La terapia somática se enfoca en la conexión entre malestares físicos y emocionales, trabajando con las sensaciones corporales para lograr la sanación
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“Si viene un paciente nuevo y me dice que necesita hablar y analizar acerca de lo que le pasa yo le digo que esas cosas no hago, que seguramente otros profesionales sí lo van a poder ayudar mejor que yo", dice Mariano Martelletti, psicólogo especializado en terapia somática y profesor de yoga. En cambio, reconoce, su actitud es otra si ese paciente acude con un discurso asociado a malestares físicos: ataques de pánico, tensiones musculares, dolor en el pecho, etc.
Lo que Martelletti trabajará con esa persona durante las sesiones siguientes es la conexión −o mejor dicho, la desconexión− que tiene con su cuerpo. Justamente, en la terapia somática, el cuerpo es el punto de partida para lograr la sanación. Esta forma de terapia cultiva la conciencia de las sensaciones corporales y enseña a las personas a sentirse seguras en su cuerpo mientras exploran pensamientos, emociones y recuerdos. “Sienten que lo que les está pasando es algo ajeno, pero en realidad es su sistema nervioso que los está tratando de proteger”, ratifica.
Se trata de un abordaje terapéutico que se remonta a principios del siglo XX, cuando el médico, psiquiatra y psicoanalista austriaco, Wilhelm Reich, exploró cómo los patrones musculares podían estar relacionados con los estados psíquicos. Sería este autor el que desarrollaría el concepto de “armadura corporal” que sugiere que las emociones reprimidas se manifiestan físicamente y que abordarlas podía conducir a la curación emocional.
¿En qué se diferencia la terapia somática de las terapias conversacionales?
“Las terapias de conversación típicas, como el psicoanálisis y la terapia cognitivo conductual (TCC), involucran solo la mente, no el cuerpo, animando a las personas a tomar conciencia de los pensamientos y patrones de conducta perturbadores y a trabajar para cambiarlos”, comunica un escrito de Harvard Health Publishing.
Fanny Brito Lettier, psicóloga con formación en las leyes biológicas, sistémicas y física cuántica explica que, de manera distinta, la terapia somática no busca desensibilizar el síntoma sino que ayuda a identificar y a hacer consciente la causa del malestar. “Miramos al ser humano como un todo incluyendo su mente, su cuerpo su contexto, su sistema familiar y no menos importante, su espíritu”, asevera.
De acuerdo con Martelletti, el rol del terapeuta es facilitar el sentir en el cuerpo; aquellas sensaciones a las que no se suele tener acceso por el nivel de intensidad que cargan. “No lo hacemos a través del diálogo, ni de la conversación, sino mediante conocimientos referidos a cómo funciona el sistema nervioso y la energía en el cuerpo”. Las formas prácticas pueden variar: desde la acupresión y la hipnosis hasta la respiración y la danza. En su caso, menciona como útiles los escaneos corporales.
Brito Lettier, por ejemplo, cuenta que pide a sus pacientes que registren en un diario sus emociones para poder desentrañar en la sesión las molestias más recurrentes o hace meditaciones, movimientos y sonidos que les permiten “hacer evidente el motivo por el que el cuerpo está tensionado o manifestándose”, explica.
Aunque la terapia somática no ha sido tan investigada como la terapia cognitivo-conductual, ha mostrado resultados positivos, en particular, en personas que lidian con el trastorno de estrés postraumático (TEPT) o con síntomas de ansiedad. Esto, informa Martelletti, se debe a que el trauma hace que se pierda la capacidad de sentir; por ende, mediante esta práctica lo que se hace es recuperar la capacidad de sentir a través del cuerpo.
Esto ya lo había profundizado Peter Levine, doctor en física de la medicina y biología, cuando postuló en los 70 que cuando los humanos experimentan un trauma, pueden quedar atrapados en la parte de “congelación” de la respuesta de lucha o huida. Estas partes congeladas acumulan energía como deberían, pero la gastan de maneras que son contraproducentes para una vida saludable, como por ejemplo a través del estrés y la ansiedad. En síntesis, el objetivo de la experiencia somática es redirigir aquella energía en direcciones que le permitan al paciente tener una mejor calidad de vida.
“Yo les repito a mis pacientes ‘el cuerpo es preciso y precioso’. Solo tenemos que aprender a conocerlo”, finaliza Brito Lettier.
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