Creadora de Blomster Flower, Belu Lozano ambientó su hogar con el mismo espíritu que guía su trabajo: la naturaleza y el arte se integran con equilibrio, dando forma a una casa luminosa, serena y profundamente personal
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El proyecto, a cargo del arquitecto Guido Piaggio, se concibió inicialmente como una inversión. Pero, a medida que avanzaba la obra, descubrieron que ese diseño moderno, eficiente y en diálogo con la naturaleza los representaba por completo.
Así fue cómo Belu Lozano, artista floral y creadora de Blomster Flower, encontró junto a su familia en esta casa de Escobar el escenario ideal para integrar su vida persona en un ambiente que le permite desplegar su creatividad. Una mezcla de alegría, sutileza y color que es fiel reflejo de su arte.

Una casa que vibra en colores

El living es la síntesis del espíritu que domina toda la casa: un equilibrio entre energía y serenidad. El sillón amarillo marca el tono vital de este ambiente donde se combinan materiales nobles, texturas naturales y una paleta de tonos tierra.
Los arreglos florales, obra de la anfitriona, terminan de darle identidad a este espacio abierto que se integra al comedor y a la cocina, con vistas amplias hacia el jardín.
Junto con la interiorista Anahí Pereda, de Mola Arq, Belu buscó crear una armonía entre los espacios llenos de color y otros más neutros, donde la calma visual fuera protagonista. En la cocina y el comedor diario, el cemento alisado y la madera logran una combinación de textura y calidez que invita a quedarse.

Una gran mesada integrada al comedor, concentra el ritual de la comida compartida. Con pocos accesorios y superficies limpias, el resultado es un espacio funcional, acogedor y con un aire natural gracias a los detalles en rafia, cerámica y madera.

Arte en cada rincón
El color, los contrastes y las obras de arte transformaron esta casa en una extensión del mundo interior de sus habitantes. “Venimos de una casa en Pacheco, más monocroma, con mucho negro, gris y blanco. En esta etapa sentí que el color debía ser protagonista”, cuenta Belu. Así, en el living conviven un sillón ocre, una pared azul petróleo y arreglos florales que cambian con las estaciones.
En cada rincón aparece una manifestación artística: una pintura de Fabián Burgos, una obra de Pared o un arreglo floral improvisado. “Desde chica me apasiona el arte, y me gusta pensar que cada espacio genera una experiencia distinta para quien lo habita o lo visita”, dice.
Espacios que respiran calma
El dormitorio principal fue el último ambiente en resolverse y también el más introspectivo. La decisión de no incluir televisor fue parte de una búsqueda deliberada: lograr un espacio de descanso pleno. Las cortinas filtran la luz de manera suave y la obra de arte en tonos monocromos marca el centro visual.

El detalle que lo vuelve único es la estructura de madera en kiri, que integra el respaldo y las mesas de luz en una sola pieza continua, ampliando visualmente el ambiente. Los textiles, todos de Casa Clara (@casaclara_bsas), aportan textura y calidez. “Compartimos con Juan la pasión por el arte, y quisimos que también estuviera presente en este espacio más íntimo”, dice Belu.

En el baño principal, el arte vuelve a aparecer como hilo conductor: un mural inspirado en un bosque, obra de Mercedes Costal, transforma la experiencia diaria en un pequeño viaje sensorial.
El taller: un espacio para crear
Entre las flores, los colores y las texturas, el atelier floral es el corazón creativo de Belu. Allí pasa gran parte de sus días enseñando técnicas de arte floral, creando tocados, ramos y arreglos para eventos o producciones. “Era fundamental contar con un espacio propio para potenciar mi creatividad. La interiorista entendió exactamente lo que quería transmitir y lo llevó a otro nivel”, cuenta.

Baños de luz natural, paredes blancas y una gran mesa de trabajo son el escenario donde las flores despliegan su energía. En este taller, el arte se comparte: hay aromas, matices y una sensación de vida que impregna cada rincón.
Agradecemos a OHLALÁ! su colaboración en esta nota.
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