Encontró en las redes sociales a los delincuentes que la desmayaron a golpes y vendían por Internet la bicicleta que le habían robado
Su caso, hace un mes, motivó que la Policía de la Ciudad montara un dispositivo de prevención especial para vigilar “el Playón” de la Villa Fraga, detrás de la estación de trenes de Chacarita; la propia víctima “negoció” con los sujetos que intentaban comercializar el rodado
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Hace un mes, S.R.A. regresaba a su casa en bicicleta junto con su perro cuando a metros de las avenidas Lacroze y Triunvirato, en uno de los accesos al asentamiento conocido como “el Playón” de Chacarita, fue atacada por seis rateros que la golpearon salvajemente con palos y la arrastraron por el piso hasta dejarla inconsciente, para robarle una billetera, el teléfono y su bicicleta. El violento ataque fue el punto de partida de un amplio reportaje de LA NACION que detalló la inseguridad que sufrían quienes transitaban por allí a diario, y motivó la puesta en marcha de un operativo especial de vigilancia por parte de la Policía de la Ciudad.
Mientras se reponía de las consecuencias de la brutal agresión del 10 de marzo pasado, S.R.A. siguió a través de las redes sociales todas las publicaciones de ventas. Hasta que hace pocos días, sorprendida, se descubrió mirando en la pantalla de su smartphone cómo alguien ofrecía la bicicleta que le habían robado. Así, obtuvo algunos datos sobre este grupo, aparentemente integrado por peruanos que venden en el barrio de Retiro -adonde detectó su rodado- los objetos obtenidos a través de violentos robos.
Gracias a los datos aportados por la víctima, esos sospechosos ya están en la mira de investigadores porteños, según confirmaron fuentes oficiales a LA NACION. Por su cuenta, y tal como relató ayer a este diario, S.R.A. realizó una rápida averiguación por su cuenta y descubrió que, en menos de 24 horas, el mismo grupo de revendedores ofrecía al menos tres costosas bicicletas, prácticamente nuevas. Ante las preguntas de la chica atacada, los delincuentes primero dijeron que vendían las bicis con premura “por problemas económicos”, aunque después ofrecieron una segunda versión, en la alegan trabajar conjuntamente con una bicicletería, lo que les permitía acceder a los modelos más costosos con buen precio.
En esta instancia, se intentó generar una entrega controlada por la policía en la zona de Retiro -donde el vendedor dijo que vivía-, pero los rateros se desprendieron antes de la bicicleta de la joven, que aún intenta recuperar las pertenencias que perdió en el robo en Chacarita. Los videos y audios enviados por la joven víctima a la policía son reveladores: por ejemplo, los revendedores -con excusas, también- terminan por admitir que no pueden cruzar hacia provincia con la bicicleta robada por el puente Pueyrredón a causa de los controles policiales interjurisdiccionales.
Los puntos que en este caso conectan el barrio de Retiro con Chacarita no parecen unirse por casualidad: las bicicletas son un valor preciado en el mercado negro, porque se venden fácilmente y a muy buen precio. El 8 de diciembre pasado, Dmitri Amiryan, un quiropráctico armenio radicado durante una década en el país, fue asesinado de un tiro en el cuello en un intento de robo en los alrededores de la Villa 31; por el caso fue detenido, armado, un adolescente de 15 años. El hecho ocurrió alrededor de las 8.20 en San Martín y Madero, en el límite entre Retiro y Puerto Madero. Este hecho generó la indignación y el repudio de la comunidad de ciclistas, que se manifestaron en el lugar del crimen.
Zona peligrosa
Según confirmaron vecinos y funcionarios a LA NACION, una banda de cerca de veinte adolescentes que tienen entre 13 y 18 años es la que asedia a los vecinos en las inmediaciones de Villa Fraga, detrás de la estación Federico Lacroze del ferrocarril Urquiza, en Chacarita. Este fue el motivo por el cual el gobierno porteño dispuso la activación de un operativo reforzado de seguridad para la zona, con retenes en los principales accesos al asentamiento, con camionetas, cuatriciclos y equipos en motocicletas de despliegue rápido.
Los oficiales cumplen con tareas de prevención, patrullaje y, también, de asistencia a la comunidad y resolución pacífica de conflictos. Cinco veces al día recorren los pasillos y dialogan con los vecinos para anticiparse a los estallidos de las problemáticas locales.
Al respecto, desde la Policía de la Ciudad, informaron a LA NACION: “En la zona hay unidades de despliegue rápido que patrullan durante todo el día los alrededores y también el interior del barrio. En los ingresos a Villa Fraga, en Fraga, Palpa, Triunvirato y Teodoro García, hay durante todo el día personal de la comisaría 15A. Se reforzó el patrullaje nocturno, con recorridas cada treinta minutos”.
Según datos oficiales, “el Playón” tiene nueve manzanas, 513 viviendas, y viven allí aproximadamente 2764 personas. Se trata de un barrio que inicialmente tenía condiciones de extrema precariedad, pero actualmente muchos de sus habitantes están siendo reubicados en modernos complejos de departamentos construidos por el Estado alrededor de la villa, a los que acceden con créditos de cuotas bajas.
Es un vecindario integrado por argentinos, bolivianos y una mayoría casi absoluta de inmigrantes peruanos. Y si bien en su origen fue un barrio popular, hoy las principales diferencias entre este asentamiento y el resto del barrio de Chacarita afloran como un patrón estrictamente cultural y no económico. El 90% de las viviendas están conectadas a la red de agua potable, el 90,4% tiene acceso a la red eléctrica sin medidor y el 92,6% de las viviendas cuenta con cloacas. Solo al 7% de las casas llega la red de gas.
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