Es el primer ejemplar del nuevo “Programme Solitaire”, una división que la marca francesa concibió para llevar la exclusividad a un nivel que bordea lo mitológico
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Ni los multimillonarios tienen garantizado que van a poder comprar este nuevo modelo. Porque hay autos caros, exclusivos, modificados… y después está el Bugatti Brouillard.
Es el primer ejemplar del nuevo “Programme Solitaire”, una división que la marca francesa concibió para llevar la exclusividad a un nivel que bordea lo mitológico: solo dos unidades por año, hechas desde cero, a pedido y para clientes que no solo tienen dinero, sino también el favor de Molsheim, la comuna francesa situada al noreste de Francia, cerca de la frontera con Alemania, donde tiene su sede la automotriz.

Brouillard, que en francés significa “niebla”, no es solo un nombre. Fue el caballo más querido de Ettore Bugatti, fundador de la firma y este hiperdeportivo one-off es un homenaje directo a él. “La conexión entre Ettore y Brouillard era algo verdaderamente especial. Veía en Brouillard un reflejo de sus propias creaciones: las líneas curvas del cuerpo del caballo, los flancos musculosos, las proporciones perfectas… todos elementos que intentaba capturar en el acero y el aluminio de sus autos. Por eso, la estética de este modelo prescinde de líneas marcadas en favor de superficies reflectantes que evocan músculos atléticos, como los de un caballo entrenado. El enfoque está puesto en superficies esculturales y formas orgánicas, que se perciben como tendones bajo la piel. Una fuerza enorme y una complejidad oculta, envueltas en un velo de sobria elegancia", definió al modelo Frank Heyl, director de Diseño de Bugatti.
El modelo se encuentra montado sobre la última evolución del legendario motor W16 quad-turbo, permitiendo desplegar unos 1600 CV de potencia y 1600 Nm de torque a 2250 rpm, acelerando de 0 a 100 km/h en apenas 2,5 segundos. La velocidad máxima, claro, también busca desafiar lo lógico: toca los 380 km/h.

La plataforma se nutre de refinamientos en aluminio y fibra de carbono, con un tratamiento aerodinámico donde todo tiene un propósito: desde el alerón trasero fijo hasta los difusores integrados, pasando por los ductos de aire que atraviesan el techo de cristal.
La cabina busca ser un manifiesto de artesanía. Viene con tejidos escoceses tejidos en París, fibra de carbono con tintes verdes, aluminio mecanizado a medida y una línea dorsal que fluye desde la trompa hasta el techo panorámico.

“En una pieza única tenemos mucha más libertad para reinterpretar lo que define a un Bugatti, sin hacer absolutamente ninguna concesión en nuestra búsqueda de la perfección hasta en el más mínimo detalle. No hay compromisos en cuanto a rendimiento, calidad o diseño. Cada uno de estos valiosos modelos Solitaire será único e incomparable y ofrecerá un nivel de atención al detalle que no tiene precedentes ni siquiera entre las creaciones automotrices más exclusivas”, comentó Hendrik Malinowski, director general de Bugatti.

Todo en la coupé está hecho para esa única persona que encargó el auto: un coleccionista obsesionado con el universo Bugatti, según explicó la marca, conocedor no solo de los modelos históricos, sino también de las esculturas de Rembrandt y los muebles de Carlo, hermanos del mítico Ettore. No dieron su nombre ni mayores precisiones.
Corazón francés, diseño argentino
Detrás del diseño exterior hay también una pincelada nacional. Facundo Elías, nacido en Ushuaia, es desde hace dos años lead Exterior Designer en Bugatti Rimac. Tras una década trabajando en Lamborghini, su firma aparece por primera vez en un modelo final de la marca francesa. Él fue quien le dio forma al cuerpo musculoso y elegante del Brouillard y sus bocetos hoy son parte del archivo oficial de la marca.

El diseñador argentino publicó en su cuenta de Instagram: “Hoy se presenta oficialmente un auto que significa muchísimo para mí. Tuve el honor de ser el diseñador principal de este proyecto y representa un hito personal: mi primer diseño para Bugatti. Verlo cobrar vida es un sueño hecho realidad… una emoción difícil de describir con palabras".
Uno de los grandes interrogantes fue el precio, que no fue comunicado por la compañía. Según algunas estimaciones que circularon por parte de los especialistas, el Brouillard puede superar cómodamente la barrera de los US$22 millones. Aunque, a ese nivel, el monto es apenas un detalle: el verdadero privilegio es ser elegido para formar parte del “Programme Solitaire”.
En tiempos donde los súperautos se multiplican en redes, Bugatti redefine el juego: vuelve al arte de lo artesanal y la súper exclusividad , donde cada trazo es irrepetible, y cada unidad una obra de alta costura automotriz.

Mientras otras marcas boutique como Koenigsegg agotaron por completo sus producciones limitadas —incluso con modelos de más de 2000 CV—, la marca francesa optó por elevar aún más la vara. No se trata de agotar un cupo. El Programme Solitaire no se mide en cantidades sino en singularidades: no hay listas de espera, hay obras únicas. Y en un mundo donde hasta los diamantes se replican, Bugatti busca ofrecer lo irrepetible.
El Bugatti Brouillard diseñado por un argentino, en fotos













