Denuncias cruzadas: quiénes son los responsables de los incendios en las islas del Delta del Paraná
En dos años y medio, se consumió 42 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires; para los funcionarios y los especialistas, la catástrofe ambiental tiene múltiples causas que van desde la sequía hasta las quemas intencionales
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ROSARIO.- “No se puede respirar”. Esas cuatro palabras fueron las más escuchadas y repetidas en el Gran Rosario durante todo el fin de semana y en el inicio de este lunes, con esta ciudad y otras localidades santafesinas cercanas como Pueblo Esther y Villa Constitución invadidas por un humo gris, denso y picante y una lluvia de cenizas como consecuencia de varios focos de incendios que desde hace semanas afectan a la zona de las islas del Delta del Paraná. El humo y el fuego contaminan severamente el aire que respira un millón de personas, además de generar daños irreversibles en el ecosistema y de recortar la capacidad natural de estos humedales de ser una importante fuente de mitigación del cambio climático.
En el medio de acusaciones cruzadas sobre quiénes son los responsables de las llamas y quiénes de controlar y sancionar estas quemas –ilegales al no tener autorización o hacerse en áreas protegidas–, las hectáreas incendiadas se acumulan día tras día, mes tras mes, año tras año: según los datos que recopila y difunde el Museo de Ciencias Naturales Antonio Scasso de San Nicolás, en los primeros siete meses de este año se consumieron unas 90.000 hectáreas solo en el área Piecas-Delta del Paraná, que va desde la ciudad de Santa Fe, al norte, hasta Zárate, al sur. Si se suman los datos de 2021 y de 2020, cuando comenzó la sequía y la bajante del río Paraná y se descontrolaron las quemas, en dos años y medio ya se destruyeron al menos unos 8537 kilómetros cuadrados (853.000 hectáreas) sobre un área total del delta de unos 2,3 millones de hectáreas. El equivalente a 42 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires.
Cruces
¿Quiénes queman y por qué? Según Diego Martín, concejal de Villa Constitución –una ciudad de 55.000 habitantes, 50 kilómetros al sur de Rosario–, por el Frente Progresista, si bien siempre hubo quemas nunca tuvieron esta escala. “Es el tercer invierno con semanas enteras con el cielo cubierto de humo y dificultades para respirar. Era una práctica de los isleños, pero lo hacían de modo casi artesanal en muy pequeñas superficies. En los últimos años cambió la escala y el uso del suelo y se introdujeron prácticas productivas en la isla propia del continente, como la ganadería, los cultivos o, incluso, la presión del sector inmobiliario”, dijo.
César Massi, naturalista y referente de la Red Nacional de Humedales (Renahu), señaló que, en los últimos tres años, “han quemado casi completamente tres de los cuatro pastizales más importantes de la Argentina: los Bajos Submeridionales, los Esteros del Iberá y los humedales del río Paraná, en todos los casos, sobre todo, para hacer ganadería”. Y añadió: “Si se queman los mismos campos en la misma época, todo hace pensar que quien lo hace es siempre la misma gente”. A las actividades agropecuarias se sumó, indicó, sobre todo cerca de las grandes ciudades, la presión del sector inmobiliario para apropiarse de terrenos isleños que muchas veces son fiscales. “Es increíble la falta de reacción de parte de las autoridades ante una mecánica tan reiterativa. No hay patrullajes preventivos y una vez que el fuego arranca no para”, afirmó. “Hay que mirar la película, no la foto de lo que pasa frente a Rosario solamente. Se están llevando puestos a los pastizales del país”, agregó.
Por su parte Sergio Federovisky, secretario de Control y Monitoreo Ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, planteó que existe una situación “muy adversa” desde lo climático que incluye una sequía de cuatro años y la bajante sostenida del Paraná, lo que genera una acumulación de vegetación seca “colosal”. A eso se suma “una acción delictiva sistemática de los cazadores furtivos y de quienes usan el fuego para ‘limpiar’ campos aunque esté prohibido”, así como de quienes buscan extender la frontera agropecuaria “quemando zonas que suelen estar bajo agua”.
En esta línea, según señaló ayer el intendente de Rosario, Pablo Javkin, los incendios no son consecuencia de un fuego controlado, sino de una actividad criminal. “Ahí están los delincuentes que prendieron. Esto no es fuego de productores ni de nada que esté calculado ni programado”.
En tanto, para el miércoles, a las 18, en el Monumento a la Bandera, habrá una movilización de ciudadanos autoconvocados bajo los reclamos: “Basta de quemas. Basta de humo. Basta de esta violencia. Exigimos responsables. Que aparezca la Justicia”.
En medio de estas quejas, el gobierno santafesino informó que interpuso una nueva presentación ante la Justicia Federal sobre los focos activos en territorio entrerriano, frente a Rosario. La iniciativa amplía la denuncia penal radicada el mes pasado.
La política en su laberinto
Sin avances legislativos para la sanción de una Ley de Humedales, con presupuestos ambientales exiguos tanto en las provincias como en la Nación, una enorme descoordinación entre jurisdicciones y una Justicia que va a paso lento, las quemas en el humedal del Delta del Paraná se volvieron una postal repetida desde comienzos de 2020 hasta ahora.
“Esto no está en la agenda política de los gobernadores de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires y menos todavía del gobierno nacional. Los presupuestos para acción climática son irrisorios. La conservación del delta no está en la agenda política”, agregó Martín, para quien el humo “es la consecuencia de un modelo productivo a nivel global del que todos formamos parte, lamentablemente”.
Respecto de la utilidad del sistema de Faros de Conservación (que son torres de monitoreo de incendios) montados en el último año y medio en varios puntos del delta por el Ministerio de Ambiente de la Nación, el concejal de Villa Constitución –donde hay una torre– dijo: “Se los vendió como la solución al problema y acá estamos, respirando humo”. Y completó: “Es imposible no detectar y no saber quiénes son y dónde se prende fuego, es muy difícil creer que con la tecnología disponible no se pueda identificar a los responsables”.
Según Federovisky, “el Estado nacional y las provincias cumplen con su rol que es prevenir”. Y agrego: “Invertimos y funcionan magníficamente los cinco faros, y habrá cinco más que estarán operativos en 60 días”. A eso se sumaron 120 brigadistas y media docena de medios aéreos en dos bases operativas, Alvear y San Pedro. “Sabemos que no alcanza porque una pata incumple su parte, que es el poder judicial”, subrayó, para agregar que hace 10 días desde ese ministerio hicieron una denuncia en un juzgado federal de Victoria (Entre Ríos), “donde entregamos los registros de las alertas de los faros sobre los focos y su localización”. Según detalló, este martes irán a esa ciudad entrerriana junto al ministro Juan Cabandié para ampliar esa denuncia.
El impacto sanitario
Además de los efectos inmediatos que el humo genera en la salud humana (irritación de las vías respiratorias y de los ojos, tos, dolor de cabeza, estornudos), la merma de oxígeno en el cuerpo por respirar aire contaminado tiene innumerables consecuencias a mediano y largo plazo. Así lo explicó Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y autor del libro La vida hecha humo. “Hay un daño no cuantificado que el humo genera a los niños y a quienes aún no han nacido, pero nacerán de mujeres gestantes que están respirando este aire. Eso es lo más terrible, pero las autoridades siguen jugando al gran bonete”.
El médico explicó que respirar humo irrita las vías respiratorias, una inflamación que al hacerse crónica genera daños que pueden ser graves ya que dificulta la correcta oxigenación del organismo. “Menos oxígeno en el cuerpo significa una mayor dificultad para que las células desarrollen sus funciones de forma sana y genera un déficit en todas las funciones. Al menor oxígeno se agregan las sustancias químicas que transporte el humo, eso daña la estructura genética y es lo que hace que la salud de las generaciones futuras se vean comprometidas”.
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