Agustín Rossi, un mes vertiginoso a la cabeza de un gabinete desmembrado por la interna oficialista
Sin reuniones conjuntas desde noviembre, varios ministros se alinean con el Presidente o toman distancia por su cercanía con el cristinismo; sin recibir críticas, Massa es la apuesta máxima de la mayoría
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Hace poco más de un mes, Juan Manzur daba por terminada su tarea como jefe de gabinete de Alberto Fernández: quince meses habían pasado de la euforia e hiperactividad inicial a una gestión de bajo perfil, deshilachada y complicada por las internas en el Frente de Todos. Un mes después de haber sucedido al hoy ya nuevamente gobernador de Tucumán en ese cargo, Agustín Rossi acumula horas y horas de presencias mediáticas (un promedio de dos entrevistas en alguna plataforma por día, según comentan a su lado) y se transformó en una de las espadas más enérgicas y visibles en defensa del Presidente, aunque poco ha podido (o querido) hacer para remendar la imagen de un Gabinete desmembrado, que no se reúne formalmente desde el 30 de noviembre, y en el que cada integrante pareciera estar atendiendo su juego, con vistas a la temporada electoral que se avecina.
“A Agustín no le gustan las reuniones de Gabinete, prefiere reuniones por área, en temas específicos”, justifican muy cerca del Presidente ante la ausencia de fotos conjuntas, una imagen que muchos en el Gabinete dan como parte del pasado. “No tiene sentido hacer una reunión ahora, es un síntoma del desorden o de la descomposición”, reconoce un habitué de esas reuniones, que para Rossi -según comentan a su lado- son “demasiado generales”, por lo que prefiere “resolver temas concretos” sin necesidad de reunir a la veintena de ministros más los secretarios, muchos de los cuales sostienen distintas posturas en relación a las PASO, la decisión del presidente Alberto Fernández de pelear por su reelección y el “operativo clamor” del cristinismo puro para que Cristina Kirchner revea su decisión de no ser candidata, o al menos sea quien decida el destino electoral del Frente de Todos, como lo expresara Máximo Kirchner en su discurso del sábado de la semana pasada en Avellaneda.
“Todos los que hablaron con Agustín han tenido una respuesta acorde. El Gobierno está trabajando y no hay nada trabado por la interna política”, defienden a Rossi cerca de su despacho, en el primer piso de la Casa Rosada. Allí también minimizan los roces por el envío de ingenieros del Ejército para participar del operativo anti-narco en Rosario, una iniciativa “que se le ocurrió al Presidente”, a la que se opusieron en principio el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, y, en un tono más discreto, su par de Defensa, Jorge Taiana. “A Aníbal, a veces, le funciona más rápido la lengua que la cabeza”, criticaron desde el seno del albertismo al ministro de Seguridad, que dijo estar en contra de la medida pero luego afirmó que la acataría por tratarse de una orden presidencial.
“La inclusión de Rossi es un gran aporte”, comentan desde el despacho de un albertista de la primera hora. Y señalan que, además de su comunicación permanente con el Presidente, interactúa con otros funcionarios del círculo presidencial como el canciller Santiago Cafiero; el vicejefe de gabinete Juan Manuel Olmos; y el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. “Agustín está muy limitado por el tiempo que le queda, tal vez no está tan en el día a día de la gestión. Pero tiene los fierros y tal vez pueda ser el jefe de campaña del frente”, esboza el experimentado funcionario.
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Rossi, que no cambió ni piensa cambiar los cuadros heredados de Manzur que lo acompañan en su despacho, descarta sin dudar ser candidato a Presidente. Elogió, en la intimidad, las palabras de la vicepresidenta en Río Negro, y toma distancia del camporismo que la idolatra. “El del sábado fue un acto muy malo”, lo escucharon decir al rosarino en referencia a las críticas al Presidente que se vertieron allí.
Sin diálogo con el Presidente, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, mantiene las formas, como el acto en el que acompañó a Rossi en la reunión con el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, donde se anunciaron medidas para el combate al narcotráfico. Al mismo tiempo, participa del “operativo clamor” (estuvo en Avellaneda, aunque no habló) y multiplica sus reuniones con gobernadores y representantes de distintos sectores, siempre con la perspectiva de ser el candidato del cristinismo si la ex presidenta reafirmara su negativa.
No es De Pedro el único que apunta al futuro en el gabinete. Los movimientos de Victoria Tolosa Paz (Desarrollo Social), también orientados a la provincia de Buenos Aires, y Matías Lammens, en la ciudad de Buenos Aires, apuntan a candidaturas aún incipientes, pero en las que ambos tienen cifradas esperanzas.
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Entre unos y otros, Sergio Massa (que asumió en agosto y participó de contadas reuniones de gabinete) se concentra según sus allegados “únicamente en timonear la economía”, mientras produce algunos gestos de diferenciación, como haberse ubicado en un palco, junto a sus antecesores en la presidencia de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez y Eduardo Camaño, durante la Asamblea Legislativa. Cerca del Presidente, y también desde el cristinismo, coinciden en evitar criticar al tigrense. “Necesitamos que le vaya bien”, repiten casi como un mantra de uno y otro lado de la interna oficialista, mientras cerca del ministro de Economía elogian a Rossi, aseguran que muchas variables “se están estabilizando” y valoran que “todos entienden que no hay plan B”, a pocos meses de unas elecciones en las que la economía (y tal vez Massa) ocuparán un rol central.
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