Historia del Mate (Ilex paraguariensis): Argentina, el uso del mate en los albores de la Independencia
Transcripción de la video entrevista a Daniel Balmaceda, historiador.
En 1812 en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson se cantó por primera vez el himno nacional. Se llamaba canción patriótica en aquel tiempo, pero eran las famosas tertulias, esas reuniones en que se hacían por la noche y se juntaban los principales vecinos a cantar, a tomar algo… A tomar algo era mate o chocolate, específicamente. Por lo tanto, si bien nuestro cuadro famoso del himno donde vemos a todos participando del canto, y sentados y prolijamente, en realidad les falta el mate que era la bebida que evidentemente circuló esa noche, porque era lo que se tomaba en las tertulias. No se tomaba alcohol, se tomaba mate o chocolate. Así que podemos casi asegurar que mientras Blas Parera estaba en el piano, y Alejandro Vicente López y Planes leía las estrofas del himno, seguramente había un mate circulando por la casa de Mariquita.
En 1816 cuando se declaró la independencia, muchos de nuestros diputados viajaron por distintos medios a Tucumán haciendo los caminos de postas. ¿Qué los esperaban en cada una de esas postas? Un mate, porque si había algo que aguardaba a los viajeros en cada posta era, o locro para comer o mate para tomar. La pava estaba siempre al fuego esperando al viajero para servirle un mate en cuanto bajara del caballo o del carruaje en el que iba viajando. En esa época surgió el nombre de "mate del estribo", porque cuando el viajero ya estaba partiendo, por ahí subiéndose al caballo, o subiendo a la galera, se le daba el último mate, donde él estaba en el estribo y podía partir. Inclusive la costumbre de llamar mate al estribo fue mucho más allá de la época de las postas, se siguió llamando al último siempre "mate del estribo".
San Martín también tomaba mate, sin embargo, a él le gustaba ponerle café, y en realidad tomaba más café en el recipiente del mate y con bombilla, que mate en sí. Por lo tanto, si lo veíamos a San Martín con un mate era probable que no estuviera consumiendo la yerba clásica sino café.
Uno de los cuadros clásicos de Leoni Matthis es la dama porteña, y tiene la curiosidad de que vemos a una mujer de la década de 1830 tomando mate con su criada, ella es la que le lleva el mate hasta la sala, la dama lo toma, la criada sale corriendo, se va a la cocina, le vuelve a llevar el mate y vuelve a entregárselo. Esto era una actividad clásica de aquel tiempo, sabemos que es alrededor de la década de 1830, porque la ropa de ella y sobre todo el peinetón lo marcan de esa manera.
Esto era lo que ocurría en todas las salas de todas las casas importantes de nuestro territorio. Hay un viejo cuento que no sabemos si es tan cierto porque se lo narra en la Argentina, en Uruguay y en Brasil. Nosotros lo conocemos como "el mate de Las Morales", una historia que tiene que haber ocurrido en 1834. Sin embargo, también hay una historia similar en Brasil que ellos llaman "la historia del mate de Joe Cardoso". En Uruguay también, pero ¿sobre qué se basan estas historias? Sobre la promesa del mate que nunca llega. Se supone que Las Morales estaban en una de las postas que conducían a la zona norte, lo que es hoy San Isidro, San Fernando, y que eran tres hijas con una madre que era viuda. Cuando llegaba un viajero, ellas le decían, "esperen que les vamos a servir unos mates" y nadie se levantaba, seguían conversando, y el mate nunca llegaba. Por lo tanto, en nuestro territorio se convirtió en costumbre decirle "mate Las Morales" a cualquier promesa que no se cumplía.
Acá tenés uno de los cuadros más característicos de la época de Rosas, un soldado federal, el pintor francés lo hizo justamente tomando mate, está descansando en una guardia, y tiene él clásico chiripá, la ropa color punzón de aquel tiempo, y en su mano derecha un rico mate y una posición de respiro, el placer de tomarse un mate en el descanso del trabajo.
En general, todos los oficiales del ejército tenían un soldado que les cebaba mate, "el soldado cebador", y sobre todo los generales. Por ejemplo, Bartolomé Mitre, en la Guerra del Paraguay tenía un sargento que se llama Siforiano, que era el encargado de llevarle el mate. Siforiano iba con su mate a donde estuviera a Mitre, y siempre le tenía que tener un mate preparado por si él tuviera ganas de tomar o convidar a sus amigos lo pudiera hacer. Por lo tanto, en esa época era muy conocido Siforiano por el resto del ejército en Paraguay, los demás oficiales porque era nada menos que el que podía proveer a todos de un rico mate en ese momento.
Siempre en las casas principales de las ciudades del territorio había unos mates muy importantes. En el campo, el paisano, el gaucho, el trabajador usaban un mate sencillo, pero en la casa de Mariquita, en la casa de los Escalada, todos tenían unos mates muy trabajados, en general en alpaca, o en algún caso con bombillas de plata, que eran los que se usaban en la sala principal. La verdad es que se hacían diseños muy interesantes, eran inclusive grandes colecciones de mates, muy trabajados, pero el sabor un poco se le perdía, y mucha de esta gente que en las casas principales tomaban sus mates tan exquisitos preferían un poco más el que tomaban en medio del campo, en una calabaza común y corriente.