“No nos pueden tener como rehenes”: confusión y enojo de los pasajeros por un salvaje paro de trenes
Desde antes de las 9 hasta las 15, el gremio La Fraternidad dispuso una medida de fuerza para reclamar por una recomposición salarial; afectó a todas las líneas del área metropolitana
8 minutos de lectura'
Media hora antes del inicio del paro, el caos ya se había apoderado de la estación de trenes en Moreno, una de las cabeceras de la línea Sarmiento. Aunque la medida de fuerza de La Fraternidad estuvo programada para las 9, las formaciones hacia Once dejaron de circular a las 7.19, sorprendiendo a cientos de pasajeros que comenzaron a formar filas en paradas improvisadas. La protesta terminó pasadas las 15. En tanto, el gremio anunció hoy que la próxima medida de fuerza será el sábado 1° de marzo, en coincidencia con la celebración del Día del Ferroviario.
Silvia Villarreal, una de las tantas personas afectadas, no ocultó su enojo: “Son unos hijos de remil p..., tengo que ir al médico y no voy a llegar. Tengo que tomarme dos colectivos y encima avisan ahora por los altoparlantes, ¿de qué me sirve?”. A su alrededor, las filas crecían, extendiéndose incluso hasta el paso nivel cercano, mientras la gente se debatía entre esperar o buscar alternativas.

De repente, un operario cerca de las vías entonó: “¡Perón, Perón, qué grande sos!”, lo que desató la indignación entre los presentes. Silvia lo observó con evidente desprecio, mientras a su alrededor otros pasajeros expresaron su descontento en murmullos cargados de enojo. La tensión en el lugar aumentó, sobre todo entre los jóvenes que, desorientados, intentaron averiguar cómo llegar a sus destinos. Mientras tanto, el personal de seguridad, visiblemente superado por la situación, no logró ofrecer respuestas claras.
Carlos Pérez, un trabajador de limpieza y padre de cuatro hijos, estaba visiblemente impactado por la situación. “Siempre los afectados somos nosotros. Entiendo sus reclamos, pero ¿a costa de los nuestros? Yo tengo que trabajar. Si llego tarde, me lo descuentan. ¿Acaso alguien me devuelve ese dinero?”, dijo a este medio, mientras intentaba mantener la calma en una fila que no avanza.

Las paradas de colectivos estaban desbordadas. En la línea 302, que conecta Moreno con Liniers, el panorama era caótico. Un pasajero le preguntó al chofer si el colectivo llega a Once. “¿No ves el cartel? Yo qué sé”, respondió el conductor, visiblemente molesto por la presión de la situación. El colectivo, que se llenó en cuestión de segundos, dejó a decenas de personas varadas en la parada.
“Esto siempre pasa”, comentó a LA NACIÓN uno de los choferes de la misma línea. Y agregó: “Cuando ellos paran, nosotros tenemos que ser la solución. ¿Viste la cantidad de personas? No hay forma de cubrir todo esto. Entiendo a la gente, pero no hay espacio y la desesperación lo empeora todo”.

A las 9, hora en que comenzó oficialmente el paro, la situación en la estación de Moreno estuvo más ordenada. Las filas, que hasta hacía media hora eran caóticas, habían disminuido considerablemente debido al paso constante de colectivos que comenzaron a absorber a los pasajeros.
La medida de fuerza de La Fraternidad, basada en el reclamo de una recomposición salarial del 10%, evidenció las consecuencias que un paro ferroviario genera en las rutinas de miles de personas que dependen diariamente del sistema de transporte público. A la par del tren Sarmiento, en el área metropolitana estuvieron paralizadas las líneas Mitre, Roca, San Martín y Belgrano Sur, todas operadas por Trenes Argentinos. También, las líneas Belgrano Norte y Urquiza.
La empresa estatal había advertido ayer que los problemas empezarían antes del horario anunciado por La Fraternidad. “Por las características de la medida de fuerza, todos los servicios urbanos de las cinco líneas que opera Trenes Argentinos se verán afectados más allá del horario estipulado, en virtud del diagrama de los últimos y primeros trenes programados antes y después del paro”, consignó en un comunicado oficial.
“Ahora hasta la tarde esto está muerto”, comentó un chofer de una línea de colectivos en la estación Moreno. En ese momento, un hombre con su hijo de 4 años se acercó para preguntar por el colectivo “semirrápido”. El chofer, con tono resignado, le informó que el último había pasado hacía cinco minutos. La respuesta desató la frustración del padre, que se alejó murmurando un tajante: “Hijos de puta”.
Entre la confusión y el descontento de los usuarios afectados por el paro, Zulma Ducas explicó su situación. “Sabía del paro, pero yo vi que era a las 9. Llegué acá a las 7.20 y no estaban funcionando. ¡Qué mentiras! Yo entro a las 10 a trabajar en el centro, no me pagan el viaje. ¿Cómo llego? Nadie me dice cómo. Me fijo en Google Maps y me tira dos o tres colectivos. Me tienen harta, siempre la pagamos nosotros”, expresó con indignación a este medio.
Puente Saavedra
A media mañana, en Puente Saavedra, donde la avenida Cabildo enlaza con Maipú bajo la General Paz, la estación Aristóbulo del Valle del tren Belgrano Norte permanecía desierta. Una chica se acercó a los molinetes, cerrados con una cinta y flanqueados por dos conos en cada extremo. Miró con dudas el lugar, aparentemente buscando algún indicio de actividad. “Hay paro”, le dijo un hombre que pasaba por allí. Sin más opción, se dio media vuelta y se alejó. La escena se repitió minutos después con otro pasajero, también desconcertado, que parecía no haber escuchado sobre la medida de fuerza.

En las terminales de colectivos frente a la estación, los choferes y responsables de las líneas relataron cómo fue el movimiento al inicio del paro. “Cuando empezó el paro, acá era un caos. Muchos estaban desorientados, no sabían qué colectivo tomar. Preguntaban todo el tiempo si íbamos hacia la estación o si el recorrido cambiaba. Por suerte, ahora se calmó y las paradas están normales, pero esta mañana fue un caos”, contó un chofer de la línea 151 a LA NACIÓN.
El final
Minutos antes de las 15, hora de finalización de la medida de fuerza, las escaleras de la estación de trenes de Constitución se llenaron de tensión. Decenas de personas aguardaban bajo el sol, acumulándose frente a las puertas cerradas, con rostros cansados y ansiosos por regresar a sus hogares tras horas de espera. Cuando llegó el momento de la reapertura, la multitud comenzó a presionar contra las rejas, exigiendo a gritos que se abrieran. Apenas los accesos fueron liberados, los aplausos y las exclamaciones se mezclaron con el ruido de los pasos apurados. La escena se transformó en una carrera desordenada, con empujones y movimientos rápidos tanto de quienes esperaban bajo el sol como de los que venían de las paradas de colectivos cercanas.
“Estamos bajo el rayo del sol, esperando para volver a casa. No nos pueden tener como rehenes, que ellos resuelvan sus temas de otra manera. Estoy hace 40 minutos acá, con mi hija que tiene 8 años”, comentó Tatiana Morales.
Dentro de la estación, el ambiente pasó del vacío absoluto al desorden en cuestión de segundos. Los pasillos y andenes, que hasta ese momento estaban desiertos, comenzaron a llenarse rápidamente con una mezcla de alivio y caos. Entre el flujo constante de gente, la Policía Federal se posicionó estratégicamente cerca de las entradas y en los accesos a los andenes, lista para intervenir en caso de que los ánimos se desbordaran.
Juan, un pasajero que se dirigía hacia Temperley, describió la situación a este medio: “Esto es una locura. Desde esta mañana que estoy viendo cómo la gente corre de un lado al otro, como si fueran animales. Yo entiendo que están cansados y con bronca, pero esto no lo arregla nadie. Ahora finalmente abrieron, pero mirá cómo empujan, cómo corren. Es un desastre”.
Mientras los trenes comenzaban a operar nuevamente, el personal ferroviario intentaba organizar el ingreso de los pasajeros a los vagones, pero la cantidad de personas superaba cualquier intento de orden. Gritos, reclamos y empujones eran moneda corriente en los andenes, donde muchos corrían para intentar conseguir un asiento, especialmente aquellos que venían de largas jornadas de trabajo o que viajaban con niños.
En el andén 10, el primer tren con destino a Bosques estaba programado para partir a las 15:41, según se anunció en los altoparlantes. Los pasajeros que lograron llegar corrían para subirse, mientras otros todavía intentaban abrirse paso entre la gente. Finalmente, el reloj marcó las 15.41 y el primer tren salió de Constitución, marcando el fin del paro.
En el tumulto, Diego, un pasajero que viajaba hacia Turdera, comentó a LA NACIÓN cómo fue su experiencia durante la jornada: “De ida lo sufrí bastante. Tuve que tomarme dos colectivos y tardé casi dos horas en llegar al trabajo. Ahora, a la vuelta, ya me había mentalizado para hacer lo mismo porque no creía que abrieran. Recién cuando escuché que mi tren estaba por salir me tranquilicé. Esto fue un caos”.
1Día del Médico en la Argentina: por qué se celebra hoy y las mejores frases para enviar en la jornada
- 2
Hay alerta amarilla por tormentas y calor extremo para este jueves 4 de diciembre: las provincias afectadas
3Del sueño europeo a la incertidumbre: la familia argentina que quedó atrapada por un cambio de las leyes migratorias
4Nuevo estudio: advierten sobre una práctica muy peligrosa para la salud que cada vez es más usada con intereses comerciales



