Casa Rocca: preocupa el deterioro de un emblemático edificio platense construido hace casi 100 años
Esta elegante propiedad fue levantada en 1926 por la familia Rocca, en el contexto del auge de las llamadas casas de renta
9 minutos de lectura'


LA PLATA.— Quien transita por el centro de esta capital provincial no siempre sabe si debe prestar más atención al suelo o a lo que ocurre sobre su cabeza. Al desastre de las veredas detonadas en prácticamente todas las cuadras de la ciudad se suma ahora la inquietud por la precariedad de balcones, molduras y revestimientos de las casas más antiguas, que en los últimos meses registraron varios episodios de desprendimientos.
Podría suponerse que se trata de episodios aislados. Sin embargo, en lo que va del año, las denuncias vecinales por situaciones similares y las notas publicadas en la prensa local evidencian una frecuencia en aumento. En los últimos tres meses hubo al menos seis incidentes con caída de material de los frentes de antiguas casonas del casco urbano. En uno de los casos, ocurrido en el Centro de Estudiantes de Bahía Blanca, en 46 entre 4 y 5, sus habitantes colocaron un cartel improvisado con cartulina que rezaba: “Peligro. Derrumbe de balcón”.

Entre los episodios registrados, uno de los más significativos es el de la Casa Rocca, un edificio emblemático ubicado en la esquina de diagonal 77 y 46, construido hace casi 100 años. Esta elegante propiedad fue levantada en 1926 por la familia Rocca —integrada por destacados comerciantes y músicos— en el marco del auge de las llamadas casas de renta, concebidas para alquilar sus departamentos a funcionarios y empleados de la administración provincial. Muchos de ellos, pese a trabajar en la ciudad, preferían no radicarse y viajaban a diario desde Buenos Aires. Esa tendencia se mantuvo durante décadas favoreciendo este tipo de construcciones, al punto de que las autoridades terminaron imponiendo a sus agentes la residencia obligatoria en La Plata para conservar el cargo.
Si bien el inmueble —que el próximo año cumplirá cien años— no integra los circuitos turísticos habituales de La Plata, centrados casi exclusivamente en los grandes palacios, muchos visitantes y habitantes de la ciudad suelen viralizar en redes sociales fotografías de su fachada por la armonía de sus líneas arquitectónicas, lo que lo ha convertido en un punto de interés muy reconocido. A sus atributos arquitectónicos se suma el bagaje de habitantes ilustres como el ex ministro de educación provincial Ataúlfo Pérez Aznar o el ingeniero Juan Walter Steel que fuera titular del Instituto del Cemento Portland. Quien figura como dueño del edificio en los planos, Ángel N. Rocca fue un destacado músico, autor de la melodía de varios himnos escolares dedicados, entre otros, a Cristóbal Colón o a la maestra Mary O. Graham.

Desde hace unos meses, los habitantes del lugar enfrentan una difícil encrucijada. Todo comenzó puntualmente la tarde del sábado 12 de julio último, cuando un fragmento de la mampostería de un balcón se desprendió desde el segundo piso y, antes de llegar a la vereda, fue amortiguada por el toldo del Palacio del Peinador, una tradicional peluquería y perfumería que funciona en la planta baja del edificio. Por suerte, en ese momento no pasaba nadie.
No era la primera vez que ocurría un episodio de este tipo. El deterioro propio del paso del tiempo —agravado por la falta de una manutención adecuada y regular— ya había provocado desprendimientos; una situación que está documentada en reiteradas notas elevadas al municipio en pedido de ayuda y asesoramiento, al menos desde 2003. En esos casos, las autoridades indicaron que si bien se advertían “patologías en los materiales” se aclaraba que “no se han detectado problemas de conservación que hagan evidentes riesgos a la seguridad pública. El deterioro reviste, según los citados informes, rasgos de reversibilidad”, tal como indica una nota firmada por el entonces Director de Preservación del Patrimonio, Alfredo Conti.
Ahora, a partir del nuevo desprendimiento y alarmados por las posibles consecuencias, los copropietarios colocaron rápidamente una cinta de seguridad para aislar la zona ante la posibilidad de que se produjeran más desgajamientos de material. Luego contactaron a un silletero, quien, sin perder tiempo, inició un trabajo piso por piso para retirar el material que pudiera encontrarse suelto. Sin embargo, a raíz de la denuncia de vecinos del barrio, el municipio labró un acta contravencional al considerar que las acciones se habían iniciado sin el permiso de obra correspondiente.

Frente a esta situación, y en una reunión convocada de urgencia, los integrantes del consorcio resolvieron acudir a la Dirección de Gestión del Patrimonio municipal para consultar cómo debían proceder. Ocurre que el inmueble está sujeto a un decreto que en octubre de 2006 creó el Catálogo de bienes patrimoniales de la ciudad y que abarcaba tanto a palacios gubernamentales como a inmuebles en manos de particulares. Según esa normativa —que fijó rigurosas limitaciones de intervención y que aún se encuentra vigente—, la Casa Rocca recibió un grado de “protección estructural”, destinado a preservar “el esquema tipológico del edificio, incluyendo su composición, volumen y fachada”. A su vez de propusieron como “incentivo” la exención de un porcentaje de la tasa de servicios urbanos.
“La verdad es que no sabemos qué hacer con esta situación. De acuerdo con los presupuestos pedidos la restauración integral de la fachada oscila entre 200 y 400 millones de pesos, una cifra que supera absolutamente nuestras posibilidades”, explica Alejandro Cueto, uno de los consorcistas.
¿Callejón sin salida?
Las consultas realizadas en el área de Patrimonio, a cargo de la arquitecta María Alejandra Agnusdei —una repartición que funciona en una pequeña oficina y cuenta con apenas cuatro agentes— no arrojaron mayores resultados. No existía allí ningún expediente sobre la propiedad y tampoco podían ofrecer asistencia para financiar las reparaciones necesarias; apenas esbozaron una promesa imprecisa de intentar gestionar algún tipo de asesoramiento técnico. Agnusdei no respondió los reiterados llamados ni los mensajes enviados por LA NACION para conocer su opinión sobre este episodio.
Hoy los copropietarios de la Casa Rocca parecen frente a un callejón sin salida: no cuentan con recursos para encarar las reparaciones ni con el acompañamiento de las autoridades. Por lo pronto, el inmueble fue recubierto, a la altura del primer piso, con una malla de contención que rodea toda la fachada, para contener posibles nuevos desprendimientos. Solo la instalación de esa medida preventiva costó 11 millones de pesos, que los copropietarios afrontaron elevando las expensas mensuales de 80.000 a 400.000 pesos.

Además, los vecinos deberán afrontar la multa labrada por un inspector municipal. Según señalan, en la actuación no se tomó en cuenta la justificación, presentada en su descargo ante la Justicia de Faltas, donde explican que, “si bien se reconoce que las acciones realizadas no se ajustaron estrictamente a las normativas vigentes, se obró de buena fe ante una situación de riesgo inminente. La decisión de intervenir de manera inmediata respondió a que se trataba de un fin de semana, cuando resultaba difícil acceder a los canales formales de autorización, y a la necesidad de prevenir posibles accidentes”.
La situación deja al desnudo la ausencia de una política pública capaz de garantizar la preservación efectiva de este tipo de bienes patrimoniales. Así lo advierten varios de los especialistas consultados por LA NACION. “En la década del 50 comenzó a quebrarse el sueño de los fundadores a partir de una campana modernizadora motorizada desde el propio Estado que dio inicio a la demolición de edificios fundacionales como la primera sede del Ministerio de Economía o la del Tribunal de Cuentas. Esto instaló una tendencia que se impuso en el ámbito de los inmuebles privados y que avanzó tanto que hoy, realmente se hace muy difícil salvaguardar un petit hotel entre dos torres de quince pisos”, sostiene el arquitecto Fernando Gandolfi, ex decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata. Experto en patrimonialismo, Gandolfi destaca que, a diferencia de lo que ocurre en La Plata donde el salvataje de casas es por goteo e iniciativa privada, en otros lugares existen políticas públicas de preservación que implican incentivos o préstamos blandos y que logran resultados”. “Hoy, tener una casa antigua en La Plata es comparable a adquirir un auto clásico para restaurar: no cualquiera puede asumir ese desafío y todo queda librado a la capacidad del propietario. Ese escenario, sostiene, debería llevarnos a repensar el modo en que se gestionan estos bienes”, concluye.

A su turno, la arquitecta Marcela Nacarate dice: “A pocos días de haber cumplido 143 años seguimos hablando de la idea fundacional, pero no nos estamos ocupando de mantener ese sueño y conservarlo. Existe una arquitectura magnífica, sin atención, con construcciones, que en muchos casos, han pasado ya sus 100 años de vida y que aún esperan una intervención seria para prolongar su vida útil”. Existen ejemplos posibles de recuperación, desde pequeñas arquitecturas hasta refuncionalizaciones para usos gastronómicos, comerciales o centros de salud, pero la situación se vuelve más compleja en los edificios en altura, petit hoteles y casas de renta como la Rocca, donde conviven múltiples propietarios que, aun reconociendo el valor histórico y cultural de sus inmuebles, carecen del acompañamiento necesario. Más allá de los costos -aclara-, persiste una fuerte carencia de asistencia técnica y profesionales idóneos”. Según Nacarate, las gestiones municipales “históricamente el tema patrimonial les resulta incómodo”.
Hace dos semanas, el Concejo Deliberante platense aprobó el proyecto oficial para un nuevo código de ordenamiento urbano en el que el ítem patrimonial está reducido a su mínima expresión, apenas se contempló, en función de aportes de particulares y ongs vinculadas con el tema la posibilidad de llevar adelante “un abordaje más amplio y activo” del asunto “entendiendo que la identidad en los barrios no se limita a los bienes monumentales, sino que incluye arquitecturas cotidianas, paisajes culturales y formas de habitar”. En tal sentido se incluyó un puñado de puntos entre los que la necesidad de incorporar incentivos y mecanismos de acompañamiento a propietarios de bienes patrimoniales privados para garantizar su conservación”.
Aunque muchos vecinos y especialistas lo señalan en forma reservada —y por el momento ninguno se anima a decirlo en voz alta—, varios de los consultados para este artículo coinciden con crudeza en que la defensa de las casas patrimoniales en La Plata se parece cada vez más a “una batalla perdida”.
- 1
Hay alerta naranja por tormentas para este lunes 22 de diciembre: las provincias afectadas
2Así funciona el Tirzepatida en el metabolismo, la nueva droga para adelgazar con pocas contraindicaciones
3Tragedia en Bariloche: dos jubilados murieron tras caer por un barranco
4Daniel Lauretta: el biólogo que convirtió un abismo oscuro del Atlántico en un fenómeno masivo





