Amanece, que no es poco

Por Jorge Reinaldo Vanossi

Dijo el poeta que nunca la noche es tan oscura como en el instante previo al amanecer. Pues ahora, podemos decir que ha comenzado la alborada. Ganó la Argentina "profunda", triunfaron los argentinos del trabajo y de la creación de fuentes de riqueza.

Ello se logró porque se derrotó la amenaza y el miedo que engendran la coerción. Perdió el partido del soborno y se quebró la soberbia oficialista, sin parangón en nuestra historia contemporánea.

Así, en cambio, surge refulgente la nueva fuerza y el renovado vigor de la Argentina productiva, como promotora del Desarrollo Nacional, que a partir del campo se expandirá por todos los ámbitos de trabajo.

Queda derrotada y vilipendiada la recua de la "canalla" agrupada en torno a los violentos, a los patoteros y golpeadores, a los matones y piqueteros a sueldo, y demás provocadores. Todos ellos deben reflexionar, para volver a la razón, pues de lo contrario deben ser pasibles de las sanciones que contempla el Código Penal.

Hay que apelar a la sensatez, para que los hechos vuelvan a su quicio. Salieron de cauce por la mezquindad de algunos y por el estímulo y complicidad que esos grupos y personeros recibieron de parte de uno de los gobiernos civiles más nefastos de la época.

Este gesto parlamentario recrea la esperanza de una recuperación y vigorización de los grandes roles del Congreso Nacional, cuyo ejercicio es fundamental para la oxigenación de nuestra vida republicana.

No obstante, hay que estar atentos y cuidarse de los sujetos advenedizos, de los oportunistas de siempre, de los tránsfugas de toda laya. La pena más ejemplar para ellos será que el pueblo los trate con la más fría indiferencia y la mayor distancia: son irrecuperables.

Ha llegado la hora de que la oposición actúe con inteligencia, y más allá de seguir operando como una fuerza de contención, apunte con racionalidad en la propuesta de alternativas creíbles y viables; siguiendo un criterio integrador y superando las diferencias minúsculas o los celos personales.

Hay que ponerse de acuerdo en un programa básico de reconstrucción republicana, con puntos esenciales de políticas de Estado que sean consensuadas y que se impulsen con pleno respeto a las instituciones y haciendo abandono de las falsas invocaciones de "emergencias" o de la feroz discrecionalidad de los "superpoderes".

No deben tolerarse las injurias al vicepresidente de la Nación, que no hizo más que asumir sus legítimas facultades constitucionales, desempatando la votación en los términos del Art. 57.

Como expresaron los Constituyentes de 1853, al clausurar sus sesiones: "Los hombres se dignifica respetando la ley pues así evitan postrarse ante los tiranos" ¡Viva la Patria!