San Isidro: de capital del rugby a bastión principal del macrismo
Cambiemos logró en el corazón del corredor norte su mayor porcentaje en las PASO: 54,6%
Casi como si estuviera en el patio de su casa, Gustavo Posse cruza con paso relajado la plaza Yrigoyen, a dos cuadras de la estación de San Isidro, el distrito que gobierna hace casi 20 años. De pronto se frena, da media vuelta y repasa con la mirada a la gente sentada en los bancos de madera: una mujer de jeans gastados juega con su nena, un adolescente mata el tiempo con un celular de los viejos. "Miren a todos los que están acá -prepara el terreno y enseguida remata-. ¿Alguien puede creer que acá se ganó por un tema socioeconómico?".
Con el 54,6%, San Isidro es el municipio del conurbano donde Cambiemos obtuvo el mayor porcentaje de votos en las PASO. Superó a Vicente López por apenas dos décimas. La boleta encabezada por Esteban Bullrich le sacó más de 35 puntos de ventaja a la de Cristina Kirchner, que alcanzó un 19,3 por ciento. El resultado marca una tendencia: San Isidro fue, también, el distrito del conurbano con más votos para Mauricio Macri en las presidenciales de 2015. Desde que se lanzó Cambiemos, en alianza con el poder territorial de Posse, la llamada "capital del rugby" se convirtió en el principal bastión del macrismo en el Gran Buenos Aires.
"No es una cuestión de clases. En San Isidro tenés zonas de muy buen pasar, como La Horqueta y Acassuso, pero la gran mayoría de los vecinos son gente de clase media, laburante. Se vota una buena gestión local y un buen funcionamiento de equipo con Mauricio [Macri] y con María Eugenia [Vidal]. La gente no quiere volver al pasado", insiste Posse, ahora en el centro de monitoreo de la ciudad, un salón lleno de cámaras que registran en tiempo real lo que pasa en las calles. Coincidió con él Guillermo Montenegro, candidato a diputado por Cambiemos, vecino del distrito y contrincante interno del jefe comunal en las PASO de 2015: "Se potenció mucho Cambiemos con la llegada de Posse, un intendente con mucha aceptación".
Los opositores sugieren que el fenómeno es resultado de la combinación entre una maquinaria de poder territorial casi infalible y una gestión nacional orientada a beneficiar a los sectores más pudientes. "La existencia determina la conciencia y San Isidro es un distrito de alto nivel adquisitivo", sostiene la concejal del Frente Renovador Marcela Durrieu, suegra de Massa.
Los datos duros confirman que San Isidro no es un municipio cualquiera. Con sólo 3,7% de hogares con alguna necesidad básica insatisfecha, es el tercer distrito del conurbano con menor porcentaje en ese índice, después de Vicente López y Morón. Es, además, el segundo con mayor producto bruto geográfico per cápita y con menor crecimiento poblacional entre 2001 y 2010, siempre detrás de Vicente López. El escaso aumento demográfico indica que, con 300.000 habitantes, San Isidro tiene una de las poblaciones más envejecidas del país.
"Hay mucha gente grande, con una tendencia más conservadora", completa Durrieu, que combina en dosis iguales el tono de dirigente peronista y de señora de la alta sociedad. En el peso decisivo del nivel socioecónomico coinciden dirigentes y algunos de los vecinos más reconocidos. "Cambiemos es un partido de una clase social media alta", evaluó Agustín Pichot, ex capitán de Los Pumas e ídolo del CASI, el club de rugby más tradicional de la ciudad. Él sostiene, sin embargo, que San Isidro "no es un lugar cheto".
El análisis de la distribución geográfica del voto aporta más pistas. El circuito electoral donde Cambiemos obtuvo su mejor resultado (78%) corresponde a la zona del bajo de Martínez, una de las más exclusivas. El récord se registró en la escuela número 4, en la calle Vieytes al 600, donde en la mesa 753 la boleta de Bullrich alcanzó el 86,4 por ciento de los votos.
Transitar por esas calles, en el límite entre Martínez y Acassuso, es como participar de un tour inmobiliario. Los techos de tejas al natural entrelazan las casonas de dos o tres plantas, con espacio para uno o dos autos al frente. En cada esquina hay una garita de seguridad privada.
Tierra de contrastes
Esos habitáculos metálicos con ventana rectangular aportan otra clave para entender San Isidro y marcan un contraste contundente con las zonas más pobres del municipio. "Acá la mayoría de la gente paga por su propia seguridad, su salud y su educación", señala Fernanda Muiño, primera candidata a concejal por Unidad Ciudadana y habitante de la villa La Cava. "No necesitan al Estado y por eso no se fijan en la calidad de la gestión", agrega, en la entrada al barrio, custodiada por un puesto de Gendarmería.
Pese a que San Isidro es uno de los distritos más ricos, tiene el asentamiento más grande de la zona norte, con unos 12.000 habitantes. "En San Isidro viven los CEO, los dueños de la Argentina. Pero acá no entran las ambulancias, ni los camiones de bomberos", cuenta Muiño, mientras camina por uno de los pasillos de la villa. Rumbo al corazón del asentamiento, un terreno deprimido e inundable que el barrio usa como cancha de fútbol, muestra cómo los caños de agua potable corren por zanjas inundadas de desechos cloacales. "Una de las primeras cosas que aprendés cuando vivís acá es a contener la respiración."
En uno de los paredones que rodean la cancha hay una pintada de la cara de Cristina. Muiño asegura que en la villa las elecciones son más parejas, pero que el electorado de los barrios más pobres no alcanza al 5% del total. Reconoce, de todos modos, que Posse tiene mucho respaldo.
De origen radical, el intendente asumió en 1999, como sucesor de su padre, el fallecido Melchor Posse, que gobernaba desde 1983. Hace 34 años que en San Isidro gobierna la misma familia. Para sostenerse en el poder, Gustavo supo ir cambiando de camiseta política. En 2007 apoyó la candidatura de Cristina Kirchner y en 2013 se acercó a Massa. Posse rechaza el mote de "barón del conurbano", pero sus detractores advierten que la "dinastía" podría tener un tercer capítulo: con 21 años, Macarena Posse, una de las hijas del intendente, encabeza la lista para el Consejo Escolar.