Innovación y tecnología. Un centro de formación regional de excelencia celebra 70 años e inicia una nueva etapa
Fundado en 1955, el Instituto Balseiro transita un momento de cambios; formación en tecnología sensible e impacto geopolítico
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SAN CARLOS DE BARILOCHE.- El 22 de abril de 1955 se fundaba en esta ciudad el Instituto Balseiro (IB), que comenzó con sus actividades el 1° de agosto de ese mismo año. De todos modos, la historia de esta institución de enseñanza universitaria pública y gratuita que este año cumple 70 años había empezado cinco años antes, al crearse la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). La idea era manejar una tecnología sensible y de punta con impacto geopolítico en la producción de energía destinada a usos pacíficos.
“Muy rápidamente, la comisión se da cuenta de la centralidad de los recursos humanos y la necesidad de generar conocimiento formando capacidades. Por eso se crea el Instituto Balseiro. Y se crea con una característica que se sostiene a lo largo de estos 70 años, que es tomar personas y darles una formación sólida en física, matemática, tecnologías básicas, así como un ritmo de estudio muy intenso, una alta disponibilidad de recursos y una beca de la CNEA, que da igualdad de oportunidades”, cuenta Mariano Cantero, director saliente, que lleva casi una década al frente de la institución.
Cantero será reemplazado este martes próximo por la doctora en Ingeniería Nuclear Graciela Bertolino, que se convertirá en la primera mujer elegida para dirigir el instituto, que depende de la CNEA y de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).
En diálogo con LA NACION y en una de sus últimas entrevistas como director del IB, Cantero destaca que allí los estudiantes –que reciben becas completas para dedicarse exclusivamente al estudio– aprenden a aprender: “Como el instituto tiene una ventana de 4 o 5 años para formar personas que después desarrollan una carrera profesional por 50 años en este mundo tan dinámico, es central que sigan aprendiendo. Y así lo demuestra el impacto que los egresados han tenido en todos estos años”.
Los ingresantes a las carreras de grado y maestrías deben tener cursadas y aprobadas materias de los dos primeros años de alguna carrera afín. Asimismo, deben rendir un examen escrito y presentarse a una entrevista personal. Desde 1955, el Instituto Balseiro se destaca por formar profesionales de alto nivel en física e ingeniería.

En 1976 y tras más de 20 años de sostener esa visión estratégica y ese concepto de formación de recursos humanos de alto nivel que dio origen a la CNEA, se creó la empresa Investigaciones Aplicadas Sociedad del Estado (Invap). Luego aparecerían muchas otras empresas de tecnología, como Nucleoeléctrica S.A. (que opera las centrales nucleares), Conuar (fabrica combustibles nucleares), la Fábrica de Aleaciones Especiales, Dioxitek y la Planta Industrial de Agua Pesada, así como centros de medicina nuclear, los reactores de investigación y la planta industrial de producción de radioisótopos.
“En línea con esos avances, el Instituto Balseiro ha sido una de las herramientas más importantes en lo que es generación de conocimiento, de innovación, de tecnología y de recursos humanos”, advierte Cantero. Y suma que la articulación entre la CNEA, la UNCuyo y otras universidades nacionales, y otros actores del sector socio-productivo “son una muestra de un ecosistema virtuoso”.

Más allá de la infraestructura sobresaliente con la que cuenta el Balseiro –los estudiantes se forman en laboratorios de punta, codo a codo con los investigadores–, Cantero remarca que lo central son los seres humanos y las capacidades. “Ahí aparece otra vez el rol central del Estado articulando el sector productivo con los centros de investigación, desarrollo y formación de recursos humanos para asegurar que las personas no se vayan de las instituciones. Una combinación de falta de financiamiento de proyectos y malos salarios, por ejemplo, puede derivar en un drenaje o fuga de capacidades hacia sectores productivos o hacia el exterior. Y eso pone en jaque a las instituciones y, en el corto o mediano plazo, puede frenar el desarrollo de esas capacidades que son las que han sostenido al Balseiro funcionando”, resalta.
Pérdida de investigadores
En ese sentido, una de las principales problemáticas que atraviesa el instituto es la pérdida de investigadores docentes, especialmente aquellos con más de 20 años de experiencia. “No es fácil reemplazar a esas personas y eso afecta las actividades centrales. En los últimos dos años, se ha incrementado la partida de docentes investigadores formados”, advierte Cantero.
Explica que los salarios “no son buenos hace mucho tiempo”: hubo un pico en 2011-2012, cuando un investigador ganaba aquí lo mismo que un colega en Francia, mientras que en los últimos años los salarios en la Argentina pasaron a representar un tercio de los de ese país europeo. “Así y todo, se podía sostener. Lo que ha pasado últimamente es que se han incrementado mucho los costos de vida, los salarios han aumentado muy poco y se ha vuelto compleja la situación para los docentes, porque no pueden sostener a las familias en muchos casos”, dice Cantero. Los docentes dedican 40 horas semanales a la investigación y 10 horas por semana a la docencia.

Otro factor que afecta al Balseiro es la caída en la cantidad de postulantes a los posgrados, con menos de la mitad de estudiantes de doctorado que había hasta hace unos años. El valor de las becas explicaría el fenómeno. “Eso también tendrá un impacto en el corto plazo porque los estudiantes de doctorado avanzados son los reemplazantes de los docentes más jóvenes, que se gradúan del doctorado y se van a hacer una estancia en el exterior. Eso se suma a la dificultad de poder hacer el reemplazo de los investigadores con experiencia”, agrega el ingeniero nuclear.
“La generación de conocimiento y la formación de personas tiene impacto directo en el desarrollo económico de un país, e incluso en la calidad de vida de la gente. En materia nuclear, tiene un impacto geopolítico y estratégico. La Argentina, por tener el desarrollo nuclear que tiene, incluido el enriquecimiento de uranio, es parte de una mesa chica con no más de 40 países, que son los proveedores nucleares. Esos países manejan el comercio internacional de tecnología. Eso le permite a nuestro país importar tecnología única. Y en materia de investigación básica –que no tiene una aplicación concreta, pero está en el estado del arte y es lo que se viene–, tener ese conocimiento permite desarrollar cosas que luego se transforman en innovaciones de punta e incluso saber comprar tecnología de punta”, señala Cantero. También le preocupa, en un contexto de renacimiento de la energía nuclear en el mundo, una eventual pérdida de capacidades en las instituciones nucleares argentinas.
Consciente de la importancia de las soluciones transdisciplinarias, el ingeniero nuclear insiste en que los recursos humanos representan la clave de la economía del conocimiento: “No hay que perder de vista que son seres humanos con proyectos de vida. Debemos lograr una planificación integral para fortalecer eso”.
En esta transición de nuevas autoridades, en el Balseiro esperan que se puedan articular políticas de mediano y largo plazo que ataquen la coyuntura y consigan volver a fortalecer el sistema de investigación, desarrollo, innovación y formación de capital humano.
Subrayan que, sin presupuestos actualizados, se vuelve cuesta arriba tener previsibilidad y poder planificar. “Se busca seguir desarrollando las actividades y seguir impactando el desarrollo del país como ya hemos probado que se hizo y que rinde frutos. Claro que hay cuestiones para mejorar y optimizar, pero es con instituciones vitales y con rumbo claro que se pueden hacer esas transformaciones. Si el planteo es reconfigurar las instituciones desde cero, se corre el riesgo de que se pierdan”, sostiene Cantero.
La oferta académica del Instituto Balseiro (que funciona dentro del Centro Atómico Bariloche, a 9,5 kilómetros del Centro Cívico) incluye Licenciatura en Física, Ingeniería Nuclear, Ingeniería en Telecomunicaciones e Ingeniería Mecánica. Además de contar con decenas de investigadores premiados internacionalmente, la institución posee un vínculo fuerte con el sector productivo, con transferencia de tecnología y capacitaciones a medida para la industria.
A través del Programa de Becas de Enseñanza Media, cada año unos 600 estudiantes secundarios escriben ensayos sobre ciencia y tecnología. A su vez, el IB organiza cada año el concurso de planes de negocios de base tecnológica IB50k, que promueve la capacidad emprendedora e impulsa el desarrollo tecnológico-industrial del país.
Anualmente, el IB tiene cerca de 55 egresados de grado, 20 egresados de especializaciones, 30 egresados de maestrías y 25 de doctorados. Cada egresado presenta un trabajo final o tesis: eso significa que por año el instituto genera, en promedio, más de un centenar de investigaciones y desarrollos originales en áreas críticas como neutrónica y reactores, materiales, tecnologías cuánticas, inteligencia artificial, nanotecnología, medicina nuclear y telecomunicaciones.
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