Rehenes narco: el barrio que fue escenario de 588 allanamientos en un año
Los habitantes de Puerta de Hierro intentan mantener activa la vida comunitaria, pero a partir de las 22 deben encerrarse en sus casas
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El tren frena en la estación Villegas. El sol ya se fue y algunos pasajeros bajan del vagón y corren. Cruzan las vías y se dirigen a la avenida Crovara. A pocos metros ya se encuentran en la villa Puerta de Hierro, ubicada en Ciudad Evita, zona oeste del conurbano bonaerense. Con paso acelerado se meten por los distintos pasillos de tierra que la atraviesan. En medio del asentamiento está el Centro Comunitario. Allí, sobre un playón, juegan los chicos de entre 6 y 12 años. Los que se bajaron del tren se pierden entre los pasillos que conforman el barrio. La secuencia es rápida, dura cinco minutos. Compran la dosis de paco y vuelven a la estación para subirse al tren. "Esto pasa todo el tiempo, es así, aunque ahora está un poco más tranquilo", dice Matías, un vecino de Puerta de Hierro, a LA NACION.
El lunes pasado, la policía de la provincia de Buenos Aires, tras una investigación judicial, entró en Puerta de Hierro y realizó 33 allanamientos que terminaron con la demolición de tres búnkeres de venta de drogas y con la detención del Gordo Juan, sindicado como un narco que operaba en el barrio. Según lo que expresaron policías a cargo del procedimiento, en el momento del operativo se encontraron con 30 chicos de entre 6 y 7 años distribuidos en todos los pasillos y que eran utilizados como "campanas" para alertar sobre la presencia policial.
Los búnkeres que fueron derribaron pertenecían a la llamada banda del "Gordo Juan" y los agentes decomisaron allí tres kilos de cocaína y uno de pasta base, además de marihuana y $100.000.
Sin embargo, los vecinos de Puerta de Hierro dicen que allí los chicos de esa edad no están involucrados en el entramado narco, que sí hay adolescentes entre los vigías narco, pero que "los nenes nunca robaron ni nunca se drogaron ahí".
En el barrio, los puntos de venta de droga son las esquinas. Puerta de Hierro, según algunos vecinos, está dividido en dos, la parte "buena" y la "mala". La Capilla de la Virgencita, que mira a la avenida Crovara, es el centro que funciona como línea divisoria. Atrás de ella se encuentra el Centro Comunitario, un lugar donde los vecinos se acercan y dejan a sus hijos para que jueguen y reciban contención social. Luego están los pasillos o "tiras" que atraviesan todo el asentamiento de más de 500 casas, donde se manejan sus propios códigos. "Acá el 80% de la gente trabaja, el resto vive de la mala vida", señaló un vecino a LA NACION. El paco invadió Puerta de Hierro hace mucho tiempo y es el problema con el que los vecinos conviven todos los días por las bandas que se disputan el negocio. En lo que va del año, la Gendarmería, que recorre las calles interiores del barrio, realizó 36 allanamientos y decomisó dosis de paco, armas, motos y autos robados. El año pasado se hicieron un total de 588 procedimientos, aunque los agentes señalaron que "es muy difícil dar con los lugares porque los vecinos tienen miedo de denunciar a los narcos y revelar dónde están los búnkeres".

Con la presencia de gendarmes, la tarde es tranquila en ese barrio, la gente está afuera, toma mate y suena cumbia a todo volumen, que acompaña el ritmo de Puerta de Hierro. La "tira" central es donde se encuentra el mayor movimiento y donde aparecen los "soldaditos", chicos de 16 años que están al tanto de todo lo que pasa dentro del barrio y con línea directa con los narcos para avisar ante cualquier situación. Sobre Crovara es donde están los "fisuras", como llaman a los adictos al paco. Deambulan por allí entre los tres asentamientos (Puerta de Hierro, 17 de Marzo y San Petersburgo) que están uno detrás de otro sobre la avenida Crovara.
Las esquinas de Puerta de Hierro son el territorio de disputa de los narcos. Allí, desde que comenzaron a destruir los búnkeres, se realiza la compra y venta de paco, cocaína y marihuana.
Sin embargo, los vecinos expresaron que la situación no es ahora tan compleja como era antes. "Acá se mejoró a través de los años. No es lo mismo. Ahora podemos salir a la calle y no se escuchan más tiros a la noche", contó Cecilia, una vecina que nació en Puerta de Hierro. Entre las "tiras" se ven las casas derrumbadas donde funcionaban búnkeres, pero también están allí las pequeñas bandas de chicos con celulares en la mano dispuestos para la compra y venta callejera. "Se van moviendo todo el tiempo. Nosotros no podemos decir dónde están porque vivimos acá y después si la policía los allana nos vienen a buscar. Acá todos sabemos todo", dijo un vecino que prefirió mantener su identidad en secreto.
Cuando el sol cae, la vida del barrio comienza a apagarse. "Yo, a las 10, me meto en mi casa y no salgo hasta el otro día", relató Graciela sentada frente al playón mientras su hija patinaba junto a los demás chicos. "La vida acá termina a las 10 de la noche, después no sale nadie. Los únicos que andan son los 'transas' y los 'fisuras'", agregó Claudio y apuró el paso rumbo a su casa.
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