En 11 años, se mudaron ocho veces dentro de cinco países. De cada lugar, tomaron algo de los hábitos locales.
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“Cuando te instalás en una cultura distinta, ‘leerla’ y actuar en consecuencia implica esfuerzo; entonces, es lógico que tu casa se vuelva un oasis de confort ante lo nuevo y lo desconocido. Así nos pasó: nuestro hogar se mueve con nosotros. Lo bueno de tantos cambios es que sabemos qué es lo que realmente nos funciona”, cuenta Juliana Caviglia, dueña de casa y creadora del proyecto de decoración de interiores Casa Hygge.

Para una de sus vacaciones en Argentina, una amiga les sugirió alquilar esta casa, y acabaron por comprarla de regreso al país. “Ya en nuestra primera estadía, la estructura nos pareció excelente: techos de 3,2m, ventanales gigantes, puertas corredizas al exterior, buena distribución y luz divina. A mi marido le encantó de entrada; como a mí me gusta un estilo más moderno, al principio me costó imaginarla como propia. Pero le di una chance y, con arreglos menores para adaptarla a nuestro gusto y costumbres, hoy sé que elegimos bien”.

Después de vivir en ciudades frías, las alfombras los acompañan siempre. Acá andan descalzos o con calzado de interior.
Hacer base
Entre las transformaciones, abrieron la cocina al living, cambiaron algunos pisos y amoblamientos fijos, renovaron pintura interior y el deck exterior. Después, acomodaron sus objetos de colección, sus fotos, los textiles y el hogar a leña, que les recuerdan a Dinamarca y Escocia. Momento de hacer hogar, una vez más.


Los sillones del exterior tienen la misma altura que los del living para quedar solapados visualmente. Deck de WPC (Pisos Alemanes). Eléctrico, el toldo se usa todos los días.
El living que mira a la laguna estaba en una galería que se cerró. Cuando nos mudamos, terminamos de integrarla: cambiamos el piso, pusimos zócalos y reemplazamos el Tarquini de las paredes por pintura.”
Cocina iluminada

“La cocina tenía un tabique que la hacía demasiado oscura y encerrada: demolimos esa división para abrirla al comedor y que recibiera la luz de otros ambientes”.
Apoyadas sobre un estante en voladizo, fotos de Michael Dweck y de Casa Hygge.
Apuesta al color

El color azul del playroom se obtuvo con entonadores y mucha paciencia; sillón en L (Ikea) con almohadones (Casa Hygge), juego de mesa y sillitas (Ikea), láminas y mantas compradas en Costa Rica. Juliana estuvo a punto de quitar este mueble existente, pero probó pintándolo del mismo color que la pared y le gustó. Además, le agregó cajones a medida.
“En el toilette y el playroom nos jugamos con el color. Mientras que el resto de la casa es gris claro, para estos ambientes elegimos un azul petróleo, que te saca de lo esperado”.
Área de descanso

En el acceso al primer piso, bordado ‘Flamingo’ (Woodmarket) y banco de mimbre (Ikea). Piso de lapacho, al igual que en las habitaciones.
“El baño era demasiado simple y tenía una combinación rara de colores. Pinté el mueble y sumé una lámpara con personalidad para refrescarlo”.


El cuarto de los chicos está montado simétricamente, con colores plenos y contrastantes. El verde seco de algunos textiles lo asocia con el baño en suite.

Lago, pileta y parrilla: la galería soñada

En la barra, banquetas ‘Armonía’ (Rancho Deco) y lámparas compradas en una feria. La tapa de la parrilla y las puertas fueron realizadas por Casa Hygge.

“El espacio exterior es un plus: viéndolo desde adentro o disfrutándolo en el jardín, te hace sentir de vacaciones todo el año”.

“Siempre soñé con una casa blanca, pero este color es fabuloso: el sol lo fue desgastando y, según cómo le pega, se ve diferente. No me animo a cambiarlo, porque si me arrepiento no voy a poder volver a este. ¡Es especial!”.
Palmeras y plantas de hojas grandes, las elegidas para delinear la casa con verde. La incorporación más reciente fueron unos azareros, para generar un escalonado desde el césped. Acompañando los peldaños, Pennisetum rubra (cola de zorro).
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