El arte tiene quien le escriba: lanzan una publicación de la Academia con más de treinta ensayistas
La publicación del Tomo XIII de la Historia General del Arte en la Argentina 2000-2020 reúne a 32 autores que piensan cómo fue la creación local de las últimas dos décadas
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El arte tiene quien le escriba. El jueves, la Academia Nacional de Bellas Artes (ANBA) fue una fiesta de artistas y plumas del arte (críticos, historiadores, ensayistas, periodistas, académicos), para celebrar un gran logro: la publicación del Tomo XIII Historia General del Arte en la Argentina 2000-2020. Participan 32 autores en el volumen de más de 500 páginas.
“Es el cierre de mi gestión como presidenta de la ANBA y es un orgullo. Esta publicación ha sido un gran esfuerzo de dos años de trabajo junto a un pequeño equipo y un gran grupo de autores colaboradores. A pesar de las dificultades de estos tiempos, me llena de alegría ver que estamos concluyendo proyectos importantes”, dice Matilde Marín, artista y presidenta de la Academia. “Cada 20 años se hacen estos compilados históricos. Era muy importantes este capítulo para completar este friso que viene desde el siglo XX y cubre esta primera parte del siglo XXI”, agrega Marín.
En el auditorio estaba su sucesor al frente de la institución, Sergio Baur, diplomático de carrera e historiador y un nutrido público, con destacados historiadores y académicos como Laura Malosetti Costa, José Emilio Burucúa, Andrea Giunta, Silvia Dolinko, Georgina Gluzman y Verónica Tell, entre otros. También muchos artistas, cuyos trabajos se valoran en estas páginas, como Juan Sorrentino, Amadeo Azar, Marcela Cabutti, Silvia Gurfein, Verónica Gómez, Richar De Itatí, Carola Zech, Teresa Pereda, Nora Iniesta, Paola Vega, Diana Dowek y Olga Autunno, entre otros.
“Todo comenzó en la cabeza de Matilde. Apenas iniciaba su gestión, lo puso a consideración de la mesa directiva, y era muy arduo de llevar adelante, no sólo por la escasez de recursos económicos que nos acosa desde hace un tiempo y es un problema que también Matilde supo afrontar de un modo muy creativo, sino sobre todo por un problema metodológico: cómo enfocar de manera crítica el arte de ayer, porque estamos casi inmersos en un proceso que todavía sigue desarrollándose”, dijo otra académica, la historiadora Marta Penhos, en la presentación.
Desde 1982 se viene escribiendo este gran relato del arte local, un esfuerzo iniciado por el historiador Héctor Schenone, que pensó en escribir el arte argentino desde “los momentos iniciales de la vida de la nacionalidad, durante el período de la dominación hispánica, hasta la época actual”, que entonces vislumbraba dejar en 1950. “Con el tiempo, la obra será completada hasta llegar a las últimas manifestaciones del arte contemporáneo”, decía en el prólogo del Tomo I. A esa instancia se llega ahora, cuarenta años después. “Fue mi maestro. Desde el comienzo hubo desafíos, y se fueron sorteando de acuerdo a la mirada que en cada época primaba para encarar estos relatos. Creo que el Tomo XIII continúa con esa vocación de rigor y de brindar una obra de referencia. Como los tomos anteriores, tiene una marca de época. Creo que la de ésta son las perspectivas caleidoscópicas. Ahora no hay un solo modo de encarar el estudio de las artes, sino una multiplicidad”, comentó Penhos.
El volumen más reciente registra los cambios de paradigmas que se han producido en los últimos 20 años, impactando directamente en la Arquitectura, las Artes Visuales y la Música. Tiene como eje principal la transversalidad, con planteos generales y contextualizados de las grandes áreas o disciplinas madre, tratadas de modo integral y no como segmentos separados. “Pretende representar a todas las disciplinas que ya tienen su espacio regular en la ANBA y a todas esas nuevas formas de expresión citadas, para continuar su compromiso en fomentar la creatividad, la investigación, la difusión y la protección de las artes y del patrimonio cultural del país”, señala Marín en el prólogo.
El Tomo XIII registra el accionar de los colectivos artísticos y el proceso de descentralización del circuito artístico de Buenos Aires. Fueron invitados a escribir referentes de provincias como Eduardo Guevara, de Neuquén; Marcos Figueroa, de Tucumán, y Cleopatra Barrios, de Corrientes, entre otros.
También están presentes el arte digital, el videoarte y las instalaciones. Otra novedad es el arte encarado desde la problemática de género. Un capítulo recorre ferias y bienales como la Bienalsur, la Bienal de Performance, la Bienal de Arquitectura. Otro, la historia de los premios. “Me parece increíble haber podido elaborar este tomo con los artistas vivos presentes. Es un tomo de historia contemporánea, un relevamiento, un mateo, que nos permitió también estar cerca de cada uno de los protagonistas que aparecen en el libro. Nos sentimos orgullosos de nuestros artistas, de nuestros músicos, de nuestros arquitectos. Y eso es lo que hemos tratado de reflejar en cada uno de los ensayos”, señaló Baur.
El libro pudo imprimirse gracias a la recaudación de fondos entre privados. Con el Banco Hipotecario como gran mecenas, lograron imprimir 350 ejemplares de tapa blanda, a diferencia de los anteriores, mucho más lujosos. Se venden en la Academia por 75.000 pesos. “Esperamos poder volver a imprimir con lo recaudado en estas primeras ventas”, dice Marín. Por lo pronto, la descarga del PDF es gratuita, como todas las publicaciones de la Academia, desde su página web.
Marín fue elegida en 2022 como presidenta de la Academia. En diciembre termina su gestión y tomará la posta Baur. “Cuando como artista recibí el nombramiento –dice Marín a LA NACION– pensé cómo trabajar en una institución con ribetes tradicionales, pese a todas las cosas que hace la Academia, como los premios, becas o la revista anual Temas y las dos fundaciones asociadas, Klemm y Trabucco. Vi que había cosas que conservar y otras que renovar. Una de las primeras tareas fue hacer una nueva página web. Lo segundo fue lograr el Tomo XIII. Y la tercera meta fue gestionar y abrir a la comunidad el fondo documental”.
La Academia fue fundada en 1936 y desde el año siguiente funciona en el Palacio Errázuriz. En esa primera parte del siglo XX, recibió una gran cantidad de donaciones de artistas como Facio Hebequer y De la Cárcova. Continúa Marín: “Tenemos los fondos documentales González Garaño, Ayersa, Thomas Mann. Uno de los fundadores, el pintor Butler, donó la biblioteca principal. Tenemos las actas de la Asociación de los Acuarelistas de esa época. Ese fondo estaba guardado sin gestionar. Aplicamos al Premio Williams y ganamos. También logramos un apoyo por Mecenazgo muy importante. Fue una gran apuesta para que eso se comenzara a gestionar y a mostrar, y sobre todo, a ser utilizado. Por ejemplo, el año próximo se va a realizar una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes sobre Egipto con este fondo documental y los curadores van a ser dos académicos, Burucúa y Baur. Esto da una noción del tesoro que tiene la Academia. Nunca había gestionado una institución, y lo pude hacer junto con mi actividad artística. Fue un gran desafío. Cuando vi la cantidad de gente que vino a la presentación del Tomo XIII sentí que la Academia había insertado por fin en el circuito cultural. Pudimos lograr lo que nos propusimos”.
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