Darío Lopérfido: “Ante la enfermedad aparecen todas las sensaciones mezcladas: la furia, la tristeza, la alegría”
El ex ministro de Cultura porteño, ex secretario de Cultura de La Nación y ex director artístico del Teatro Colón habla en esta entrevista de la vida con ELA, desde que le fue diagnosticada en julio de 2024; el presente laboral desde Madrid y el recuerdo de Vargas Llosa
10 minutos de lectura'


MADRID.- “Lo que predomina con el ELA es la incomodidad. Es una enfermedad incómoda y me da furia perderme cosas de mi hijo, pero la vida es lo que es y no lo que uno quiere que sea”, dice Darío Lopérfido a LA NACION. Responde por escrito a las preguntas desde su casa en la capital española, donde lleva una intensa rutina matinal que incluye la lectura informativa de la prensa internacional, el análisis político y el reencuentro de los clásicos de la literatura universal, en especial con Albert Camus, el filósofo del absurdo que lo ha acompañado durante toda su vida. Por las tardes, hay algo ineludible en su vida cotidiana que recalca: la alegría de ver a su hijo llegar del colegio.
En julio de 2024, Lopérfido (Buenos Aires, 1964) fue diagnosticado con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa neuromuscular. Su actividad intelectual no cesó. Continúa su labor en la Cátedra Vargas Llosa que integra desde hace cinco años, tiene una columna en el programa de radio de Cristina Pérez, escribe en varias publicaciones, escucha música clásica y hace unos meses estrenó un ciclo de entrevistas con un nombre inspirado en una obra de Camus, El hombre rebelde, epíteto que además admite que siempre lo ha identificado.
Hombre de mundo, Lopérfido vivió en Berlín, Madrid y Nueva York, además de Buenos Aires, ciudad de la cual fue ministro de Cultura. La última vez que estuvo allí fue en agosto pasado. “No soy de extrañar. Tengo retazos de ciudades en mis recuerdos. Me gusta Buenos Aires, aunque hace muchos años dejó de ser la ciudad que se comparaba con Europa para ser más latinoamericana. Pero sigue teniendo encanto y belleza. Echo de menos a alguna gente”, afirma.

-Albert Camus ha sido uno de sus referentes filosóficos y vitales. ¿Ha sentido a Mersault, protagonista de El extranjero [me refiero a su escepticismo, la aceptación del sinsentido de la existencia], más cercano o ha cobrado desde el diagnóstico de su enfermedad una nueva lectura?
-Mersault es producto de la época más ligada al absurdo de Camus, en un momento sombrío de Europa. Yo siempre me he preguntado por el sentido de la vida. Uno no entiende mucho de qué trata la vida, pero la llena de sentido. Esa es la diferencia con Mersault y yo. Lo que genera la enfermedad es mayor dificultad para generar sentido y se pierde la idea de futuro. El sinsentido crece, sí.
-¿Hay algún autor que en la actualidad sea un bálsamo para usted o que haya descubierto desde que obtuvo el diagnóstico de su enfermedad?
-No me interesan mucho los autores vivos, salvo que sean amigos míos y los lea como a la genial Pola Oloixarac. El colombiano Juan Gabriel Vásquez me parece muy bueno. Releo mucho y lo disfruto. Dostoievski, Camus, los rusos del siglo XIX. Me gusta releer a los autores del Nuevo Periodismo americano, como Norman Mailer, Tom Wolfe, Gay Talese o Joan Didion. Releo a Vargas Llosa, también.
-Integra la Cátedra Vargas Llosa y conoció y trató mucho a Mario Vargas Llosa. ¿Recuerda algún encuentro con él que haya sido particular por algún diálogo o discusión? ¿Supo él que usted tenía ELA?
-Conocer, conversar y trabajar con Mario fue una de las cosas más importantes de mi vida. Integrar el grupo que lo acompañó en París el día en que ingresó en la Academia de las Letras Francesas fue un honor y un hecho inolvidable. No supo de mi enfermedad. Mario fue un escritor enorme y un gran defensor de la libertad. Su legado es extraordinario.
-“Eso que llaman reconocimiento consiste en que otros por fin piensen de vos lo que vos ya pensabas”, escribe Martín Caparrós en Antes que nada, el libro donde el autor explora el ELA que padece. ¿Siente que su labor ha sido reconocida de modo merecido?
-Siento que soy reconocido por algunas cosas que hice, pero como siempre tomé posturas políticas fuertes hay gente que no me reconoce ni me quiere. No me preocupa en lo más mínimo. En el mundo de la cultura hay un corporativismo discursivo y yo me opongo a eso y soy liberal. Me siento bastante reconocido luego de mi paso por el Teatro Colón donde conocí a gente muy interesante. Me reconoce gente que sabe del tema cultural y con eso me basta. Los políticos buscan el reconocimiento de una manera bastante penosa. Yo cambio sinceridad por reconocimiento y me parece que está bien.
-Ante su enfermedad, ¿predomina la rabia, la tristeza, la resignación? ¿Todas ellas?
-Ante la enfermedad aparecen todas las sensaciones mezcladas. La furia, la tristeza, la alegría. La resignación a morirme existe, pero me parece normal. Es lo que mencionaba del sinsentido de la vida. Lo que predomina es la incomodidad. Es una enfermedad incómoda y me da furia perderme cosas de mi hijo, pero la vida es lo que es y no lo que uno quiere que sea.

-¿Por qué eligió vivir en Madrid? ¿Qué le brinda la ciudad o qué le brinda España? También ha vivido en Berlín y en Nueva York.
-Me encanta Madrid. Las dos etapas que viví aquí suman casi 15 años. Me gusta que mi hijo crezca en Madrid. Berlín es también un gran lugar para vivir y, para mí, está cruzada por el amor. Amor por mi mujer y el lugar donde nació mi hijo. Todos mis recuerdos de Berlín están ligados al amor. Viví un tiempo en Nueva York, era joven y vivían mis amigos allí, me divertí exageradamente.
-¿Y cuán pendiente está de las noticias argentinas? Imagino que incluso más que las españolas, y eso que la política aquí se ha vuelto en los últimos meses un cúmulo de escándalos políticos.
-Estoy pendiente de las noticias argentinas y escribo todas las semanas en Noticias Argentinas y en Newsweek y tengo todas las semanas una columna en Rivadavia con Cristina Pérez. Sigo muy de cerca la política española que en este momento está monopolizada por los escándalos de corrupción del gobierno de Pedro Sánchez. Sigo la política mundial con mucha atención. Me preocupa la debilidad de Europa que viene teniendo gobernantes malos y sin temperamento. El hecho de no mandar tropas a Ucrania mostró que Europa deja a sus ciudadanos a la deriva frente a autócratas como Putin. Es malo eso.

-“El hombre rebelde” es su columna en el programa de radio de Cristina Pérez y también el nombre de su ciclo de entrevistas a personalidades realizadas en Madrid. ¿A qué se ha rebelado en su vida? ¿Cuál es hoy su mayor rebeldía?
-La rebeldía en mi vida fue tratar de no seguir la corriente. Dedicarme a la cultura y no convalidar discursos corporativos, por ejemplo, el de los actores que suelen ser bastante brutos y me trajo dificultades que celebro. El funcionario promedio avala idioteces solo por mantenerse en el cargo. Yo a medida que crecí me fui convenciendo de que a los idiotas hay que tratarlos como tales. Me sentí muy libre actuando así.
-“Es la izquierda más bruta en años”, dijo en su columna radial, sobre el escenario mundial. ¿Ha ocasionado los errores de la izquierda o está ocasionando el ocaso de los valores occidentales?
-No tengo dudas que la izquierda actual es la más bruta e inescrupulosa en años. Pasaron de querer representar a los trabajadores a representar a los travestis. Defienden narco dictaduras como en Venezuela y justifican el terrorismo islámico que quiere cambiar el estilo de vida occidental por una vida horrorosa donde las mujeres no tengan derechos. Son brutos y peligrosos. Siempre hay que defender a Occidente que tiene el mejor estilo de vida donde se garantiza la igualdad entre sexos y donde existe la ley. La izquierda pasó de defender a Stalin a justificar el califato. Son idiotas graves.
-Usted fue Secretario de Cultura, durante el gobierno de Fernando De la Rúa. Decía en una entrevista reciente que el “kirchnerismo ha sido una fuerza embrutecedora para la cultura”. ¿Por qué?
-El kirchnerismo embruteció al mundo del espectáculo. Los convirtió en voceros populistas que defendían el discurso único, justificaban la corrupción y defendían atrocidades como las campañas sucias cuando la muerte de Alberto Nisman. Cuando dije que no fueron 30.000 desaparecidos me encontraba con gente del mundo del espectáculo que ponían caras solemnes y decían las idioteces más grandes que yo hubiese escuchado nunca. Recuerdo que yo, con un espíritu lúdico y democrático, los invitaba a debatir acerca del tema. Recuerdo, especialmente, haber invitado a Cecilia Roth y a Rafael Spregelburd. Todos se negaban, pero seguían manteniendo el tono tonto solemne. Ese episodio me dio la medida de lo embrutecido que estaba el mundo del espectáculo. Gente cuyo trabajo consiste en saberse la letra de un guion y sienten que pueden opinar de historia o de política internacional y discriminar al que piensa distinto. El kirchnerismo los empoderó y la conversación pública se embruteció. Adefesios como 678, Fútbol para todos, y los medios oficialistas pagados con la plata de la corrupción, contaban con el concurso de gente del espectáculo.
-¿Considera que el kirchnerismo ha llegado a su ocaso? ¿Ha causado Cristina Fernández de Kirchner su propia decadencia?
-Cristina Fernández de Kirchner está en total decadencia. Es como la actriz de Sunset Boulevard, de Billy Wilder, que era una estrella del cine mudo y seguía comportándose como tal cuando el cine había pasado a ser sonoro y nadie le prestaba atención. Fernández de Kirchner siempre se sintió una estrella y pasó de hablar en Plaza de Mayo a hablar para 10 pelagatos en una calle oscura de Constitución y con una tobillera electrónica. Está ingresando en la locura con mucha claridad acompañada por su hijo Máximo que tiene problemas cognitivos graves. Los peronistas le huyen y se ha quedado con un séquito lumpenar. Es un espectáculo hermoso la decadencia K. Siempre es un gran espectáculo el derrumbe del poder populista.
-Ha sido crítico, en ocasiones, del gobierno de Javier Milei, y en otras ha rescatado líneas de acción. Desde el 10 de diciembre hay otra composición en el Congreso que podrá vehiculizar sus políticas y planes de gestión. ¿Es optimista con el cambio que pueda producirse en esta segunda mitad del mandato?
-Critico lo que veo mal y pondero lo que veo bien del gobierno de Milei. Tiene una gran ventaja: no hay oposición. El peronismo está muy mal. Tienen que sacar las grandes reformas rápido, en especial las que tienen que ver con los sindicatos. Hay que sacarles el poder y la caja. Tiene que aprovechar este tiempo para las reformas y no dedicarse a las internas y no tener casos de corrupción. La gente está haciendo esfuerzos y necesita ver que no hay corrupción. Los cambios de estado de ánimo son muy rápidos cuando aparecen casos de corrupción.
-¿Extraña la vida política? Se había retirado de ella antes de mudarse a España. ¿Por qué?
-No extraño nada de la política. Prefiero escribir y analizar. La política en Argentina es bastante mediocre y no extraño para nada esa mediocridad.





