En el Norte de nuestro país, a 1.700 metros de altura sobre el nivel del mar, produce uva desde 2012 y recibe visitantes desde fines del 2021.
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“En mi casa no había tradición vitivinícola”, cuenta Carla Dal Borgo, a cargo del área comercial, administrativa y turística de Bodega Dal Borgo. “Somos tres hermanos: Facundo, que estudió agronomía; Daniela que es profesora de yoga; y yo, que soy bióloga. Antes de abrir la bodega, todos nos dedicábamos a cosas que no tienen nada que ver con el vino. Mi papá tenía una empresa constructora en Salta y ninguno trabajaba con él, ni hacía nada vinculado al rubro. Y mi mamá, que es geóloga, también estaba en la suya”, agrega Carla, que es la cara visible de esta bodega joven que queda a pasitos de la RN 40, en Animaná, a 8 kilómetros al norte de Cafayate.
“A mi papá le iba bien con su empresa, pero de pronto tuvo un problema de salud y se planteó un cambio de vida. Tenía que bajar las revoluciones porque, si no, no contaba la historia. En ese momento pensó en armar un proyecto familiar y se le ocurrió venir para esta zona, para probar con la vitivinicultura”, asegura Carla, mientras detalla que, por entonces, estaba radicada en Córdoba, al igual que sus hermanos. Y luego nos convida un Torrontés de la línea Almandino, que así se llama por sugerencia de Isabel Bolli, la madre del clan, que es geóloga y quiso poner en valor un mineral de la zona.
“Mi papá tenía claro que, si quería desarrollar una empresa familiar, tenía que hacerlo alrededor de algo que nos uniera y nos gustara a todos. Lo logró con el vino, porque a todos nos encanta la naturaleza. Mi mamá fue fundamental, porque como es geóloga, ama la tierra y sabe mucho. Ella nos inspiró la pasión por estos cerros que son tan ricos en minerales”, relata Carla y cuenta que proyecto inicial de la empresa era plantar viñas para vender uva a otras bodegas.
Así fue como, en 2010, Sergio Dal Borgo dejó su empresa constructora e invirtió todo en Animaná, donde compró estas tierras que están a 1.700 metros de altura sobre el nivel del mar. Dos años más tarde plantaron 20 hectáreas de viñas y durante otro par de años vieron crecer las plantas, que recién después de un tiempo se asentaron como para dar uvas homogéneas. “En 2016 nos dimos cuenta que además de vender uva a otras bodegas, queríamos hacer nuestros propios vinos. Entonces levantamos el sector de elaboración y en 2017 lanzamos nuestros primeros vinos”, comenta la bióloga sobre aquella primera tirada de torrontés –la cepa que mejor se da en los Valles Calchaquíes–, malbec y sauvignon blanc de Bodega Dal Borgo. Ahora tienen, además, tannat y cabernet franc. “Como nuestra idea principal era producir uva, dos tercios de las 20 hectáreas están dedicadas al malbec, que es lo que más salida tiene y vendemos a las bodegas grandes de la zona. El tercio restante es el que usamos para producir nuestros vinos, que se consumen por web, a través de vinotecas o en restaurantes”, detalla Carla. “Ofrecemos vinos de alta gama, sólo para quienes valoran la magia de los Valles Calchaquíes. Tenemos una línea joven a base de varietales con todas nuestras cepas. Además, por ejemplo, de la cosecha 2019 tenemos un blend que resultó premiado en Mendoza. Tiene 75% de malbec, 15% de tannat y 10 % de cabernet franc”, relata y dice que Dal Borgo fue siempre el nombre para la bodega de esta familia que tenía un nonno italiano.
Sin embargo, no todo fue soplar y hacer botella en la vida de Bodega Dal Borgo. “En noviembre de 2020 sufrimos un granizo devastador y lo poco que quedó no estaba en condiciones de comercializarse. La piedra le pegó a la uva madurada y la perdimos. Por eso ese año no hicimos vino”, recuerda Carla. “Una semana llorás, la segunda lo procesas y la tercera te ponés a trabajar en la recuperación de las viñas”, agrega sobre cómo suele levantarse la gente de campo frente a los desastres meteorológicos. “Al igual que cuando cae una helada, la planta tarda dos años en recuperarse del todo. Así que para hacer vino no te queda otra que tener paciencia”, reflexiona Carla y dice que la cosecha se hace entre enero y abril.
Comenta que tanto ella, que es la mayor de los tres hermanos, como Facundo, el que le sigue, están dedicados full time a la bodega. Mientras que Daniela, la más chica, es parte del proyecto, pero no está en el día a día. El padre de familia, en tanto, aporta su mirada empresarial, siempre secundado por su esposa. Como enólogo tienen a Daniel Heffner, reconocido en la zona. Con una producción anual de 35.000 botellas, reciben visitantes desde fines del 2021 y están en proceso de certificación para ser totalmente sustentables.
“Como en toda empresa familiar, los límites son finitos y discutimos… ¡Somos tanos! Por ahí estamos cenando y arranca la pelea, que, a la altura del postre, suele estar resuelta. Y, cuando renegamos mucho, descorchamos una botella y bajamos revoluciones mirando el horizonte”, desliza y nos sirve una nueva copa, ahora de la línea Reserva de Almandino, para brindar por esta bodega familiar que nació de un momento límite.
Datos útiles
Bodega Dal Borgo. A 8 kilómetros del centro de Cafayate, viñas y bodega familiar moderna que propone recorrido con expertos y degustación de vinos de alta gama. De miércoles a domingo de 11 a 18 horas, con visitas a las 11 y a las 16. Hay que reservar. Desde $6.000. RN 40 Km 4349, Animaná. T: (387) 519-4906. IG: @bodegadalborgo
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