Así partió la comitiva que traerá desde Perú al lugarteniente de Pequeño J
En un avión de la Fuerza Aérea viajan a Lima detectives de la Policía Federal Argentina y de la policía bonaerense
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Cuarenta ocho horas después de ser detenido en el barrio Los Olivos, en Lima, Perú expulsará a Matías Agustín Ozorio, el supuesto ladero de Pequeño J, como se conoce a Tony Janzen Valverde Victoriano, presunto autor intelectual de los homicidios de Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez, cuyos cuerpos mutilados fueron enterrados en el fondo de una casa de Florencio Varela. Para traerlo al país viajan en un avión de la Fuerza Aérea Argentina detectives del área de Interpol de la Policía Federal Argentina (PFA) y agentes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

En su cuenta de la red social X, la ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich, informó que la comitiva está integrada por 12 uniformados: siete de la PFA y cinco de la policía bonaerense.
La aeronave despegó desde la Brigada Aérea El Palomar, en Tres de Febrero, y hará una escala en Salta antes de aterrizar en Lima, informaron fuentes de la PFA.
Los 12 detectives, entre los que estarán representantes de la División Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones del Departamento Interpol y del Departamento Federal de Investigaciones (DFI) de la PFA, volverán en el día a la Argentina con Ozorio detenido.

Cuando el avión aterrice en la Brigada Aérea El Palomar, el sospechoso quedará a cargo de la policía bonaerense y en los próximos días –idealmente, mañana– será indagado por el fiscal de La Matanza Adrián Arribas, que está a cargo de la investigación del triple crimen.
A diferencia de Ozorio, Pequeño J, como se conoce a Tony Janzen Valverde Victoriano, no será expulsado. Al ser un ciudadano peruano que fue detenido en su país, será sometido a un proceso de extradición que puede demorar varios meses o incluso más de un año.
“Me trajeron engañado unos narcos mafiosos a los que les debía plata”, sostuvo Ozorio después de que un detective de la Policía Nacional de Perú le puso las esposas. Tenía pedido de captura internacional por su presunta participación en el triple crimen de Florencio Varela.
Si bien no es la primera vez que representantes de dos fuerzas de seguridad viajan a otro país a buscar a un sospechoso prófugo, llama la atención la cantidad de uniformados. No es común. Algunos memoriosos hablan de una situación inédita.
“Por disposición del doctor Fernando Guevara, juez de Garantías de La Matanza, tengo el agrado de dirigirme a usted en la Investigación Penal Preparatoria (IPP) dirigida a Matías Agustín Ozorio y otros, en el orden del delito de homicidio agravado por cometerse con el concurso premeditado de dos o más personas, con ensañamiento, con alevosía y por mediar violencia de género reiterado en tres hechos”, se afirmaba en el oficio enviado el viernes a la Subsecretaría de Cooperación con el Poder Judicial, Ministerio Público y Legislatura de la cartera conducida por Bullrich con la orden de captura nacional e internacional de Ozorio, firmada por el juez de Garantías de La Matanza Fernando Pinos Guevara.
En el documento se hizo una “breve reseña” del hecho por el que se ordenó la captura del sospechoso: “Entre los días viernes pasado [por el 19 de septiembre], aproximadamente entre las 22.30 y el martes último, aproximadamente a las 18, un número indeterminado de sujetos de distinto sexo, entre los que se encontraban Maximiliano Parra, Daniela Ibarra, Miguel Ángel Villanueva Silva, Celeste González Guerrero, Julio Valverde y/o Montaña y/o Pequeño Jota [cuando todavía no tenían identificado al supuesto autor intelectual del triple crimen] y Matías Agustín Ozorio actuando con división de roles, en el interior del domicilio situado en Chañar 702, en Villa Vatteone, Florencio Varela, y con claras intenciones de causarles la muerte, aplicaron múltiples golpes de puño, patadas y diversos cortes utilizando armas blancas sobre la superficie corporal de la humanidad de Verdi, de 20 años; Del Castillo, de 20, y de Gutiérrez, de 15, ocasionándoles lesiones de tal magnitud que provocaron su deceso. Obraron a traición y sobre seguro, aumentando intencionalmente y de manera inhumana el sufrimiento al causar padecimientos innecesarios que van más allá de lo necesario para cometer el acto, concurso premeditado de todos ellos y aprovechando los masculinos su condición biológica dominante de género sobre las víctimas mujeres”.
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