Alegría del FPV y cautela radical, el fuerte contraste en Diputados
Las reuniones de sus bancadas mostraron ayer la diferencia de ánimos que atraviesan a cada fuerza
En el tercer piso del palacio del Congreso sonaban los vítores y aplausos. "Fueron tres años y medio de resistencia al gobierno de Mauricio Macri, nos merecíamos el festejo", celebraban los diputados del Frente para la Victoria (FPV), reunidos por primera vez tras el triunfo de Alberto Fernández en las primarias. Al otro lado de la avenida Rivadavia, en el quinto piso del edificio anexo de la Cámara baja, los diputados del radicalismo, entre la catarsis y la resignación, llegaban a una conclusión compartida: solo habrá posibilidad de reducir los daños de la derrota si la economía se encauza y ofrece signos vitales de estabilidad.
Todo era alegría y efusividad en el bloque kirchnerista. Todo era incertidumbre y cautela en Cambiemos. Empero, pese a que la situación invitaba a que unos y otros se cruzaran palabras destempladas o gestos revanchistas, lo inédito fue que en ambas tribus primara la prudencia. En el kirchnerismo nadie quiere alterar la frágil "pax política" con sesiones alocadas; ni siquiera el reclamo para que se declare la emergencia alimentaria, alentado por los intendentes bonaerenses peronistas y que hoy llevarán al Congreso representantes de movimientos sociales, modificará su estrategia de evitar que cualquier chispa genere un incendio.
Esa misma prudencia manifiestan respecto del proyecto de ley que prometió el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, para renegociar la deuda local de mediano y largo plazo. El jefe del bloque del FPV, Agustín Rossi, fue claro en una reunión que mantuvo, el jueves pasado, con Emilio Monzó, presidente de la Cámara de Diputados, y el jefe del interbloque de Cambiemos, Mario Negri. "Si el Gobierno quiere que haya consenso, nos tienen que anticipar al menos los trazos generales para -eventualmente- nosotros tomar una decisión", sostuvo. Y advirtió sobre la estrategia dual que instrumentó el Gobierno sobre la renegociación de la deuda.
Sin apuro
"Con los acreedores externos negociará directamente, a partir de las propuestas que hagan los bancos. Seguramente les dará mejores condiciones. Con los acreedores locales mandará un proyecto al Congreso. Esto es inequitativo", enfatizó Rossi.
El jefe del bloque kirchnerista habla con la tranquilidad de saber que no tiene apuro en aprobar un proyecto sobre la renegociación de una deuda cuyos vencimientos operan, en definitiva, entre 2020 y 2023. El oficialismo tampoco tiene presiones para apurar la iniciativa, pero sabe que un consenso pactado con el peronismo actuaría como un bálsamo en medio de las turbulencias financieras. Por eso, Monzó y Negri, al igual que Miguel Pichetto y Federico Pinedo, fueron firmes al desaconsejar la concurrencia de Lacunza al Congreso, hasta tanto no se alcance un mínimo de apoyo al proyecto. Son los mismos que también rechazan la idea de que este proyecto se imponga vía decreto de necesidad y urgencia. "El peronismo tiene mayoría para voltearlo", advierten.
En el oficialismo esperan que el sentido común y el buen criterio imperen en la Casa Rosada. Celebran la llegada de Lacunza al Gobierno; exaltan que es un buen comunicador en medio de la tormenta. En él depositan su confianza para que la estabilidad, tan esquiva, impere en las próximas semanas. Solo así el oficialismo podrá articular un discurso electoral más prometedor; así de modestas son sus expectativas en medio de la tempestad.
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