El conurbano, la verdadera jugada de las vacunas vip
El beneficio de las vacunas inoculadas fuera de protocolo es mucho más que una picardía para favorecer a familiares y amigos del poder. Y es de muchísimo mayor alcance e impacto que el "vacunatorio vip", circuito que iba del Hospital Posadas al Ministerio de Salud para cumplir con esos favores. Pero esto es sólo un primer paso, una primera jugada, para quedar bien con cierto establishment adepto al gobierno nacional que infantilmente quiso cortar el tema con un listado de 70 vacunados. Este circuito vip vacunó a algunas miles de personas, pero en lo inmediato el volumen trascendental no pasa por acá.
La provincia de Buenos Aires constituye el 39% del padrón electoral de la Nación, y sólo en el conurbano vota el 26% de los electores argentinos. Se ha repetido hasta el hartazgo que aquí se pelea la madre de todas las batallas y por eso, precisamente aquí, se está montando una maquinaria de acción política monumental alrededor de las vacunas. Es la segunda jugada, la verdadera jugada. El vacunatorio vip, aunque igualmente deleznable e inmoral, termina siendo un chiquitaje al lado de este sistema.
Un sistema que está basado en dos pilares fundamentales: la contención económica de la estructura militante y la inmunidad de los dirigentes territoriales. Todo esto acompañado por una desinteresada vocación social con pecheras y sombrillas partidarias en los barrios y un gobernador que, muy suelto de cuerpo, declara que "no tenemos un sistema de control en cada vacunatorio". En síntesis, un no control muy funcional para que muchas vacunas terminen en cualquier lado, lejos de los hombros de los grupos de riesgo.
La contención económica de la estructura militante. La gran mayoría de los municipios del conurbano cuentan con un sistema municipal de salud con capacidad instalada de sobra para encarar cualquier campaña de vacunación. Esto incluye salas de atención primaria, vacunatorios, y hasta hospitales en muchos casos, con todas las condiciones necesarias de infraestructura y recursos humanos idóneos para llevar a cabo este proceso con total eficacia.
Sin embargo, y ante el desconcierto de casi todos los intendentes, la provincia de Buenos Aires ha decidido utilizar las escuelas como centros de vacunación, creando una estructura paralela a la municipal y generando una innecesaria cantidad de costos materiales, además del drástico incremento de empleados. Los nuevos agentes son reclutados prácticamente con exclusividad por La Cámpora y de inmediato comienzan a cobrar sus sueldos por capacitarse, por trabajar, o por esperar que lleguen las vacunas.
Veamos un caso para graficar lo dicho. Morón tiene 15 Centros de Atención Primaria (8 totalmente remodelados y 2 nuevos), un vacunatorio totalmente nuevo y un hospital municipal. Este sistema podría vacunar a todos los moronenses en 60 días, pero la campaña de vacunación se va a realizar en 8 postas (escuelas) de las cuales están funcionando sólo 2. Además de personal administrativo extra se contrataron 32 enfermeros que trabajan en dos turnos. Algunos del turno tarde son municipales que pueden extender su horario financiados por la Provincia, pero los del turno mañana son empleados nuevos que se están capacitando o estudiando enfermería (los llaman enfermeros militantes). Nótese, a partir de este ejemplo, que la capacidad ociosa de los sistemas de salud municipales es monstruosa y la nueva estructura politizada la pagamos todos los bonaerenses con nuestros impuestos.
La inmunidad de los dirigentes territoriales. En casi todos los distritos del conurbano las pocas vacunas que llegaron lo hicieron antes que la improvisada organización de la campaña. La Provincia aprovechó su propia desorganización para direccionar algunos lotes hacia sus dirigentes territoriales que los filtraron a sus familias y a sus punteros en los barrios porque los consideraban "estratégicos". Con enorme soberbia el gobernador descartó la capacidad logística y el conocimiento del territorio de los intendentes. No obstante, los jefes oficialistas con mayor espalda pudieron acceder a algunas dosis para sus gabinetes y sus propios territoriales estratégicos.
En todo este lío en muchos bastiones del conurbano se olvidaron de la gente: de los médicos, de los enfermeros, de los camilleros, de los ambulancieros, de los administrativos de las salitas y hospitales…de nuestros viejos y de nuestros abuelos. ¿Y dónde está la gente? El personal de salud estoicamente en sus puestos de trabajo esperando que les toque el turno. El resto haciendo cola en algún puesto de La Cámpora pidiendo como limosna lo que le corresponde por derecho.
Los dirigentes opositores que estamos lejos de los 60 en el conurbano sabemos que vamos a tener que pasar este invierno sin vacunas. Vamos a seguir viviendo en pandemia pero no vamos a dejar de estar en las calles. Muchos de los dirigentes del Frente de Todos, sabiéndose inmunizados y en pospandemia, van a salir corriendo a las casas de los vecinos a pedir su voto. No creo que les abran, acá en el barrio nos conocemos todos.
El autor es exintendente de Morón y politólogo
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