Un verano más eco
Playas limpias, bicisendas, gastronomíasaludable y uso responsable de los recursosnaturales son algunas de las clavesque marcan la gran tendencia de este año:disfrutar con conciencia
Imaginate viajar en un avión donde la mitad de los pasajeros fuma durante el vuelo. Pensar hoy en cincuenta personas prendiendo un cigarrillo en un espacio herméticamente cerrado resulta una idea antipática, poco saludable y francamente espantosa. Sin embargo, hasta hace 17 años las aeronaves gozaban de una división (físicamente inexistente) que habilitaba un sector para que los fumadores despuntaran el vicio.
Crear conciencia es, antes que cualquier otra cosa, un proceso cultural. Lleva tiempo, implica información, exige paciencia. Porque así como el tabaco perdió terreno ante el avance de espacios libres de humo, la preferencia por alimentos más naturales desterró de su reinado a la comida industrial y ya no es bien visto quien arroja basura en la calle.
Hoy, al calor de las altas temperaturas y gracias al lento pero sostenido despertar hacia un modelo de vida de mayor responsabilidad con el futuro, la sagrada institución del veraneo dejó de ser aquella postal apologética del sedentarismo, el consumo indiscriminado de churros y la panacea de cardúmenes de bolsas de polietileno nadando a la deriva en el mar.
El efecto multiplicador
"El calentamiento global es un hecho inequívoco", sentenciaba hace algunos años un informe la Organización Mundial de Turismo (OMT) para luego aseverar que los destinos de vacaciones de todo el planeta ya estaban padeciendo los efectos del cambio climático y el consecuente impacto ambiental. ¿Qué hacer ante una realidad irreversible? Algo semejante a lo que se implementó con el cigarrillo: tiempo, información, paciencia. Porque tiempo, información y paciencia más tarde, una encuesta de Trip Advisor, la mayor web de turismo del mundo, revela que el 71 por ciento de los viajeros planea sus vacaciones considerando las políticas sustentables del lugar y sus instalaciones. Además, la mitad admite estar dispuestos a pagar más dinero por alojarse en espacios regidos por preceptos eco-friendly. Y el concepto de vacaciones sustentables, que comenzó a circular tímidamente, hoy gana adeptos entre los viajeros locales.
No se trata de convertir las vacaciones, histórico bastión del dolce far niente, en una temporada de deberes y obligaciones, sino de implementar pequeños gestos cotidianos que generan un potente efecto multiplicador. En sintonía con el impulso colectivo por llevar una vida de mayor complicidad con lo natural, en la nueva geografía mental del viajero ya no queda margen para pasear por una playa sucia o un bosque empobrecido. Al mismo tiempo aumentó el interés en saber si el alojamiento contratado malgasta los recursos naturales (agua, energía, residuos), la comida chatarra dejó de ser la fuente de alimentación principal del tiempo libre e, incluso, muchos reservan entre sus jornadas vacacionales un espacio para realizar alguna actividad deportiva.
"El turismo sustentable incluye distintas dimensiones y no tiene que ver sólo con un servicio que prestan hoteles o agencias, sino también con cómo la localidad lo implementa y vive de un modo integral", señala Verena Boheme, directora ejecutiva de Fundación Manos Verdes. "Desde lo personal hablamos de la forma en que cada uno puede vivir sus vacaciones de forma consciente y amigable con el entorno social y ambiental. Esto comienza con la forma de viajar, la selección del alojamiento, los servicios ofrecidos y cómo comportarse allí". Porque los hábitos personales son indispensables para vivir esta experiencia.
La conciencia llegó al mar
Gastón Caminata, impulsor de Big Human Waves, una ONG que se encarga de limpiar playas bonaerenses para minimizar el impacto generado por miles de turistas, dice que empezó a ocuparse de lo que encontraba tirado en la arena por una cuestión meramente estética. Luego, el volumen de residuos despabiló la urgencia de tomar cartas en el asunto y Caminata se convirtió en referente de una iniciativa internacional llamada "Limpieza de playa mundial", de la que participan más de doce países.
Hoy, en Miramar, Mar del Plata, Pinamar y Villa Gesell el envión de este surfer de Ostende impulsa junto a otros voluntarios distintas formas de trabajo, con un plus enfocado en la información. "Diría que nosotros somos despertólogos, porque la humanidad está ambientalmente dormida, como viviendo una fiesta medio rara. Es importante empezar a ser más curiosos y preguntarnos qué compramos y cuánto dura, o cuando vamos de vacaciones a algún lado, averiguar acerca de las maneras posibles de respetar el lugar elegido", señala. Pero la iniciativa se inscribe hoy dentro de un contexto de mayor mancomunión, que nutre, retroalimenta y multiplica acciones de municipios (sector público), empresas (privadas) y ciudadanos de a pie. Porque ahora los viajeros conforman una red silenciosa y solidaria que, recogiendo su cuota de responsabilidad en el cuidado de los espacios donde no juega de local, replica comportamientos que integran su vida cotidiana. Van a la playa con bolsas para sus residuos, muestran un grado de conciencia mayor respecto a las horas críticas de exposición al sol y eligen hacerse tiempo para caminar, correr o practicar deportes. También las preferencias culinarias reflejan un modo de alimentación más saludable, con ensaladas, frutas, jugos y licuados como punta de lanza: volver con cinco kilos de más dejó de ser el daño colateral inevitable de toda vacación.
En movimiento
En Mar del Plata, sólo el área de Playa Bristol genera alrededor de 14 toneladas de basura por día, de las cuales casi el 60 por ciento es material reciclable. Conscientes del volumen exorbitante, y en sintonía con el pulso colectivo, los municipios de los principales destinos balnearios tomaron cartas en el asunto y La Feliz fue pionera: este verano cumple su tercera temporada con el sistema de recolección de residuos diferenciados, iniciativa que desde el año pasado implementaron Pinamar y Miramar. Y desde este año, Punta del Este no sólo se sumó a la medida para reducir la basura, sino que antes de que estalle la temporada se realizaron jornadas de limpieza y recuperación de dunas en la Mansa y la Brava, con participación de la comunidad esteña.
Al compás del crecimiento de todas las ciudades de la Costa, cada vez son más los hoteles que apuestan a reducir el consumo de agua al ser los huéspedes quienes indican cuándo desean cambiar sábanas o toallas; y a evitar gastos de energía inútil al fijar los aires acondicionados a más de 24 grados o entregar llaves-tarjeta que evitan dejar las luces encendidas al salir de la habitación. Por su parte, en José Ignacio se multiplicaron las casas y hoteles edificados en containers (muchos con paneles solares), basados en el reciclaje de materiales y una menor intervención de la mano del hombre en el terreno.
Atenta también a las nuevas rutinas de los viajeros, Pinamar, la ciudad famosa por sus bosques, ofrece actividades como clases de baile, yoga, caminatas y juegos para adultos y niños. Hay puestos de bicicletas gratuitas que incluyen un dínamo en la cadena para transformar, a través de un cable USB, energía cinética en eléctrica para cargar el celular durante el pedaleo. Además, se abrieron Estaciones Saludables donde se realizan controles gratuitos de peso, glucemia, presión y orientación sobre alimentación.
Quienes veranean en Mar del Plata pueden disfrutar de un corredor saludable en la costanera con pistas para caminata y patines, postas de ejercicios con profesores, clases de spinning y gimnasia sin costo y puestos de control de salud. Oferta que, en ambas localidades, se complementa con la proliferación de puestos de comida más "verde", igual que los menús en restaurantes y paradores con interesantes repertorios de platos vegetarianos. La gastronomía esteña también se caracteriza por su apuesta a lo natural y los restaurantes más prestigiosos cocinan con productos orgánicos. Luego, claro, para los naturistas puros están los paradores nudistas como Querandí (Villa Gesell) y Playa Escondida (cerca de Miramar) que además de la ausencia de ropa apuntan a conservar el entorno en su máxima expresión, con mínimas intervenciones en el ambiente.
Imaginemos entonces, en un puñado de años, ya no un avión sin fumadores; ya no más una playa limpia, ni hoteles ambientalmente más responsables. Imaginemos un tiempo no tan lejano en el que resulte innecesaria hacer la distinción entre "turismo" y "turismo sustentable".
Decálogo del turista sustentable
- 1 No modifiques el entorno (no tires basura, no intervengas en la vegetación).
- 2 Separá residuos.
- 3 Usá pilas recargables para cámaras de fotos u otros dispositivos.
- 4 Reutilizá las sábanas y las toallas.
- 5 No tires papeles ni plásticos al inodoro.
- 6 Caminá o andá en bici para distancias medianas.
- 7 Usá el aire acondicionado a no menos de 24 grados.
- 8 No dejes luces encendidas innecesarias ni utilices métodos de riego desmedidos.
- 9 Evitá actividades que afecten el medio ambiente, como la práctica de deportes (fútbol, etc.) sobre lugares verdes.
- 10 Realizá compras conscientes, haciendo foco en el consumo de productos que apoyen las economías regionales y locales.
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