
Una madre, muchas más, desde la mirada de un hijo
El periodista Jorge Fernández Díaz y su libro, que es homenaje
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No está todo dicho. Ni mucho menos escrito. Aún queda por contar todo tipo de historias; incluso algunas fundamentales, material literario muchas veces inexplicablemente pasado por alto.
Con veinte años de periodismo, Jorge Fernández Díaz supo ver uno de esos temas. Aunque necesitó tenerlo antes en blanco sobre negro para reconocer que, efectivamente, se trataba de un libro y entonces atreverse a publicarlo.
Actual director del semanario Noticias, periodista curtido en las aristas duras de la información, encaró hace dos años la nota más difícil: una entrevista con su madre. Su historia era la de una de tantas inmigrantes de posguerra llegadas de Asturias a mediados del siglo último, escapando de la miseria sólo para quedar atrapada en el destierro más cruel, según certeras palabras de su hijo.
Por la identidad
En estos días, la editorial Sudamericana publica el resultado de aquellas 50 horas de charlas en el conmovedor libro Mamá. “No lo escribí consciente de que sería un libro. Mi intención era dejarles el testimonio a mis hijos”, asegura el autor, en su oficina de la todavía silenciosa redacción, antes de una febril jornada de cierre.
“Quería darles una lección: que antes se necesitaban muchas menos cosas para ser feliz -amplía-. Y generarles una tradición, porque siento que la mayoría de nosotros, hijos de la clase media, hijos y nietos de inmigrantes, le hemos cerrado la puerta a nuestro pasado, que es un poco pobretón, vergonzoso, impresentable... Y construimos una nueva identidad, falsa: nos volvimos sofisticados, elegantes (se acomoda la corbata). No sabemos qué queremos y quizás eso se explique porque no sabemos de dónde venimos.”
Carmen, la protagonista (además de primera lectora y correctora) de Mamá, partió a los 15 años del pequeño pueblo asturiano de Almurfe. Al despedirla en el puerto de Vigo, en 1947, su madre le prometió que la seguiría toda la familia. “Pero algo falló y nadie vino”, relata su hijo periodista. Mamá recrea los primeros y sufridos tiempos en Palermo pobre (ahora Hollywood, nada menos), el trabajo y el esfuerzo eternos, los breves recreos de profunda y sencilla felicidad, Juan Domingo Perón, los bailes en el Cangas de Narcea, la discriminación, los gallegos empleados y empresarios gastronómicos, los actos heroicos y las bajezas de una familia común.
Pero no una de esas familias comunes novelescas a las que les suceden cosas extraordinarias en tres turnos diarios. Desde lo personal, Fernández Díaz cuenta la historia de buena parte de varias generaciones de asturianos y de sus descendientes, pero también de gallegos, españoles de otras regiones, italianos, alemanes, polacos y demás inmigrantes que desembarcaron en el granero del mundo.
El nuevo milenio le dio a esta crónica otra vuelta de tuerca. Muchos de sus lectores atraviesan o proyectan encarar en estos momentos experiencias similares a las de sus padres o abuelos inmigrantes. “Uno no se va por un rato: se va para siempre. Aunque vuelva”, argumenta el autor, que incluso antes de imprimirlo, cuando circulaba de PC en PC por correo electrónico, comprendió que el libro tocaba una fibra sensible en un país en estado crítico, al que no pocos quieren dejar atrás. “Cosas como ésta me pasaron varias veces: fui a una reunión, por ejemplo, y me preguntaron si era el autor de Mamá. Bueno, yo lo leí -me dijeron-. Lo leyó mi hermana, lo leyó mi mamá y decidimos quedarnos en la Argentina.”
Fernández Díaz tiene su propia historia de exilio. En algún momento intentó radicarse en la Patagonia. “Soñaba con vivir junto a un lago, escribir una novela por la mañana y periodismo por la tarde -recuerda sin nostalgia-. Pero me encontré con la Patagonia real y me convertí en mi madre. Olvidé por qué había ido y casi hago naufragar mi matrimonio. Cuando volví me di cuenta de que no había sido feliz. Ahora trato de chequear más seguido si lo soy o no.”
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