa para Erradicar la Violencia hacia Mujeres y Niñas de la Fundación AVON. Mariana Isasi Oficial de enlace del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Argentina. Alicia Ghislanzoni. Psicóloga (MN 129), especialista en adicciones. Coordinadora terapéutica del Centro "Mujeres Integradas". Ada Beatriz Rico. Presidenta de la asociación civil?La Casa del Encuentro y directora del Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano.




