La soberana de los Países Bajos viajó a Argentina acompañada por Ariane, la menor de sus princesas
Máxima (51) aterrizó otra vez en Buenos Aires. Se trató de una visita fugaz y privada (fuera de su agenda como reina consorte), por lo que estuvo rodeada de mucho hermetismo y de un fuerte operativo de seguridad, como es habitual. En este viaje, solamente la acompañó Ariane, la menor de sus tres princesas. “Vino por unos pocos días. Se trata de un reencuentro familiar: desde antes de la pandemia, además, no se reunía con sus amigas, dijeron a ¡HOLA! Argentina fuentes cercanas a Máxima. La visita coincidió con el aniversario de la muerte de su hermana Inés. El 6 de junio de 2018, la psicóloga de 33 años se quitó la vida en el departamento en el que vivía en la zona de Caballito. Máxima se reencontró con su madre, María del Carmen Cerruti (le dicen María Pame), y con su hermano Martín, que voló especialmente desde Villa La Angostura, donde vive desde hace más de veinte años. Tuvo tiempo para recorrer galerías de arte y, para juntarse con sus amigas del Northlands, su círculo rojo. Con ellas, almorzó el viernes en el Tenis Club Argentino y, luego, fueron a El Talar de Pacheco, un barrio privado en Zona Norte.
El sábado al mediodía, la Reina sorprendió a quienes habían ido al restaurante Manso, en Nordelta. Con campera de cuero, botas y tapado bordó, almorzó en la galería del lugar, cerca del muelle, con un grupo de dieciocho personas. Y no dudó en sacarse fotos con los curiosos que se le acercaron. La vuelta de Máxima, su hija y la comitiva de guardaespaldas reales (Marechaussee) hacia los Países Bajos se demoró un poco más: el vuelo de KLM partió de Ezeiza rumbo a Europa recién el martes 7. Estaba pautado para el lunes pero fue cancelado por la espesa niebla porteña.
Máxima aventurera
Amante de los deportes y con ese espíritu audaz que la caracteriza, Máxima de Holanda protagonizó una nueva hazaña: se tiró en paracaídas. El miércoles 1 de junio, durante una visita a la Escuela de Defensa de la localidad Breda, donde se imparten todos los cursos de entrenamiento de paracaidismo de las Fuerzas Armadas de los Países Bajos, Su Majestad aceptó encantada la invitación que le hicieron , aunque reconoció: “No tengo idea en lo que me estoy metiendo”.
Enfundada en un mono militar, que acompañó con anteojos y zapatillas, Su Majestad se tiró desde cuatro mil metros de altura. Fue su salto de bautismo y lo hizo en tándem con un instructor llamado Mark. Ya en tierra firme, la mujer de Guillermo Alejandro aseguró que la experiencia le había resultado inolvidable. “En algún momento tuve que decirme a mí misma: ‘Seguí respirando’. Fue muy emocionante”, señaló. “Por supuesto hago esto para apoyar a los hombres y mujeres de la defensa y experimentar lo que están atravesando”, concluyó. Y una vez más, sorprendió a todos con su actitud real y cercana.
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