
Esteban Trebucq: cómo vive el periodismo, su relación con Milei y por qué elige entrevistar en la calle
En una entrevista con Pía Shaw para el ciclo Conversaciones en LA NACION, el periodista recuerda sus inicios en Crónica, los sacrificios de la profesión y su defensa de escuchar “lo que dice la calle”
Esteban Marcos Trebucq, “el pelado” de Crónica, de A24 de La Nación+. Periodista de gráfica, radio y televisión, presentador, platense y ‘pincha’ apasionado. En una nueva entrega del ciclo Conversaciones, en charla con Pía Shaw, Esteban se mantiene fiel a su estilo y no le escapa a ningún tema.
- ¿Qué te trajo hasta acá?
- Muchos años de laburo. Desde los 15 años, tengo 49. Siempre trabajando en lo mismo. Es lo único que sé hacer: trabajar de periodista. No sé si podría trabajar de carpintero. La caja de herramientas me asusta. Lo único que sé es trabajar de periodista.
-¿Cómo sos como papá?
- Que lo digan mis hijas. ¿Qué sé yo? No sé. Con mi hija más chica, sobre todo, paso muchísimo tiempo, prácticamente todos los días. Y con mi hija más grande, que ya es una adolescente, también compartí muchísimo tiempo. Ahora, obviamente, ya se maneja sola. Que digan ellas si soy un papá divertido o no, pero tratamos de hacer cosas como ir a la cancha a ver a Estudiantes.
- ¿Te cuesta dejar la noticia de lado y disfrutar de ese momento o estás siempre conectado?
- En la semana es muy difícil. En la Argentina, a cada rato pasan cosas. No me acuerdo quién me lo dijo, creo que fue Leandro Santoro: “En la Argentina, te vas diez días y pasó de todo. Volvés 20 años después y está igual”. En la semana es muy difícil desconectar, yo hago tres programas por día.
- ¿Sentís que estás en tu mejor momento profesional?
- Sería muy petulante y, además, sería muy aburrido porque quiere decir que te quedas ahí. Aristóteles decía que el conocimiento empieza con la duda; que la duda es el inicio en el camino al conocimiento, y el punto final es la certeza. La certeza debe ser un lugar aburrido.
- ¿Hoy te gusta mucho más el periodismo político?
- No, me gusta todo. A veces la política me aburre. Creo que se apagó un poco la política en la Argentina. Está la discusión a favor o en contra de tal, la mirada binaria, blanco o negro, Estudiantes-Gimnasia, Boca-River. Disfruto de hacer otras cosas. Me gusta presentar policiales, hablar de casos policiales, historias. Me gusta mucho la entrevista.
- ¿Y el espectáculo?
- Admiro a quienes lo hacen, pero no lo entiendo. No conozco a los protagonistas. Me pierdo con la farándula, pero me divierte mucho.
- Y cuando sos protagonista de esa farándula, ¿lo pasás bien o mal?
- Me divierte. Sé que es un juego. Mientras no moleste y ataque cosas personales, familiares, está todo súper bien.
Nosotros somos periodistas, somos laburantes. No somos gente importante y no tenemos por qué estar dando explicaciones. Explicaciones tiene que dar el Presidente, el Gobernador, el Presidente de la Cámara de Diputados, los senadores, los representantes del pueblo. Los ministros tienen que dar explicaciones, nosotros no.
- ¿Cómo viven la fama tus hijas? ¿Le gusta que papá sea conocido?
- No, a mi hija mayor un poco le jode, no quiere que hable mucho de ella; no le gusta, es súper perfil bajo. Y mi hija más chiquita nació con eso, así que lo toma natural.
Muchas personas piensan que estamos para resolver los temas. Yo no estoy para resolver nada. No puedo resolver mi vida, no voy a estar resolviendo la de los demás. Podemos narrar, contar una historia… pero al narrarla, contarla, describirla, no significa que el tema se vaya a solucionar. Si se soluciona, mejor; no es mi responsabilidad solucionarlo, y tampoco tengo las herramientas para hacerlo. Sí lo podemos visibilizar. Hoy se confunde un poco nuestro rol.
- ¿Cómo llegaste a Crónica?
- De casualidad. Yo creo que llegué a la tele de casualidad, pero no me quedé de casualidad. Me quedé en la tele porque hacía 25 años que trabajaba de esto, porque había escrito 10 mil artículos periodísticos, un libro, una revista con mis amigos de Estudiantes de La Plata; porque había trabajo en radio, porque había comentado partidos de fútbol, porque había dirigido un diario. O sea, llegué de casualidad, pero no me quedé de casualidad. Eso siempre lo quiero decir.
- ¿Por qué fuiste un distinto?
- La tele es acartonada. Hay una industria del conductor, la conducción está industrializada.
- Pero vos no sos eso.
- No, porque no lo sé hacer. Me dan un montón de papeles y yo no sé qué leer. No sé mirar los papeles, no me gusta. Creo que una persona que está en cámara con papeles transmite inseguridad. Esto es personal. Capaz que la gente que tiene papeles en cámara tiene más rating que yo, son mejores, ganan más. No cuestiono el método. A mí, como televidente, me genera inseguridad alguien que no me puede contar las cosas sin estar leyéndolas. No es que no le creo, pero me genera inseguridad. Yo no uso papeles, no tengo guiones…
- Pero preparás tus entrevistas…
- No. A mí me gusta conocer a los personajes charlando. El guion me aburre. No significa que esté mal. A mí me gusta charlar.
Si estás con alguien, querés que la otra persona te deje un título. En algún momento de la charla va a surgir el título y tenés que ir por la coyuntura… y, a veces, las notas más interesantes quedan fuera de la coyuntura.
- ¿Te molesta la crítica?
- No, para nada. La mentira me molesta, la crítica no. Yo convivo con eso. Es más, no sé si es mejor la crítica. La crítica ayuda un montón. A mí me encanta la crítica. Dudá de la gente que te dice todo que sí. Dudá del genuflexo.
- ¿Por qué te emocionás cada vez que la nombrás a tu mamá?
- Porque de chico la peleamos. Tampoco pasamos hambre, pero la peleamos. Vinimos de abajo como la mayoría de las familias argentinas, digamos.
- La viste hacerse cargo de toda la familia, ella sola.
- Fue una gran ama de casa y, además, trabajó toda su vida. Nos daba de comer a los cuatro, lavaba la ropa de los cuatro, nos cocinaba a los cuatro y, además, trabajaba desde las siete de la mañana hasta la seis de la tarde, todos los días.
- ¿Seguís viviendo en La Plata?
- No, me mudé. Desde que estoy trabajando en Palermo, me tuve que mudar. No me quería ir de City Bell, y me costó muchísimo dejar mi lugar, muchísimo, horrores. Lo hice hace poco, hará dos años. Sufro un poco la ciudad de Buenos Aires. Los fines de semana me voy a City Bell, a mi casa, y al lado de mi casa vive mi hermano, así que con él compartimos mucho. Nos vemos más que con mis hermanas, porque ellas viven en la zona sur de La Plata y yo vivo en la zona norte. Estamos lejos, por eso no nos vemos, pero nos llevamos bien. Todos hinchas de Estudiantes. Todos muy ‘pinchas’.
- ¿Cuántos años tenías cuando tu papá se fue de tu casa?
- 1984, más o menos, tendría ocho años.
- ¿Recordás el día que se fue?
- Sí, me acuerdo porque la vi a mamá muy, muy mal. No sé si me acuerdo el momento en que se llevó las cosas, pero me acuerdo de mi mamá. Lo tengo bastante grabado por el sufrimiento de mi vieja.
Nosotros íbamos a un colegio ultra católico y estaba mal vista la separación. No existía el divorcio, el divorcio vino después. Entonces, teníamos que ocultar el tema en el colegio, y eso te hacía sufrir un poco más.
- ¿Pudiste hacer un cierre?
- Sí, se lo dije personalmente. Una vez fuimos a tomar una cerveza, yo ya era grande. No me supo responder nada, pero bueno, ya está. Cosas que pasan en la vida.
- ¿Sos un hombre muy sensible?
- Sí, soy llorón. Me emociono, me emocionan las cosas que pasan también en la diaria.
- En Crónica marcaste un estilo muy particular, digamos uno cambiar. ¿Eso cambió?
- Puede ser. Yo siento que soy el mismo, que soy la misma persona, que pienso igual. En algunas cosas, por ahí, he madurado, en otras no. Ahora, también trato de moderarme un poco. Tocábamos otros temas.
No sé si marcamos una época. A mí me encantó, lo disfruté. Algún día me gustaría volver a hacerlo. El contacto con la gente es maravilloso. Los periodistas tenemos que escuchar más a la gente de a pie. Nos escuchamos mucho entre nosotros, vivimos un microclima absoluto. Hay que escuchar mucho más a las personas que no son periodistas. Hay que escuchar mucho más a las personas que no son economistas, hay que escuchar mucho más a las personas que no son políticos.
- ¿Cuál es tu mayor virtud?
- El sacrificio.
- ¿Qué rasgo de tu personalidad te enorgullece?
- La perseverancia.
- ¿Qué parte de tu infancia volverías a vivir?
- Cuando jugaba al fútbol en Estudiantes. Era el peor, sin duda. Es más, do debería haber jugado porque era muy malo.
- ¿Qué canción te emociona más?
- Pétalos de Tan Biónica.
- ¿Por qué?
- Me gusta. Me gusta Chano, me gusta su historia. Lo quiero.
- ¿Qué paisaje de la Argentina llevás siempre adentro?
- El mar.
- ¿Por qué?
- Me gusta el agua. Me gusta el mar, me fascina. Me encantaría dar la vuelta al mundo en velero. No sé si alguna vez lo podré lograr, pero me encantaría. Me apasiona desde muy chico, me cautiva muchísimo el agua.
- ¿Qué libro, película u obra te marcó para siempre?
- Una película que me encantó fue La sociedad de los poetas muertos. Voy a ser original con lo del libro. ¿Sabés qué libros me marcaron? Los que me leía mi abuela para dormir. Esos libros me marcaron porque la abuela no había ido al colegio, pero leía muy bien y no tenía faltas de ortografía. Yo viví muchos años con ella y siempre que me iba a dormir, me leía. Los mejores libros, los de mi abuela.
- ¿Qué te da bronca con facilidad?
- La injusticia y la mentira. El autoritarismo, los fanatismos, la negación de la realidad, la negación del dato. Me puede.
- ¿Qué te hace reír con ganas, sin culpa?
- Los chistes pelotudos. Los apellidos que se completan con malas palabras.
- ¿Con quién te gustaría tener una última charla y por qué?
- Podría decir mi viejo, pero me gustaría que sea con mi abuelo Trebucq. Me faltó una charla con mi abuelo. Me Hubiese gustado hablar más con él. Y con Osvaldo Zubeldía. Pero con mi abuelo, Alfonso Vicente Trebucq. Conocer más de su historia. ¿Por qué era tan callado? ¿Por qué era tan respetuoso? ¿Por qué no me hablaba? Me hubiese gustado hablar un poquito más con mi abuelo. ¿Qué pensaba de mi viejo? Era un conservador y ferviente antiperonista, y un gran ser humano.
- ¿Qué te gustaría que digan de vos dentro de 100 años?
- No creo que nadie se acuerde de mí, pero “que fue un laburante”. Y ojalá, mis hijas digan que “fue un buen padre”.








