En Córdoba un pueblo se moviliza para "rescatar" un cementerio y sumarlo al circuito cultural
CORDOBA. Patricia Núñez de chica le tenía miedo a los cementerios; nunca hubiera imaginado pasarse horas durante años en uno abandonado y encabezar una campaña para "rescatarlo". Se trata del de Unquillo, a 30 kilómetros de la capital de Córdoba . En 1934 la tía abuela de Núñez, doña Zenaida Moldes, donó las tierras al Arzobispado para que el lugar tuviera cementerio. Por décadas fue el único cementerio, pero a mediados de los ’60 quedó abandonado porque se hizo uno nuevo. La intención, ahora, es "salvarlo" e integrarlo al circuito turístico de la localidad.
En 1937 -con el primer entierro, el del herrero artesano Eugenio Pappy- fue declarado "tierra santa" y, desde entonces, "ilustres" vecinos de Unquillo (una perla cultural de las Sierras Chicas) fueron enterrados allí.
Hace tres años, con el cementerio cubierto de yuyos y con el camino de acceso prácticamente cortado por la invasión de la vegetación, Núñez empezó a limpiarlo (a la tarea se sumaron los Bomberos Voluntarios de Unquillo) y a contactarse con los familiares de algunos de las destacadas personalidades enterradas. Todos se sumaron al plan.
De la construcción del cementerio San Francisco de Asís participaron su abuelo, José Greco, junto al arquitecto y pintor italiano Augusto Ferrari (abuelo del artista León Ferrari y constructor de la emblemática iglesia de los Capuchinos en Córdoba) y Ángel Lo Celso. Los tres se habían conocido en el barco que los traía de Italia a la Argentina, donde trabaron una suerte de amistad; el destino hizo que se reencontraran en Unquillo. Ferrari construyó un pequeño oratorio, del que quedan algunos restos.
Francisco Moldes, abuelo de la donante, compró tierras de Unquillo (una parte es donde está el cementerio) a Juan Martín de Pueyrredón en 1876; es la zona pegada al cerro del Pan de Azúcar, por eso el desde el camposanto hay una de las mejores vistas de la localidad. Los datos de esas escrituras están en el Archivo Histórico de Catastro de la Provincia; mucho antes en 1813, San Martín cruzó ese campo junto a sus soldados. El nombre de "San Francisco de Asís" es en honor al obispo de Córdoba Fray Zenón Busto y Ferreira (tío de la donante), quien era franciscano.
Para consolidar su proyecto de "recuperar" el cementerio, Núñez hizo una exhaustiva investigación de quiénes fueron los alrededor de 350 enterrados. Hay un panteón de la familia Sanguinetti , donde está Florentino Sanguinetti (su esposa e hijo), abuelo de Horacio Sanguinetti, exdirector del Colegio Nacional de Buenos Aires; fue un pionero que donó tierras para el ferrocarril, para la cooperativa de agua y trabajó por el desarrollo del lugar; los padres del escritor Ulises Petit de Murat (Ulises y María Fedra Regúnaga Vianna Giro); el constructor Pedro Froylan, quien ejecutó el camino del Pan de Azúcar uno de los más impactantes de las sierras cordobesas.
Entre las tumbas también está la de Daniel Antokoletz, un reconocido tratadista de Derecho Internacional Público y diplomático colaborador del Nobel Carlos Saavedra Lamas. Su voluntad fue que lo trasladaran al cementerio de Unquillo, donde también están sus hijas Beatriz y Nelly (creadora del primer diario de la localidad, "El Grillo" ) y su hijo Daniel.
El abogado y educador Saúl Taborda fue enterrado en 1944; fue uno de los protagonistas de la Reforma Universitaria Nacional de 1918, y tuvo una larga trayectoria en temas educativos; en su tumba se destaca la estela funeraria que le dedicó su amigo el escultor español Gelacio Barral y está hecha con piedra extraída de la cantera cordobesa Quilpo (granito azabache y granito gris).
En Unquillo se fue armando una suerte de "cadena" para terminar de recuperar el lugar y que se integre al circuito turístico que incluye, por ejemplo, laCapilla Buffo (única en su estilo, dedicada a la memoria de Leonor Allende, esposa de Guido Buffo, pintor, esteta y un hombre de ciencia), el Museo de Arte Contemporáneo, el Castillo Monserrat, diferentes ateliers de pintores y la casa museo del artista Lino Enea Spilimbergo.
El año pasado llegaron al cementerio desde España el hijo del escultor Barral, Lope Juan, para conocer la escultura que su padre había hecho para su amigo Taborda; también se organizó un acto para los 75 años de la muerte del educador en el que el presidente Mauricio Macri envió una carta de reconocimiento a la tarea que se realiza; la familia de Petit de Murat colabora en las tareas y los Sanguinetti agradecen haber podido reingresar al panteón.
"Aunque hay una ordenanza que lo declara patrimonio cultural, estaba vandalizado y abandonado -cuenta Núñez-. Lo que pretendemos es lograr un compromiso de las instituciones para que este esfuerzo no se pierda; en todo el mundo los cementerios se visitan como un homenaje a quienes están allí, para que su legado no se pierda. Eso es lo que buscamos".