Condenas de hasta siete años para las responsables del jardín Tribilín
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Los padres de las víctimas, niños aún pequeños, salieron de los tribunales de San Isidro sonrientes, satisfechos después de tanto dolor y de cinco años de batalla legal. El Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 les puso un monto a las condenas que recibieron las cinco maestras del jardín de infantes Tribilín halladas culpables de haber sometido a indecibles maltratos a unos 40 chicos de entre tres y cinco años. Y fue un fallo potente, una condena ejemplar: les aplicó penas de entre cuatro años y medio y siete años y siete meses de prisión por "abandono de persona agravado por causar graves daños posteriores a las víctimas".
La sanción mayor recayó en quien era la directora y máxima responsable del establecimiento, Noemí Núñez. Sabrina Gogonza, exvicedirectora, recibió una pena de siete años de cárcel; Noelia Gallardo, seis años y tres meses; Mariana Buchniv, cinco años y seis meses, y Gisela Diap, cuatro años y seis meses. Todas ellas fueron, además, inhabilitadas por diez años para ejercer cargos relacionados con niños.
Ninguna estuvo en la sala de audiencias a la hora de escuchar esta parte del veredicto. Solo el abogado de la última de las acusadas presenció la lectura del fallo en el que se cuantificó la sentencia.

Todas están presas desde el 19 de octubre pasado, cuando los fiscales Carolina Asprella y Gonzalo Acosta, en su alegato, solicitaron que sean condenadas a 10 años de prisión por abandono de persona agravado y exigieron al TOC 4 que, por la expectativa de la pena que podían recibir, fuesen detenidas para evitar que eludieran el peso de la ley. La querella, en esa oportunidad, había pedido una sentencia a 12 años de cárcel, ya que agregó en su alegato el delito de amenazas contra los menores.
Las cinco docentes habían llegado en libertad al juicio, que empezó 15 días antes de que su suerte cambiara radicalmente, el 4 de octubre pasado. Así lo habían estado los últimos cinco años, ya que habían recibido el beneficio de la eximición de prisión al principio de la investigación, cuyo punto de partida fue la denuncia del padre de uno de los alumnos de las ahora condenadas.
En febrero de 2013, Diego Hernayes, padre de una de las alumnas del jardín, había comenzado a sospechar que su hija era maltratada por las maestras de Tribilín. Su hija tenía pesadillas todas las noches. Ya había escuchado relatos preocupantes de otros padres: una nena lloraba a gritos cuando su mamá intentaba lavarle la cara. Otro nene entraba en un ataque de histeria cuando querían enjuagarle la cabeza.
Para sacarse la duda recurrió a un método que resultó eficaz y terminó siendo una prueba clave: puso un iPod en modo grabador en la mochila de la niña y así logró registrar durante más de cuatro horas las voces y los gritos de las maestras contra los chicos en el establecimiento de O'Higgins al 500.
Algunas de las frases de las docentes que quedaron registradas en el iPod y que se pudieron escuchar durante las primeras audiencias del juicio son inconcebibles: "¿Podés sacar el cuaderno en vez de ponerte a boludear?". "Dejá de gritar, callate, ¿querés ir a la pileta?", "¡Ponete a guardar, enfermo mental!".
Secuelas
Los alumnos tenían entre 3 y 5 años. Los jueces dieron por probado que eran "amenazados" y "agredidos". El tribunal determinó que "las conductas maltratadoras" de los docentes se habían dado en "un marco institucional" y habían dejado secuelas posteriores en los niños.
Valeria, la madre de uno de ellos, dijo a LA NACION, tras el fallo, que su hijo está con tratamiento terapéutico ininterrumpido desde entonces. "Quiero ir a casa a abrazar a mi hijo. No le voy a decir nada, todavía. Lo hemos preservado de todo esto, porque muchos nenes estaban contaminados por escuchar los audios de los maltratos. Si pregunta, le vamos a hablar con la verdad", afirmó.
Para los jueces del TOC N° 4, las maestras, con su maltrato, "colocaron en riesgo la salud física y psíquica de los menores". Y agregaron: "Las constantes amenazas efectuadas dan cuenta de que eran habituales las conductas de este tormento que sufrían" los niños.
Antes de que empezara el juicio, Sergio Arenas, abogado y padre de una de las víctimas, dijo a LA NACION que los informes psicológicos sobre el estado de los chicos (todos menores de hasta 5 años al momento de los hechos) dieron cuenta de las lesiones y de los maltratos. "Les sumergían la cabeza en agua, los amenazaban; hubo golpes, los encerraban en una habitación con aire acondicionado a temperaturas muy bajas. Los entregaban a sus padres sin haberles dado de comer ni cambiado los pañales. Al día de hoy los chicos tienen secuelas, algunos no se animan a entrar al baño", relató. La Justicia dio por probado todo eso. Ahora, padres e hijos buscan la recuperación total.
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