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Este pescadito salió sencillamente maravilloso, pero debo aclarar que el toque lo puso una lectora de este blog, que me pasó el sabayón de papa y ajo. ¡¡¡Qué gran invento, amigos!!! Verán que lo adoptan para un montón de platos, o incluso pueden prepararlo para cuando sirven la copa, ni bien llegan los invitados, para combinar con nachos. Agradezco desde este espacio a Adgonia, que vive en los Estados Unidos y que lo extrajo, según me dice en el mail, del libro Bistro, de Gerald Hirigoyen.





