Puente binacional. Después de casi 30 años, la Argentina y Brasil tendrán un nuevo enlace vial e incluirá una bicisenda
Se firmó el contrato para construir San Javier-Porto Xavier, financiado por el Estado vecino; se espera que las obras estén finalizadas antes de 2030
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POSADAS.− La Argentina y Brasil tendrán un nuevo puente que los vinculará a partir de 2030. Se trata del viaducto que unirá la localidad misionera de San Javier, a 130 kilómetros de Posadas, con la vecina Porto Xavier.
Será el primer puente entre ambos socios mayores del Mercosur, desde que se inauguró en 1997 el paso Santo Tomé-San Borja.
Los otros puentes entre ambos países son Puerto Iguazú-Foz de Iguazú (inaugurado en 1985) y Paso de los Libres-Uruguaiana (1945).

Este puente será financiado totalmente por Brasil, que ya firmó los contratos y los publicó en el Boletín Oficial, con un consorcio de cinco empresas liderado por Rivola Constructores, de capitales italianos. La inversión ascenderá a 214.000.000 de reales (equivalen hoy a US$40.000.000).
Según el acuerdo de 2018, de la Comisión Binacional que administra y estudia los asuntos de los puentes sobre el río Uruguay ya construidos o en carpeta para desarrollarse, la Argentina no pondrá un peso.
Brasil incluso financiará la cabecera del lado argentino. Y lo prefieren así porque una obra con financiamiento binacional generaría una serie de trabas burocráticas y legales que demorarían mucho más la concreción del proyecto.
El viaducto tendrá un largo de 940 metros, y será mucho más ancho que otros puentes: 17,4 metros. ¿Por qué? Incluirá banquinas de dos metros a ambos lados, como seguridad, y también algo muy novedoso para un paso fronterizo: una bicisenda de 1,7 metros de ancho y un espacio para el cruce peatonal de 1,2 metros.

Las obras comenzarán a mediados del año próximo, una vez que se aprueben los trámites ambientales y administrativos en ambos márgenes. También habrá que realizar algunas expropiaciones, ya que en estas localidades los vecinos se asientan en la zona ribereña, explicó a LA NACION, Ovidio Kaiser, secretario de Turismo de Porto Xavier.
En un proyecto anterior, la cabecera del puente pretendía evocar a las ruinas jesuíticas. Sin embargo, Brasil decidió eliminar estos detalles para bajar costos, tendiendo en cuenta “que lo financian los contribuyentes”, dijo Kaiser.
Por etapas
La construcción se realizará en etapas y se estima que, una vez que comiencen los primeros trabajos, la obra demandará dos años. Se calcula que el puente estará operativo poco antes de 2030.
Hasta ahora San Javier y Porto Xavier están vinculadas por un servicio de balsa, que también transporta enormes camiones, especialmente brasileños.
“En 2016 se concluyó un estudio de viabilidad técnica y económica de la obra y el puente San Javier y Porto Xavier fue elegido porque era el más viable por el volumen económico”, indicó Kaiser.
Corredor bioceánico, turismo y familia
El interés de los brasileños, que financian la obra casi en su totalidad, es fundamentalmente abrir una nueva ruta del corredor bioceánico que le permita llegar a los puertos del Océano Pacífico, así como también sacar mercaderías por las rutas argentinas.
Mientras que para la Argentina, hasta ahora, se estima que el principal interés será el turístico, ya que representa una nueva ruta hacia las playas del sur de Brasil.
“Comercialmente le sirve a Brasil para conectar con Paraguay, Chile y por supuesto la Argentina. Hasta que apareció el puente de Santo Tomé-Sao Borja, San Javier era el lugar predilecto para la ruta del comercio de papa y cebolla del sur de Buenos Aires hacia Brasil”, dijo a LA NACION, Cristian Castro, contador y diputado provincial, oriundo de San Javier.
“Otro flujo va a ser el del verano porque se concentra una parte importante del tránsito hacia las playas del sur de Brasil”, indicó el legislador.
A eso hay que agregarle un posible negocio que en Misiones miran con mucho interés: que parte de las exportaciones del sur de Brasil se realicen por el puerto de Santa Ana, aun no habilitado, pero que tiene el calado suficiente para que exportadores de Rio Grande do Sul o Curitiba lo utilicen.
“A los brasileños les interesa mucho utilizar la hidrovía Paraná-Paraguay para sacar parte de su carga”, explicó a LA NACION, Diego Zapaya, empresario de Oberá, ciudad ubicada muy cerca de la frontera con Brasil.
Vecinos y hermanados
Otro uso muy fuerte será el tránsito vecinal fronterizo, que se prevé se incrementará de forma exponencial con un puente. Además hay una cuestión de unión y confraternidad de pueblos muy hermanados en esta zona del país.
Misioneros y brasileños de las localidades emplazadas en la costa del río Uruguay tienen estrechos lazos de amistad y familiares, e históricamente están acostumbrados a cruzar en canoa para hacer compras o jugar un partido de fútbol. Pero en las últimas décadas el endurecimiento de los controles fronterizos, migratorios y aduaneros, empezaron a trabar ese libre ir y venir.
“Culturalmente éramos hace unos 40 y hasta hace unos 20 años mucho más hermanados en la cultura, algo que se perdió estos últimos 20 años con esas asimetrías más grandes. Pero que el puente puede volver a reestablecer esa hermandad entre orillas”, explicó Castro.
“Yo soy parte de esa mezcla nieto de una brasileña llamada Grasiolinda Fonseca Lara, conocida en Itacaruaré como doña Olina, y me transmitió ese amor por Brasil y la Argentina”, explicó el contador y docente.
La Argentina y los puentes
El último puente internacional que inauguró la Argentina con Brasil fue en diciembre de 1997, con la presencia de los entonces presidentes Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso.
Desde entonces, otros proyectos en carpeta quedaron paralizados o cajoneados, incluyendo el puente que falta en la Triple Frontera (Brasil, Paraguay, Argentina), que es el que vincula a nuestro país con Puerto Franco-Ciudad del Este.
Ese viejo proyecto no solo no prosperó por las circunstancias políticas y económicas de la Argentina, sino que en poco tiempo Brasil y Paraguay inaugurarán su segundo puente, que fundamentalmente estará destinado al transporte de carga y será una pieza clave del corredor bioceánico.
Ese puente, financiado por la represa de Itaipú ubicada unos kilómetros río Paraná arriba, está emplazado frente al Hito Tres Fronteras. Está finalizado, pero aún no fue habilitado.
Asimetrías, puentes y desarrollo
En general para la Argentina, por las constantes asimetrías cambiarias y la carga impositiva y burocrática dispar, la presencia de puentes binacionales ha generado siempre el mismo contraste: fuerte desarrollo del lado vecino que no tiene su correlato en las ciudades “gemelas” argentinas.
Sucede con Puerto Iguazú, de fuertes contrastes con Foz de Iguazú y Ciudad del Este; con Santo Tomé y San Borja, y con Paso de los Libres, una ciudad que parece detenida en el tiempo, y Uruguaiana.
Quizás la única excepción es Posadas-Encarnación, cuyo puente se inauguró en 1990. En ese caso, la ciudad del lado argentino es más grande y desarrollada que su vecina. Aunque nadie cuestiona el enorme crecimiento de la localidad paraguaya, motorizado en gran parte con el dinero que gastan cada día los argentinos, tanto en consumo como en las crecientes inversiones inmobiliarias que realizan del otro lado de la frontera.
El intendente de San Javier, Matías Vilchez, aseguró tras confirmarse la firma del contrato que garantiza el comienzo de la obra, que representa “una enorme alegría” e indicó: “Ninguno de nosotros imaginamos lo que implica esta enorme potencia comercial”.
“San Javier se viene preparando hace mucho tiempo junto al gobierno de la provincia, con la cuestión energética y el desarrollo urbanístico para absorber este impacto”, indicó el intendente “La Dulce”, como se conoce popularmente a San Javier.
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