Una mano blanca sale del agua y se aferra al pie, que intenta hacer equilibrio sobre los cadáveres transportados por el bote. La barca se titula la inquietante pintura de Marcia Schvartz, alusiva al canto tercero del Infierno de la Divina Comedia. Esa escena de la obra de Dante Alighieri, que también inspiró a artistas como Eugène Delacroix y Paul Gustave Doré en el siglo XIX, suma una cuota extra de dramatismo al exhibirse en plena pandemia. Podría interpretarse como un retrato de los tiempos que corren, cual Guernica de Picasso, aunque aquí parece haber obrado la premonición.
Esta serie que aborda el horror de manera cruda y directa fue realizada hace ya dos años, cuando se exhibió en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén. "A veces, los artistas funcionan como chamanes, sensores anticipatorios, o rabdomantes para la detección de un estado de las cosas del mundo que el resto de los individuos no percibe ni adivina todavía", escribe Eduardo Stupía en el texto que acompaña la muestra actual en Vasari.
"Las cosas ya no estaban bien, a nivel mundial. Había un desánimo, una falta de perspectiva, una desigualdad cada vez más espantosa. Esa cosa competitiva de correr y correr sin un momento de reflexión, de paz", opina la autora de El piscoanálisis: un autorretrato que la muestra desnuda y en cuclillas, devorando con rabia su propia cabeza.
Así como los pecados capitales fueron el eje de la pieza del poeta florentino, hay algo de esos impulsos que enciende la llama creativa de una de las artistas más relevantes de la escena local. "Me despierto llena de ira, que para los griegos era una energía muy positiva, cercana a la inspiración", había confesado Schvartz en una nota publicada por LA NACION en 2014, poco después de haber sido reconocida con el Gran Premio del Salón Nacional y antes de recibir una distinción similar del Banco Central.
Hija de un editor y de una historiadora, apeló a todo tipo de materiales para crear una estética comparada por muchos con la de Antonio Berni. Sin embargo, como observó Roberto Amigo cuando Colección Fortabat le dedicó una gran exposición, "ella no hace ‘Juanitos Lagunas’ sino que pinta sujetos, lo cual es mucho más interesante". Como su amigo "Batato" Barea, inmortalizado con mirada melancólica en 1989.
Aunque también asoman de vez en cuando las Erinias, aquellas "furias de la venganza" mitad mujeres y mitad aves de rapiña, para llamarnos la atención sobre la "falta de valores, de espiritualidad, de belleza".
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