La marca japonesa se relanzó en el mercado argentino con este SUV de siete plazas, que trae mucho equipamiento de confort y seguridad y una notable capacidad off-road
El cambio de representante en nuestro país parece haberle sentado bien a Mitsubishi. Con una red de concesionarios en expansión, el foco puesto en la posventa y una oferta de modelos que se ampliará en los próximos meses, ahora representada por el Grupo Car One la marca tiene la difícil tarea de volver a posicionarse en un mercado del que estuvo prácticamente ausente durante varios años abandonada por sus anteriores licenciatarios. Por eso, en esta primera etapa, regresa con dos de sus productos más afamados y exitosos, la pickup L200 y el SUV mediano Outlander, que se ofrece por ahora en una única versión, la GLS CVT AWC, que probamos.
¿Qué cambia respecto de las últimas unidades que se habían comercializado aquí? Poco, ya que es un leve restyling de la tercera generación lanzada en 2016. De ahí que lo primero que destaca es la fisonomía que Mitsubishi está imprimiéndole a todos sus modelos, y que se evidencia en el frente con la gran X y el diseño denominado Dynamic Shield, que está pensado para proteger a los peatones en caso de algún accidente.
Robusta pero a la vez estilizada, posee una silueta muy atractiva, con una presencia que sin duda no pasa inadvertida; definitivamente, es una de las estéticas más logradas de su segmento. Hay abundancia de cromados no solo en la trompa, sino en los laterales, las barras portaequipajes, las manijas de las puertas y hasta en los embellecedores de las luces traseras, que le dan un toque elegante y a la vez deportivo.
El interior, de muy buena calidad de materiales y terminaciones, es muy amplio, bastante sobrio y práctico (se nota su origen japonés). Ahí, la configuración de siete asientos le confiere una gran modularidad, ya que se puede adaptar de 2 a 7 plazas con las más variadas combinaciones. Además, la segunda fila de butacas se asienta sobre rieles que se pueden desplazar a voluntad y sus respaldos son reclinables, lo que permite ajustar aún más el espacio. Eso sí: el baúl pasa de 550 L (con dos filas de asientos) a apenas 145 L (con las tres hileras).
El equipamiento es amplio y variado: butacas delanteras de regulación eléctrica con calefacción y refrigeración, pantalla de 8", conexión por Bluetooth, control de velocidad crucero y mucho más. Igual de completo es el paquete de seguridad que ofrece y que incluye 7 airbags, control activo de estabilidad (ASC), asistente de arranque en pendiente, cinturones con pretensores y limitador de fuerza (delanteros), anclajes Isofix, cámara de estacionamiento 360°, etcétera. Además, en lo que hace a lo estructural, la carrocería fue rediseñada para lograr una mayor absorción en caso de una colisión.
Conserva el conocido motor naftero 2.4 L de 4 cilindros en línea con un árbol de levas a la cabeza que entrega 169 CV a las 6000 rpm y 22,4 de torque a las 4200 rpm. Este se complementa con una nueva caja automática tipo INVECS-III CVT de 6 marchas preestablecidas con levas al volante; la tracción es integral AWC (All Wheel Control).
Es un conjunto que responde bien, que tiene mucho empuje y que le gusta trabajar en la parte alta del tacómetro, ya que es ahí donde saca a relucir toda su potencia. La nueva transmisión, en tanto, se siente suave en el paso de marchas, aunque cuando se le demanda potencia al impulsor (en un rebaje o una acelerada brusca, por ejemplo) sube las revoluciones por arriba de las 5000 rpm. Más allá de eso, si se realiza una conducción relajada, el propulsor trabaja en buen régimen: a 120 km/h gira a 2000 rpm. Y un detalle: cuando se la pasa a modo manual al accionar las levas, esta queda retenida en ese modo y para volverla a directa es necesario tocar nuevamente la leva de aumento de marcha. Acelera de 0 a 100 km/h en 11 s, recupera de 80 a 120 en 7,5 s y alcanza una velocidad máxima (declarada por el fabricante) de 198 km/h.
La AWC permite seleccionar entre tres modos de conducción de acuerdo con el terreno por el que se transite: 4WD Eco, 4WD Auto y 4WD Lock con bloqueo de diferencial. Aquí muestra uno de sus puntos fuertes el Outlander, acorde con la reconocida capacidad offroad de los modelos de la marca. Esto, no solo por su excelente sistema de tracción, sino por sus buenos ángulos de ataque y salida y por su generoso despeje.
Otra de las virtudes está en el confort de marcha: suave, silencioso (se le mejoró la insonorización), cómodo, no transmite las irregularidades del terreno a la cabina y tiene un andar sereno. En cuando a su comportamiento dinámico, es un vehículo que se mueve con mucha soltura en el tránsito y que en ruta se siente seguro y aplomado.
Con rivales como Kia Sorento, Nissan X-Trail, Honda CR-V y Subaru Forester, se vende a US$49.900, un valor acorde con sus competidores.