
Con el mismo espíritu experimental que no abandona tras décadas de carrera, pensó cada detalle de su hogar en Pilar, que forma parte de un ejercicio de disfrute cotidiano .
Es jueves por la mañana y, después de recibirnos, Eugenio Aguirre nos lleva a espiar su último proyecto: está probando un nuevo revestimiento con rollos de junco en el cielo raso de su taller. Pasarán horas de nuestra producción y él seguirá subido a la escalera, martillando el techo, ajustando medidas, yendo y viniendo, preguntando si necesitamos algo.

En los años que hemos seguido su trabajo, llegar a conocer de cerca la mirada de este prolífico diseñador de mobiliario es un poco cerrar el círculo. Su casa es una extensión de sí mismo, de su filosofía de vida. Desde la experimentación con materiales como el junco, el cuero y la madera, hasta su manera de recibirnos: todo aquí es un entretejido de ideas geniales y de energía positiva, pero también plantea un cambio de perspectiva sobre cómo se puede pensar el diseño.

La mirada propia, antes que ninguna

"Vengo probando prototipos hace rato porque no quería un living clásico con sillón rectangular. No busco hacer una puesta en escena para los demás, sino buscar el disfrute diario de los que vivimos acá."
Eugenio Aguirre, diseñador y dueño de casa
Un bar con todas las letras

El bar ‘Cheboli’ se hizo para esta casa, y recién después se incorporó a la colección estable de Eugenio Aguirre

“Diseñé la chimenea como un mueble más. A la estructura le agregué persianas americanas y estantes para apoyar elementos livianos. Cuando está apagada, la lleno de troncos que parecen esculturas”.

“Empecé a probar con el junco, que es accesible y autóctono y le metí para adelante, como hice con el cuero, la madera y el yute. Llevo años experimentando con esos materiales”.
Un living dentro de otro living

“Los pisos están pintados con pintura epoxi poliéster, una resina durísima. Cuando tenés un piso blanco todo se recorta mejor, se agranda el espacio”

Una cocina tan linda como el comedor
“Si voy a tener un comedor, es para usarlo diariamente. Y para hacer sobremesas largas”, sostiene el dueño de casa. La mesa ovalada ‘Lleimsbound’ tiene tapa de pashmina laqueada y es un poco más baja de lo común, justamente, para lograr comodidad total. Para que no queden dudas, Eugenio prefirió sillones de exterior en lugar de un juego de sillas.

“Para recubrir el pasamanos usé cuero vaqueta, súper suave. Si podés enriquecer lo que ves y tocas… ¿Por qué no?”

Calidez y calma
En el dormitorio, el techo, los ojos de buey y las paredes revestidas en petiribí hacen lo suyo para generar este clima que transporta. En el respaldo, mitad madera lustrada y mitad pintada de blanco, ilumina y enmarca la cama. Como cabecera, barral con géneros que van cambiando. La mesa de luz resultó de combinar una antigua silla japonesa y una cajonera de lino.

“Mi dormitorio tiene un techo de junco tejido in situ con mucha paciencia. Yo predico en contra de la ansiedad. No está bueno vivir en un lugar que armaste a las apuradas”.

“El constructor se reía de las terminaciones, sobre todo cuando me veía trabajando en el techo. Me decía: ‘¡Esto que estás haciendo es un bardo! Yo llego hasta acá; lo otro, te lo dejo a vos’”


Hacia afuera
Salimos y encontramos otro festín de ideas: los respaldos de sillas fijados en el piso por si el escalón se usa de asiento, los troncos colocados como pircas que generan pasos y divisiones, la cara interior del alero pintado de rojo (al igual que el marco interior de la pileta), y el perfume a azahar del limonero.

“Me encanta cómo la madera se va agrisando con el paso del tiempo, de la lluvia”.

Magia cuando cae el sol
La iluminación es una de las grandes pasiones del dueño de casa, que creó situaciones maravillosas para estar adentro y afuera y también para admirar desde una y otra.

“Admiro cómo en la arquitectura japonesa se trabaja el efecto de luces y sombras. Porque a mí me gusta que las casas me generen una experiencia desde lo sensorial, que me hagan sentir protegido”.

“Valoramos salir a comer con luz tenue o la calidez de un cuarto de hotel. Y después, nos hacemos casas con ventanales inmensos que encandilan y cocinas iluminadas como quirófanos. Una bombita cálida cuesta lo mismo que una fría, con un efecto absolutamente distinto”

“Es tan importante diseñar una casa para el día como para la noche. Desde cómo se filtra la luz hasta cómo se enciende todo cuando va bajando el sol, puntos clave de cualquier proyecto”
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