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El envejecimiento cerebral es un proceso natural que puede traer consigo ciertas alteraciones en la memoria y en las capacidades mentales.
Aunque muchos de estos cambios son normales, hay señales que podrían indicar un deterioro cognitivo leve, una condición que incrementa el riesgo de padecer demencia asociada con la enfermedad de Alzheimer.
Esta etapa, explican los expertos de Mayo Clinic, se sitúa entre el funcionamiento cognitivo habitual y la demencia. Si bien se presentan dificultades en algunas áreas mentales, estas no interfieren significativamente con las actividades cotidianas.
“Es posible que las personas con deterioro cognitivo leve sean conscientes de que su memoria o capacidad mental cambió”, indican desde esa institución.
El paso del tiempo afecta al cerebro de manera similar que al resto del cuerpo. Muchas personas comienzan a notar olvidos más frecuentes, tardan más en recordar nombres o palabras, o experimentan dificultad para expresarse con fluidez. Sin embargo, cuando estas dificultades superan lo esperado para la edad, es importante prestar atención.

Entre los síntomas más habituales del deterioro cognitivo leve se encuentran los siguientes:

No existe una causa única para explicar la aparición del deterioro cognitivo leve. En ciertos casos, se relaciona con la presencia inicial de la enfermedad de Alzheimer, aunque en otras personas se origina por modificaciones sutiles en la estructura y funcionamiento del cerebro.
Entre estos cambios, los especialistas destacan tres principales: la disminución del tamaño del hipocampo —una región clave para la memoria—, el aumento del tamaño de los ventrículos —espacios llenos de líquido dentro del cerebro— y el uso reducido de glucosa en áreas esenciales del cerebro. “La glucosa es el azúcar que constituye la principal fuente de energía de las células”, advierten desde Mayo Clinic.

Comprender y detectar estas señales a tiempo puede ser fundamental para abordar de forma adecuada el deterioro cognitivo y buscar orientación médica si se presentan síntomas persistentes.
Para mantener el cerebro activo y saludable, es fundamental salir de la rutina y evitar repetir las mismas actividades cada día. Si bien es importante conservar las responsabilidades y tareas cotidianas, introducir experiencias nuevas puede ser muy beneficioso para la mente.
Buscar actividades que representen un desafío o novedad estimula el cerebro y favorece la creación de nuevas conexiones neuronales. Acciones como visitar museos, explorar espacios naturales o realizar viajes con contenido cultural pueden ser útiles para mantener la agilidad mental.
Otra recomendación clave es cuidar la alimentación. Seguir una dieta equilibrada contribuye directamente al buen funcionamiento cerebral. En este sentido, la dieta mediterránea es un modelo ampliamente valorado por los expertos. Este plan nutricional se basa en un mayor consumo de aceite de oliva, frutas, verduras, hortalizas, legumbres y carnes blancas como el pollo, comparte la Clínica DFK.



