El legado de la escritora y profesora, de 82 años, está en manos de la justicia; el abogado Agustín Rivera explicó a LN+ los detalles del documento hereditario y el proceso de verificación
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El legado de la escritora y profesora Beatriz Sarlo, de 82 años, se define entre el excónyuge -que se casó con ella en 1966 y llevaba más de 50 años separado de hecho de la escritora-, el encargado de edificio donde vivía la autora en el barrio de Caballito, que presentó a mediados de febrero un testamento ológrafo reclamando su departamento, y el Estado.
En ese contexto de herencia incierta, el abogado Agustín Rivera, especialista en sucesiones, analizó este miércoles en los estudios de LN+ la inesperada disputa legal.
En primer lugar, explicó qué es el testamento ológrafo presentado por el encargado del edificio, Melanio Alberto Meza López, en el que la ensayista le habría legado su departamento y el cuidado de su gata Nini.

“Desde el momento en que el legislador permite a la persona hacer un testamento ológrafo sin la intervención de un escribano, implícitamente está permitiendo que una persona sin conocer los términos específicos, deje su voluntad expresada en una servilleta, madera, papel, pared, mesa, en cualquier lugar”.
En ese sentido, Rivera aclaró que el procedimiento “es legal” y la justicia debe determinar su validez.
“El testamento ológrafo es una letra manuscrita fechada y firmada. La firma y grafía (texto) van a estar sujetas a prueba. Un perito calígrafo coteja la firma con algún documento en el que exista una firma indubitada de Beatriz Sarlo, como una escritura. Y la parte más difícil es conseguir un documento que tenga la grafía incuestionada de ella. Se debe hacer un doble cotejo”, precisó.
Posibles escenarios
Sobre ese punto, el abogado manifestó sus dudas sobre la autoría del documento hereditario: “Yo no discuto que lo haga en un testamento ológrafo. Pero ella era una persona con un léxico suficiente. Tal vez, si quiso expresar la voluntad, no hubiera utilizado el ‘dejo a cargo’”, reflexionó.
En esa línea, explicó que el testamento ológrafo “no se inscribe” en el Registro de Testamentos del Colegios de Escribanos. “Una vez que se hace ese cotejo (que suele demorar entre seis meses a un año), el juez lo aprueba y lo manda a protocolizar y a inscribir”.