Los narcos en la villa 31 sobornan a rivales para quedarse con territorios
La investigación de un crimen reveló que el grupo paraguayo busca comprar las voluntades de otros traficantes
Durante la tarde del pasado 19 de junio, mientras decenas de niños regresaban de la escuela por un pasillo de la manzana 105, el sicario paraguayo Fredy Ramón Gaona Rivas disparó ocho municiones de su pistola 9 milímetros para sellar un ajuste de cuentas. Juan Carlos Torrico Herbas recibió el primer impacto en el estómago. Según la autopsia, esperó el balazo mientras miraba de frente a su asesino. Recibió varios disparos. Fue ejecutado por encargo y testigos confirmaron la presencia de un segundo sicario en la escena del crimen.
El cuerpo sin vida quedó tendido, frente a la casa número 197. En un bolsillo de su pantalón, la víctima tenía un billete de dos pesos y también algunos gramos de marihuana.
La Fiscalía Federal N° 1 presentó este mes el requerimiento de elevación a juicio por ese homicidio y dio por concluida la investigación iniciada por el fiscal Ignacio Mahiques. Los documentos judiciales revelan cómo se mueven actualmente los grupos criminales que con ramificaciones en Perú y Paraguay dominan un importante escenario del narcotráfico porteño.
La información recabada por los investigadores confirma que aún dos peligrosas organizaciones criminales se enfrentan en la villa 31.
El asesinado Juan Carlos Torrico Herbas trabajaba como custodio para la organización de narcotraficantes que es dirigida por el peruano César Morán de la Cruz, actualmente detenido en una cárcel de la Patagonia. Y fue asesinado por orden de un criminal -identificado tras averiguaciones policiales con el alias "Oki" que dirige en la villa 31 algunos movimientos territoriales del segundo grupo más poderoso de la zona, cuyos miembros son todos inmigrantes paraguayos.
Según el expediente, agentes encubiertos e investigadores judiciales pudieron comprobar que a Torrico Herbas lo mataron con ocho disparos porque luego de traicionar a sus propios líderes fracasó un negocio que él había planeado junto con narcotraficantes rivales.
Desprotegido, estafado y sin dinero, Torrico Herbas exigió violentamente el pago de una deuda, y los narcos paraguayos no tuvieron piedad. Algunos vecinos que presenciaron el homicidio dijeron que la víctima imploró a sus sicarios que le permitieran vivir. Pero las detonaciones impusieron el silencio. Murió acorralado por una disputa territorial de pocos metros.
Datos a los que accedió LA NACION indican que más de 30 traficantes vinculados a las disputas en la villa 31 se encuentran detenidos en prisiones federales. Este año al menos 9 miembros de ambas bandas fueron asesinados en enfrentamientos por el control de los puestos de venta de drogas.
Cambio de métodos
El homicidio de Torrico Herbas reveló, en primer lugar, un cambio de métodos. Frente al inmenso operativo policial y judicial desplegado en la villa 31 durante 2016, los traficantes de la zona ahora apelan también a los sobornos de rivales para ganar nuevos puntos de venta, como una alternativa a las ruidosas armas de fuego y las usurpaciones.
También se determinó cómo se mueven esas armas cuando aparecen. Un testigo que declaró bajo identidad reservada ante la Justicia luego del crimen de Torrico Herbas aseguró que los narcotraficantes paraguayos no suelen descartar las armas utilizadas en los homicidios, y dijo que "los fierros" circulan permanentemente, de mano en mano.
Días antes de ser ejecutado, en un suceso que anticipó su final, Torrico Herbas fue apuñalado dos veces en un pasillo de la villa por un peligroso narcotraficante paraguayo apodado "Bombilla", que ahora también es investigado por la Justicia como lugarteniente de la zona.
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